Paul Craig Roberts
Existen informes que sostienen que la policía norteamericana mata al año alrededor de 500 personas. Pocos, de estos norteamericanos asesinados planteaban una amenaza contra la policía. La policía asesina a ciudadanos norteamericanos por razones totalmente inverosímiles. Por ejemplo, poco antes que Michael Brown fuera tiroteado en la localidad de Ferguson, John Crawford tomó una pistola de juguete de un estante de Walmart y fue asesinado en el acto por los esbirros matones.
Quinientos suman más de un asesinato diario por parte de la policía. Sin embargo, la cobertura de los hechos rara vez llega más allá de las noticias locales. ¿Por qué entonces, el asesinato policial cometido en Ferguson, estado de Misuri, contra Michael Brown, se ha hecho internacional?
Probablemente la respuesta está en las múltiples protestas de la comunidad negra de Ferguson que han forzado el envío de la policía estadal a Ferguson y ahora también la Guardia Nacional. Del mismo modo, la policía local ataviada con uniforme de combate completo desplazándose en transportes blindados de personal y tanques y apuntando sus fusiles al rostro de los civiles desarmados, amenazan y detienen a periodistas que hacen filmaciones. La “tierra de los libres” parece más bien un estado nazi de la Gestapo. Para gran parte del mundo que ha llegado a detestar los atropellos norteamericanos, el abuso contra norteamericanos por parte de su propia policía resulta una poética administración de justicia.
Para aquellos que hace tiempo que protestan contra el perfilaje racial y la brutalidad policial hacia las minorías étnicas, el asesinato de Michael Brown por parte de la policía de Ferguson es solo uno más en una larga historia de crímenes por motivos racistas.
El ex congresista norteamericano, Dennis Kucinich, yo mismo y otros, vemos el asesinato de Michael Brown como un reflejo de la militarización de la policía y del entrenamiento policial que crea en ella una actitud policial hostil hacia la población. A la policía se le enseña a percibir al público como una amenaza contra la cual la violencia es la vía más segura para los oficiales de esta.
Esto no quiere decir que el racismo no esté involucrado. Sondeos de opinión demuestran que una mayoría de norteamericanos blancos están satisfechos con la justificación del asesinato por parte de la policía. Los apologistas policiales están llenando las redes sociales con argumentos contra aquellos de posición contraria. Solo aquellos que consideran la excusa policial como no convincente son acusados de llegar a conclusiones antes que esté listo el veredicto del jurado. Aquellos que asumen conclusiones favorables a la policía son considerados buenos americanos.
Lo que yo destaco en este artículo son consideraciones no tangibles que determinarán el veredicto de un jurado y la incompetencia del gobierno local de Ferguson que causó los disturbios y el saqueo.
A menos que el Departamento de Justicia de Estados Unidos haga del asesinato de Michael Brown un caso federal, la comunidad negra de Ferguson está inhabilitada para impedir un encubrimiento.
Lo que por lo general pasa en estos casos, es que la policía amaña una historia para proteger al personal policial y el fiscal acusador no formula cargos. Ya que Obama y su Procurador General, Eric Holder son parcialmente negros (en color de piel solamente) la mayoría de la comunidad negra de Ferguson, Misuri, podría abrigar alguna esperanza en la visita de Holder.
Sin embargo, nada podría estar más claro que el hecho que tanto Obama como Holder, junto con el resto de la “dirigencia negra” han sido cooptados por la estructura del poder blanco. ¿De qué otro modo podrían Obama y Holder detentar sus cargos? ¿Cree Ud. que la estructura del poder blanco pone en cargos oficiales a gente que quiere justicia para las minorías o para otros que no sean los super ricos?
La década de los sesenta fue una época de vanguardia negra, pero esa vanguardia fue asesinada (Martin Luther King) o bien cooptada. Dirigentes negros se vendieron a cambio de puestos de prestigio y cargos en juntas corporativas. Actualmente, la dirección política negra está marginalizada y existe solo a nivel local, si acaso.
Si el policía que mató a Brown es imputado y es juzgado en Ferguson, el jurado estará compuesto también por blancos que viven en Ferguson. A menos que exista un enorme cambio en los sentimientos de los blancos en torno al asesinato, ningún miembro blanco del jurado votará a favor de condenar a un policía blanco y seguirá viviendo en Ferguson. La hostilidad de la comunidad blanca hacia el miembro del jurado que tomó el bando del “rufián negro que robó cigarrillos” contra al funcionario policial blanco, haría imposible la vida de este en Ferguson.
El problema con las explicaciones puramente raciales en torno al uso de fuerza excesiva de parte de la policía, es que los policías no limitan sus excesos solo a las minorías raciales. Los blancos también las sufren. Recordemos el caso de Cecily McMillan, manifestante de Ocupa que fue agredida por un matón policial blanco reconocido por emplear fuerza excesiva. McMillan es una joven blanca.
En Estados Unidos los miembros blancos de jurado son por lo general ovejas que hacen todo lo que les dice el fiscal. Como en el caso de Cecily McMillan, una mujer blanca, no pudo obtener justicia, lo cual indica que es aun menos probable que Michael Brown la consiga. Aquellos que están esperando el veredicto del jurado, están en realidad esperando el encubrimiento y la complicidad del sistema de justicia criminal (sic) de Estado Unidos en el caso.
En caso que haya una imputación federal contra el funcionario policial y el juicio se realice en una jurisdicción distante, habría una mejor chance para que un jurado considere los hechos. Pero aun con estas precauciones no se eliminaría el elemento racista en las decisiones de los miembros del jurado.
La situación en Ferguson fue tan mal manejada que casi parece que la policía del estado intentó provocar la violencia de manera que el público norteamericano se acostumbrara a la aplicación de fuerzas militares contra manifestantes civiles desarmados.
Ferguson nos recuerda los bombazos de la Maratón de Boston. Se dice que dos hermanos de origen extranjero, detonaron una “bomba de olla a presión” oculta en una mochila que mató e hirió a participantes y observadores de una carrera. Los dos hermanos fueron considerados –sin ninguna evidencia—ser tan peligrosos que tanto Boston completo y sus suburbios fueron aislados mientras diez mil policías y soldados con armamento de guerra patrullaban las calles en vehículos militares realizando allanamientos puerta por puerta, sacando a los residentes hacia la calle apuntándolos con sus armas, mientras la policía saqueaba sus hogares donde obviamente los hermanos no estaban. Ninguna de las familias arrojadas de sus hogares apuntándoles dijo, “Gracias a Dios que Uds. están aquí. Los terroristas se esconden en nuestra casa.”
El excesivo despliegue de tropas y los allanamientos ilegales perpetrados por la policía son las razones por las que norteamericanos conscientes y pensantes no creen ni una sola palabra de los relatos oficiales del Bombazo de la Maratón de Boston. La gente pensante se pregunta cómo es que toda la ciudadanía no ve los bombazos como un bien orquestado estado de terror con el objeto de acostumbrar a los ciudadanos al aislamiento de una ciudad y al allanamiento de sus hogares por parte de la policía. Logísticamente hablando, no es posible concentrar diez mil tropas armadas de manera tan rápida. Obviamente, la rápida disposición de las tropas, indica una planificación previa.
Todo lo que se necesitaba en Ferguson para impedir las protestas masivas y el saqueo, era que el jefe de la policía, el alcalde o el gobernador anunciara de inmediato que habría una investigación completa por parte de un comité cívico independiente de la policía y que la comunidad afroamericana debería elegir los miembros que quisiera para colaborar con el comité investigador.
En cambio, el nombre del esbirro que asesinó a Michael Brown fue retenido durante días pero el video de Michael Brown tomando cigarrillos de un negocio fue publicado para justificar su asesinato por parte de la policía. Estas respuestas y una variedad de otras estúpidas respuestas de parte de la policía y el gobierno, convencieron a la comunidad afronorteamericana –cosa que sabía muy bien—que habría encubrimiento.
Es muy posible que el jefe de la policía, el alcalde y el gobernador carezcan de la inteligencia y la capacidad de juicio para lidiar con los hechos. En otras palabras, tal vez ellos sean muy estúpidos como para ocupar cargos públicos. Es reconocida la incapacidad del pueblo norteamericano para elegir representantes calificados.
Pero también resulta posible que el asesinato de Michael Brown sea una nueva oportunidad para acostumbrar a la ciudadanía norteamericana al expediente de la violencia militar para ser desplegada contra la población civil con el propósito de proteger a Estados Unidos de las amenazas.
Ocupa Wall Street era blanca y esos blancos fueron arrollados por la violencia policial. Es por eso que llegamos a la conclusión que hay algo comprometido en Ferguson más allá que la actitud racista hacia los negros.
Los Padres de la Patria nos advirtieron en contra de permitir que las fuerzas militares sean desplegadas contra el pueblo norteamericano y el Posse Comitatus Act (ley federal de Estados Unidos) impide el uso de la fuera militar contra los civiles. Estas limitaciones que fueron diseñadas para proteger la libertad han sido subvertidas por los regímenes de George W. Bush y de Barack Obama.
Actualmente el pueblo norteamericano no tiene ninguna protección contra la violencia del estado al igual que el pueblo alemán contra el nazismo.
Lejos de ser “una luz que ilumina al mundo,” Estados Unidos se hunde en una oscura y dura tiranía. ¿Quién nos liberará?
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Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona