Marcelo Del Hoyo

 

A esta altura de los acontecimientos en materia de economía política y geopolítica por los que atraviesa el Mundo podemos plantear sin temor a equivocarnos que la lucha de clases global desatada en este momento pone a los gobiernos socialdemócratas populistas en un serio aprieto de gobernabilidad.

 

El caso argentino no escapa a esta realidad, donde un gobierno de estas características intenta sobrevivir a una fuerte andanada del capitalismo salvaje (oxímoron, pues todo capitalismo es salvaje) contra un imaginario capitalismo serio o humano, representado en este caso por el gobierno de Cristina Kirchner (aunque pudiéramos hablar de Dilma, Correa, Maduro o Mujica), quien en su pacto de convivencia y negociación con empresas transnacionales y bancos extranjeros, y realizando una fenomenal transferencia de riquezas por pago de la deuda externa por una suma cercana a 200.000 millones de dólares, ha colocado a su país y su población al borde de una nueva crisis extrema, es decir, está muy cerca de ser tumbada del poder.

 

Este panorama se expresa en los medios de comunicación mediante eufemismos y medias palabras pero con abiertas intensiones de recambio de gobierno antes del 10 de diciembre de 2015, tanto por empresarios industriales y agroganaderos, banqueros, políticos, sindicalistas, intelectuales, artistas, periodistas, analistas y opinólogos de la oposición, aunque los más llamativo es la frágil defensa de los colaboradores y fuerzas cercanas al gobierno que no salen a apoyar las posiciones de su presidenta, exponiéndola a la trituradora mediática en medio de una debacle de componentes explosivos en términos económicos, políticos y sociales.

 

La corrida cambiaria, el aumento de precios de los empresarios, la inseguridad inducida por la oposición política y sus nexos con los narcobandidos y narcopolicías, los sicarios mediáticos y la virulencia de los discursos en los medios de comunicación encadenados contra el gobierno argentino lo ponen en una situación de debilidad política similar a la sucedida durante el embate de los agroganaderos en 2008, que casi deja knock-out a Néstor y Cristina.

 

Las similitudes de este momento con aquel, se ven en la atmósfera de complot en marcha lanzado desde el grupo Clarín y sus secuaces, que van juntando a todos los oposicionistas en las pantallas preparando las condiciones psicológicas que hagan natural una imaginada salida presidencial, que , de no ser detenida a tiempo, puede ser un nuevo caso de golpe institucional parlamentario, como en Honduras, Paraguay o la propia Argentina de 2001.

 

Una huelga realizada parece el lanzamiento de una arremetida en pinzas sobre el poder ejecutivo argentino rodeado y sin claridad para enfrentar un nuevo desafío de las corporaciones del poder real para disciplinar a un gobierno que no puede mantener las condiciones macroeconómicas que asegure ganancias super extraordinarias a pesar de los pagos eternos de deuda, los exhorbitantes precios, un dolar hacia 15 pesos, mostrando el daño que pueden realizar los propietarios de la economía del país y la región pertenecientes y formadores del capitalismo a secas.