Miguel E. Canosa

 

El proceso de «desendeudamiento» iniciado en el gobierno de Néstor Kirchner atravesó por diversas fases de las que, la actual, presenta algunas aristas verdaderamente reveladoras de los mecanismos que utiliza el capitalismo para dominar a sus países dependientes y disciplinar a los gobiernos que, siguiendo los consejos de los dueños del Mundo, pagan pretendiendo de esta manera, alcanzar algún grado de independencia económica.

Esta situación se manifiesta en el gobierno de Cristina Kirchner, quien en su imaginaria lucha contra el capitalismo financiero no regulado o «anarco-capitalismo», montó el escenario de una supuesta confrontación de su proyecto político de «crecimiento económico con inclusión social», librando una épica «Batalla Patria» contra un pequeño grupo de Fondos Buitre, que en complicidad con un juez neoyorquino y la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, mantienen en vilo no solamente al país y al sistema financiero mundial (del que los buitres son parte integrante).

Así, el gobierno de Cristina Fernández que ha desembolsado desde las reservas del Banco Central de Argentina, (tal como lo reconoció en la reunión de presidentes del MERCOSUR), la impresionante suma de 190.000 millones de dólares en apenas 10 años, no puede creer que, a pesar de los pagos seriales a los acreedores de una deuda contraída por el Estado argentino desde 1956 hasta 2001, un grupete de fondos de inversion buitre ponga en riesgo la economía de Argentina y a su propio gobierno.

En realidad esto es lo que ocurre con todos los países capitalistas dependientes endeudados, que mantienen sus pagos religiosos con los dueños del capitalismo financiero, intentando escapar a la influencia de los grandes buitres: las corporaciones y sus Estados asociados, quienes son en realidad los autores intelectuales y materiales de todas las reestructuraciones, planes económicos y financieros que se aplican a todos los países que se encuentren o no bajo la órbita del FMI y el BM.

De esta manera funcionan los mecanismos de dependencia que a pesar del colosal pago de un Estado y su población de al menos 400. 000 millones de dólares en los últimos 30 años, persisten en seguir pactando con sus secuestradores, quienes a pesar de esos pagos, no liberan al secuestrado (el pueblo argentino). Así, el gobierno en complicidad con los captores han hundido a millones de habitantes y los mantiene en la pobreza, pudiendo haber resuelto el problema de la deuda eterna de la Argentina: un país super-rico con miles de super-ricos y millones de pobres.