rubèn ramos

 

Al grito de ¡estamos con vosotros!, ¡aquí están los misiles!, el senado norteamericano aprobó 225 millones de dólares para el sistema de defensa de misiles de Israel denominado “Cúpula de Hierro”. El Secretario de Defensa norteamericano Chuck Hagel lo había solicitado como una medida urgente para reponer el arsenal bélico Israelí.

 

El lobby judío-sionista AIPAC hizo suya la presión respectiva señalando que se trataba de una emergencia y que era responsabilidad del Senado con el aliado número uno de los EEUU y porque financiar a Israel es asegurarse que “nuestros hijos tengan un futuro.»

 

Con este refuerzo, el genocidio de niños y mujeres bautizado como «ataque de fuerza monstruosa», se incrementó al amparo de una supuesta “tregua” concebida por el ministro sionista-israelí de Defensa, Moshe Yaalon y el Secretario de Estado norteamericano John Kerry. De lo que se trataba era de distraer a la población del terror que se vive en Palestina al propio tiempo que generar una ilusión en la opinión mundial para enseguida acusar a Hamás de haber roto la “tregua” y recrudecer los ataques “en defensa propia”.

 

La mentira dio la vuelta al mundo aprovechando el soporte mediático de las cadenas informativas del imperio como CNN, BBC, FOX, MSNBC, PRISA, La Voz de América, las agencias de noticias y sus repetidores audiovisuales y escritos en todo el planeta.

 

¿Qué es el AIPAC?

 

«Sé que cuando visito AIPAC estoy entre amigos – buenos amigos, amigos que comparten mi compromiso fuerte para asegurarse de que el vínculo entre Estados Unidos e Israel es inquebrantable hoy, mañana; irrompible, irrompible para siempre.» (Presidente Barack Obama)

 

AIPAC, es la sigla de American Israel Public Affairs Committee (Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel) uno de los lobbies judío-sionistas más importantes del mundo. La misión de AIPAC es fortalecer, proteger y promover la relación entre EE.UU. e Israel para mejorar la seguridad de Israel y de Estados Unidos.(http://www.aipac.org/about/mission)

 

Establecido en 1951 por Isaiah L. Kenen (judío canadiense 1905-1988), durante el gobierno de Dwight DavidEisenhower, tuvo como antecedente al Comité Americano-Sionista de Asuntos Públicos (AZCPA) fundado por el mismo Kenen.

 

AIPAC es el lobby que agrupa por igual a judíos y pro-judíos sionistas republicanos y demócratas y es la primera fuerza política de presión que “rompe” las puertas de la Cámara de Representantes (Congreso  y Senado) para imponer sus exigencias en asuntos y legislación relacionados con Israel y su política de expansión, terror y muerte en Oriente Medio y el mundo.  

“Representa” a las élites judío-masónicas del poder económico, financiero, industrial y bélico que gobiernan el mundo. Tiene como tarea fundamental canalizar las aportaciones monetarias de la comunidad judía norteamericana a diversas organizaciones que trabajan en el mundo a favor del sionismo internacional y a los partidos demócrata y republicano. Algunas fuentes señalan que desde 1990 sus aportes a estos partidos habrían sobrepasado los 60 mil millones de dólares.

A sus conferencias anuales asiste el Presidente de turno de los EEUU, aparte de los dos tercios de integrantes de la Cámara de Representantes. Definida como la mayor reunión del movimiento pro-Israel, el presente año (2014) congregó más de 14.000 delegados de 50 Estados durante «tres de los días más importantes sobre el futuro de Israel», aparte de miles de participantes. Se realizó en el Centro de Convenciones de Washington en Washington, DC con asistencia de Obama.

Es importante relievar el poder de esta organización en las decisiones del gobierno estadounidense teniendo en cuenta que la población judía-sionista en Estados Unidos no llega a los seis millones, para una población total de 320 millones de norteamericanos. Pero los judíos-sionistas, constituyen lo que se llama un “electorado activo”. En un país que tiene una de las más altas tasas de abstención, esto quiere decir que el electorado judío se moviliza en masa para votar por el candidato previamente digitado por el Club de Bilderberg (igualmente sionista), más allá del color de su piel. Éste se compromete a defender los intereses del sionismo israelita bajo el lema: «Proteger a los judíos: El que no está con nosotros está contra nosotros».

 

Pero el AIPAC no sólo impone al presidente y vicepresidente norteamericanos. Lo hace también con los funcionarios en los altos cargos estatales. Los Secretarios de Estado y de Defensa, los altos mandos de las Fuerzas Armadas, de la ONU, OEA, FMI, BM, BID, USAID, CIA, DEA, la OTAN, las Embajadas, y de cuanta institución sea vital para afianzar los intereses del sionismo. No importa origen, color, filiación religiosa. De lo que se trata es de contar con un “poder permanente” que suponga la continuidad de servicio de los distintos gobiernos estadounidenses al Estado de Israel.

 

Esto explica el inmovilismo de la ONU más allá de sus declaraciones o resoluciones, de Obama y sus secretarios de Estado y de Defensa, de la OTAN. Ninguna de las instituciones del orden mundial establecido bajo el signo de Sión hará algo contrario a la estrategia del “Gran Israel” que empieza por limpiar de “gentiles” árabes la usurpada Palestina.

 

Y, ¿qué es el Gran Israel?

 

Retrotrayéndose al mito bíblico del Génesis 15:18, asume que le corresponde a Israel la propiedad de toda la tierra existente entre el Río Nilo de Egipto y el Río Eúfrates porque así se lo dijo el “Señor” a Abraham y para que esta tierra sea trasferida a sus descendientes.

 

Traído a nuestros días esto implicaría el derecho de Israel sobre los territorios de Siria, Líbano, la parte nor-oriental de Irak, la parte norte de Arabia Saudí, la franja costera del Mar Rojo, la Península del Sinaí en Egipto, así como Jordania, Palestina Cisjordania y Gaza. Estos tres últimos pasarían a constituir lo que se llamaría Palesjordán después de una limpieza étnica y de una nueva “nakba” (o éxodo palestino) similar al que ocurrió en 1948, cuando se declaró el Estado de Israel. Pero ya no de 700 mil palestinos, sino de los que queden con vida luego de la masacre actual.

 

Con relación a Cisjordania, objetivo del actual bombardeo israelí, cabe recordar que Isaac Shamir decía que era parte integral del Estado de Israel y que no sería devuelta a nadie. Shamir (judío polaco y sionista 1915-2012), fue director del servicio de inteligencia israelí Mossad, dos veces primer ministro de Israel durante los gobiernos norteamericanos de Reagan y de Bush-padre, artífice de los acuerdos con Egipto y el Líbano y mentor de Netanyahu y de su partido el Likud.

 

El “Gran Israel” no es pues otra cosa que la ambición sionista que se condice con el “Proyecto para el Nuevo Siglo Americano” (PNAC) de reconfigurar el mapa actual de Oriente Medio con Israel como el Estado hegemónico en el área para hacer frente a Irán, Rusia, Corea del Norte, dominar Euroasia y quebrar a China y la influencia en su mar meridional.

 

Suponer, por tanto, “desencuentro” alguno entre el cinismo del gobierno norteamericano y la prepotencia israelita, o entre la soberbia de Netanyahu y la verborrea del consuetudinario consejero de seguridad estadounidense Zbigniew Brzezinski diciendo que “EE.UU. tiene derecho a decidir su propia política de seguridad nacional y no seguir cual mula estúpida lo que hagan los israelíes”, es sencillamente ingenuo. Brzezinski no es sólo el judío polaco y sionista masón, fundador de “La Trilateral” que define la estrategia bélica del imperialismo sionista, sino el estratega de la guerra encubierta multicontinental primero, contra el “comunismo soviético”, y luego contra el “terrorismo” islámico. A él se deben Bin Laden, los Talibanes y el “muyahidismo” mercenario que actúa actualmente a través del EIIL y sus diferentes brazos armados.

 

El AIPAC no es sólo el gobierno de facto que dirige la política exterior de EEUU en función de los intereses israelíes, sino que representa a las élites sionistas de Israel que comparte idénticos intereses geopolíticos con las élites sionistas anglo-norteamericanas y europeas, desde la fundación del Estado de Israel en 1948.

 

Sin Israel y su arsenal bélico, EEUU no podría mantener a los Estados árabes de Oriente Próximo bajo la amenaza constante de un ataque nuclear. Tampoco podría asegurarse el servilismo de Arabia Saudita, los Emiratos árabes, la Liga árabe. El control del petróleo y el narcotráfico.

 

Sin los 3 mil millones de dólares en ayuda militar de los EEUU, el gobierno sionista de Israel no podría mantener el estado actual de terrorismo y avasallamiento de la población palestina y la usurpación de su territorio y de otros aledaños. Así está previsto en el “Memorando de Entendimiento de 2007” entre los EE.UU. e Israel, que fija en 30 mil millones de dólares la “ayuda” para el estado judío en 10 años. “Ayuda” considerada como “asistencia de seguridad para seguir afrontando las crecientes amenazas que plantean los grupos “terroristas y hacer uso de su legítima defensa”.

 

En este marco la posición de EEUU frente a Irán no es sino el resultado de la política definida por el AIPAC sobre sanciones impuestas al Estado Persa en los últimos 15 años. AIPAC acusa a Irán de lo que la triple alianza sionista anglo-norteamericana-israelí hace patrocinando las organizaciones terroristas de mercenarios en el Oriente Medio y a las que las tesis de Brzezinskidieron nacimiento. Acusa igualmente a Irán de desarrollar armas nucleares, mientras “presiona” al senado norteamericano y a la opinión pública de la necesidad de que Israel cuente con un mayor arsenal de ojivas nucleares para su legítima defensa y la defensa de EEUU y sus aliados occidentales.

 

Pero no sólo Irán forma parte de la estrategia global de AIPAC y el sionismo imperial. También los genocidios en Siria e Irak que la prensa y opinión pública parecieran haber puesto de lado. El desmembramiento de sus territorios se inscribe dentro de la endemia sionista que implica el mito hebraico al que he hecho referencia. Por eso estiman los entendidos que a Siria e Irák le seguirán Arabia Saudí y el Líbano. Y no se crea que se trata de “extremismo islámico” alguno, como la prensa farsante propala. El EIIL nada tiene que ver el Islam. Se trata de una “cruzada” de mercenarios reclutados, entrenados y  pagados por Israel, EEUU, el Reino Unido y la UE, para asegurar el control del petróleo, el gas, los minerales las drogas.

 

¿Y más allá de Oriente Medio?

En el marco de la estrategia compartida entre EEUU e Israel, que alienta y empuja el lobby AIPAC,se inscribe igualmente la masacre y el desarraigo poblacional en el sudeste de Ucrania por los mercenarios de la Guardia Nacional de Kiev convocados y entrenados por EEUU. Acción que se verá incrementada gracias a los 19 millones que el gobierno norteamericano acaba de aprobarle al de Poroshenko usando recursos del llamado “Fondo de Contingencia para la Seguridad Global (GSCF). Los millones de dólares servirán para “entrenar y equipar a cuatro empresas de mercenarios e instalar un cuartel general táctico de la Guardia Nacional de Ucrania”, según comunicó al senado norteamericano el contralmirante USA John Kirby portavoz del Pentágono. También entra, el derribo del Boeing 777 en la frontera de ucrania para generar el clima de rechazo público contra Rusia.

En este sentido, y desde una perspectiva geopolítica y estratégica de control de recursos, accesos y mercados, lo que ha empezado a recrudecer en el noroccidente de China no son hechos aislados. Me refiero al “ataque de los cuchillos” en el servicio de tren de la ciudad de Kunming, capital de la provincia de Yunnan, y a los movimientos en Xinjiang, territorio habitado por los “uigures” (musulmanes de origen turco) donde ya habría aparecido una supuesta “Brigada de los Mártires Chinos” aparentemente vinculada a la defensa de los derechos de esa población musulmana. Esta “Brigada”, ya se adjudicó la “desaparición” del Boeing de Malasia Airlines donde murieron más de 220 personas. Entre estas, 4 de los propietarios chinos de la patente de semiconductores de la empresa Freescale que ahora quedó en manos del judío masón Jacobo Rotschild. Igualmente se han atribuido el “ataque de los cuchillos” donde murieron 33 personas y más de 100 resultaron heridas.

 

Lo que no puede perderse de vista es que tanto en Xinjiang como en Kasajstan que junto con Rusia y China forman parte de la “Organización de Cooperación de Shanghái” (OCS), la “Fundación Nacional para la Democracia” (NED) norteamericana y sus ONGs subsidiarias, el Instituto Internacional Republicano (IRI), el Instituto Internacional Demócrata (NDI), entre otras, vienen realizando un intenso trabajo de sedición y terror orientado a boicotear la OCS y todo lo que tenga que ver con el suministro de gas ruso a China y, ahora último, la concreción del nuevo tratado energético y comercial Chino-Ruso.

 

La estrategia sionista está lejos de agotarse en el nuevo mapa de Medio Oriente. Pretende la derrota de Rusia y el fin del suministro de gas natural a Europa y China, el dominio de Euroasia, el cerco de China y, ¿por qué no?, el desmembramiento de su territorio. Aquí, la “guerra suave”, hace mucho que empezó.