Demian Paredes
Rebelión

 

En la última asamblea de los intelectuales kirchneristas de Carta Abierta –realizada el pasado 2 de agosto– Ricardo Forster, flamante secretario de la “Coordinación estratégica para el pensamiento nacional”, intervino discutiendo la situación de la Franja de Gaza (ver video).

Allí, con su característica verborragia (llena de adjetivaciones y sinónimos ad nauseam), y luego de decir que “la injusticia se va metiendo en el lenguaje” y que el neoliberalismo impuso (e impone) “la imagen de la inexorabilidad; la imagen de lo realizado una vez y para siempre. De aquellos poderes tremendos, inabarcables, oceánicos…”, coquetea con el marxismo –¡y con ser marxista!, ya que una intervención previa lo sindicó así a Forster– y enumera: Marx, Lukács, Rosa Luxemburg, Gramsci, y también “Pancho” Aricó, Silvio Frondizi, Milcíades Peña, Mariátegui… todos “profundos portadores de esa gran tradición libertaria, tradición igualitarista…”. Toda esta intro para referirse a la (nueva) masacre que lleva adelante el Estado de Israel en la Franja de Gaza, desde hace dos meses, donde hay ya 2.000 palestinos muertos, 10.000 heridos y medio millón de desplazados. Ayer mismo Israel lanzó unos 50 ataques aéreos.

Y sin embargo Forster no condena al Estado de Israel, y a su política colonial y racista, apoyada –con “vaivenes”, movidos al ritmo de la diplomacia y la “opinión pública mundial”– por el imperialismo. Para el filósofo “ir contracorriente del dominio sistémico” sería, por ejemplo, no aceptar que “Israel es un Estado terrorista; [que] Israel es genocida”. Para el intelectual oficialista no hay que caer en “la rapidez de una condena”. Y nos ilustra: “Un niño asesinado en… cualquier lugar, pero hoy en Gaza, [es] lo terrible de la condición humana”[SIC]. Bajo el manto del humanismo, Forster evita reconocer una realidad simple: que los asesinados no son “de cualquier lugar”, sino que lo son en Gaza, que son parte del pueblo palestino, y que no hay ninguna “guerra”, sino un ataque de uno de los ejércitos más modernos y poderosos del mundo contra una población que sufre un permanente desplazamiento histórico de sus territorios (desde 1948, cuando se funda el Estado de Israel), un hostigamiento y “guetificación” constantes, y la ausencia de toda esperanza…

Para Forster, además de insistir en que no se puede pecar de “reduccionismo” (“al asesinato de un niño en Gaza”[!]), dice: “No podemos centrar nuestro análisis en Israel, en su sociedad, en su fundación [religiosa]”. Por qué, no lo explica, aunque al mismo tiempo reconoce –¡pero solo una vez!, al pasar– que Israel fomenta “el terror” en Gaza, y que “probablemente haya un fracaso de origen” en la fundación de ese Estado… Y –reivindicando una tradición “sionista” “progre”, la de G.Scholem y M.Buber– aboga por la misma solución “que Barenboim”: “Queremos la paz”. (“Solución” por supuesto imposible. Cualquier análisis de la prensa que tomemos –aunque el filósofo no lo vea– señala lo evidente: “No es posible, en un contexto de colonización sistemática de los territorios ocupados, pretender que se busca la paz. Pareciera que Israel espera que algún día el pueblo palestino agache la cabeza, se doblegue y acepte humildemente su destino de no tener territorio y ser mano de obra barata. La expansión militar se complementa con la colonización del territorio, pese al reclamo generalizado de decenas de países, incluido su gran aliado, Estados Unidos.”)

Además de otras muestras de sapiencia (“no hay que reducir ‘lo judío’ al Estado de Israel”, entre otras genialidades), Forster –adaptando su lengua a lo establecido– nos propone el consuelo… de los tontos: que en Gaza está instalado el “mal de muchos”: “todos los Estados formaron su nación a partir de la violencia y el exterminio, interno y externo”. Una forma (¿indirecta?) de justificar este genocidio del Estado de Israel contra el pueblo palestino, y (además) una forma de no defender su derecho a la autodefensa, a la resistencia y a la lucha –por más que nosotros, como marxistas, no aceptemos ni los métodos terroristas ni la “estrategia” ni las políticas de un Estado teocrático de Hamas y el fundamentalismo islámico–. “Un Estado para dos pueblos”, como quiere Forster (o peor: “No un Estado palestino, sino un Estado unido”, es imposible: sólo desarmando y desmantelando primeramente al Estado de Israel, y promoviendo la organización y la lucha de los trabajadores y el pueblo palestino puede terminarse con la violencia racista y terrorista del sionismo, y luchar por una Palestina obrera y socialista, que en todo su territorio reorganice democráticamente la economía en función de toda su población, para que puedan convivir pacíficamente árabes y judíos.

Para terminar, refirámonos brevemente a la frutilla del postre de esta intervención “internacionalista”[?!] de Forster: CFK y Axel “luchando” contra los fondos buitre. Para este (supuesto) especialista en W.Benjamin, estaríamos en un “momento épico”[?] de la Argentina y el gobierno kirchnerista. ¡Forster reivindica a un ministro de Economía que le dice a los buitres: queremos pagar; negociemos y ganen el 300%, no quieran el 1.600%!…

Entonces: nada de “historia a contrapelo” en Forster –quien llama a “militar con alegría” en pro del gobierno kirchnerista–, nada de “reivindicar la historia y tradición de los oprimidos y vencidos” (todo contrario: está bien que el gobierno burgués-capitalista de CFK &Cía. paguen millones de dólares a los poderosos banqueros “buitre” –y todos lo son: los hold-outs y los hold-in–); nada de denunciar el fascismo y el “estado de excepción” que impone el Estado de Israel en Gaza al pueblo palestino… Nomás una (tonta) “alegría” por el momento que estamos atravesando en el país…

¡Qué diría el autor de las Tesis de filosofía de la historia si pudiera oír las opiniones de Forster!