Si estudian la historia de las revoluciones, de las guerras civiles y de las grandes guerras, que ocurrieron en el mundo en los últimos tiempos y con el espíritu inquisitivo, tanto en el conjunto de los acontecimientos, como en los detalles, hallarán una serie de casualidades asombrosas.

En el año de 1929, cuando el partido Nacional Socialista alemán sufre la crisis de crecimiento y sus recursos financieros le fallan. La Finanza Internacional y sus Grandes Corporaciones, a través de la Gran Constelación Bancaria, una de las cinco de la Federal Reserve le envían un embajador, fue un Warburg. Se presentó con una falsa personalidad, ni siquiera Hitler adivinó su raza. Como entidad, la banca Kuhn, Loeb y C.ª, de Wall Street: dentro de esta casa está la familia Schiff, Warburg, Loeb y Kahn, digo familia al señalar diferentes apellidos, porque se hallan todos enlazados por matrimonios entre sí. Se conviene la financiación del partido Nacional Socialista en negociaciones directas con Hitler, y este recibe en un par de años millones de dólares, enviados por Wall Street y millones de marcos de financieros alemanes, éstos a través de Schacht. El sostenimiento de las S.A. y de las S.S. y financiación de las elecciones que le dan el poder a Hitler se hace con los dólares y los marcos que le dan «Ellos». El enviado, Warburg, se presentó a él con una falsa personalidad, ni siquiera parece que Hitler adivinó su raza, y también mintió sobre quiénes eran sus representados. Le dijo ser enviado de un círculo financiero de Wall Street, interesado en financiar el movimiento nacional-socialista con el fin de crear una amenaza contra Francia, cuyos gobiernos seguían una política financiera que provocaba la crisis económica en Estados Unidos. El fin real, bajo cualquier pretexto, estaba conseguido, sin pacto, sin condición; porque el fin era provocar la guerra…, e Hitler era la guerra.

A Hitler le dan carta blanca y garantías en su ambición expansionista, sólo Alemania tenía población y posición adecuada para invadir las naciones «democráticas» europeas y llevar la guerra a la U.R.S.S. El fin de «Ellos» era provocar la guerra… Y Hitler era la guerra; sabían que el atacante en potencia existía, ahí estaba ese gran nihilista, apuntando la pistola de la Wehermacht contra todo el horizonte. El ataque se hallaba de muy antiguo en su programa, la destrucción del Comunismo y la expansión hacia el Este, son dogmas de «Mi Lucha», ese talmud del Nacional-Socialismo. El rearme de Hitler y las facilidades e impunidades que le dan las naciones del pacto de Versalles, lo autorizaron «Ellos»

Quiera o no Stalin, disparará contra la U.R.S.S. Porque sencillamente, así lo dispone quien manda en él. Hitler sólo es un condotiero del Capitalismo internacional. El ataque a la U.R.S.S., lo determina la misma esencia del fascismo; además, lo impulsan a él todos los Estados capitalistas, que le han autorizado su rearme y la toma de todas las bases económicas y estratégicas necesarias. Es la evidencia misma.

El rearme de Hitler y las facilidades e impunidades que le dieron las naciones de Versalles, se las dieron en un período singular…, cuando la oposición trotskista aún existía, cuando aún podían heredar a un Stalin derrotado… El ataque del hitlerismo a la U.R.S.S. es además una necesidad dialéctica; es tanto como elevar al plano internacional la fatal lucha de clases. Junto a Hitler, por necesidad, estará todo el capitalismo mundial.

«Ellos» vieron que no podía ser derribado Stalin por un golpe de Estado. Y su experiencia histórica les dictó una solución. La reprís con Stalin de lo hecho con el Zar. Una dificultad había que les parecía insuperable. No existía en toda Europa un país invasor. Ninguno poseía situación geográfica o ejército bastante para invadir la U.R.S.S. Al no haberlo, debieron «Ellos inventarlo». Sólo Alemania tenía población y posición adecuada para invadir la U.R.S.S. e infligirle derrotas a Stalin; pero como comprenderán, la República de Weimar no fue ideada, ni política ni económicamente, para ser invasora, sino para ser invadida. En el horizonte del hambre alemán empezó a brillar la fugaz estrella hitleriana.

Un ojo perspicaz se fijó en él. El mundo ha presenciado su ascensión fulminante. Le dio sus masas, cada vez mayores, la economía revolucionaria de Versalles. Aunque no fuera dictada para provocar el triunfo de Hitler, la premisa que impuso Versalles a Alemania fue la de su proletarización, de paro y hambre; el pueblo alemán se lanzó a la revolución nacional-socialista. Fue un hecho dialectico. Y su consecuencia el triunfo de Hitler. Pero con toda su premisa y su razón, la revolución nacional-socialista jamás hubiera podido triunfar. Hizo falta más. Fue necesario que, los trotskistas dividiesen a las masas alemanas que tenían una conciencia de clase despierta e intacta.

Pues bien, el día 12 de marzo de 1939, a las 5,30 de la mañana Hitler había dado orden a sus divisiones acorazadas avanzar sobre Austria. Naturalmente, fue un paseo militar, y Europa entera guardó un silencio sepulcral. Al perder Europa la guerra, su imperio de habla inglesa gravitó hacia los Estados Unidos, como es política y económicamente fatal que ocurriera.

Hitler invadirá la U.R.S.S. y, así como en 1917 las derrotas del Zar sirvieron para derribarle, las derrotas de Stalin servirán para derribarle y suplantarle. Hitler será atacado por el oeste; sus generales se sublevarán y lo liquidarán… Lo natural y lógico era que Hitler y Stalin se destruyeran entre sí. Una cosa sencilla y fácil para las «democracias» si su objetivo fuera el proclamado por ellas, porque les bastaría permitirle, a Hitler atacar a Stalin. Si el espacio ruso y la desesperación de Stalin y los suyos bajo el hacha hitleriana o frente a la venganza de sus víctimas no eran suficiente para lograr que agotasen la potencia militar de Alemania, ningún obstáculo habría para que las «democracias» ayudasen sabiamente, metódicamente, a Stalin, si lo veían flaquear, prolongando su ayuda hasta el total agotamiento de los dos ejércitos y luego imponerles condiciones.

«Ellos» también financiaron al Japón, exactamente, la Banca de Wall Street que financió a Hitler. Fue tal su poder, que logró que las naciones con imperio colonial en Asia apoyaran la creación del Imperio xenófobo nipón.

Demos un salto a 1914. Tras el atentado del Archiduque se hallan «Ellos» y el atentado provocó la Primera Guerra Mundial. ¿Creen ustedes que el atentado y la guerra sólo son casualidades?

Una guerra imperialista, no importa en qué lugar del mundo comience, no se libra por la «independencia nacional» sino por la redivisión del mundo en función de los intereses de la camarilla imperialista. Por esta razón tenemos la obligación y el deber de participar en la defensa de la Patria contra el imperialismo.

Cito a Don Miguel de Unamuno: Y no sólo de pan vive el hombre, sino de pensamiento. Que no es el hambre, sino la idea del hambre, la que le hace las revoluciones. Lo que hay en el fondo de la historia es el pensamiento.

¡Ciudadanos de todos los países, pensad!

¡Gringos Go Home! ¡Libertad para los antiterroristas cubanos Héroes de la Humanidad!

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!

¡Patria Socialista o Muerte!

¡Venceremos!