Antes que nada un saludo Su Santidad. Le escribo porque con cierta sorpresa, leí recientemente su declaración sobre la izquierda y los pobres. Y digo con cierta sorpresa porque esta declaración contrasta un poco con su hasta ahora conocido discurso un tanto conciliador, en el que da la impresión de ser alguien que viene a cambiar cosas, tal como en el pasado se hizo con Juan Pablo II.

Su declaración dice textualmente que según su criterio «los comunistas» le «robaron» a la Iglesia «la bandera de los pobres». Y la verdad es que, luego de leer esto, muchas dudas vinieron a mi cabeza, dudas sobre a cual momento de la historia es el que a usted se refiere, cuando dice que la Iglesia Católica se preocupó por los pobres.

Así que me puse a pensar y no creo que se refiera a la edad antigua, en el marco de la sociedad esclavista, época en la que nace la Iglesia Católica fundada en el siglo IV, no por un rabí hebreo llamado Jesús, sino por un emperador romano llamado Constantino. Importante aclarar quien fundó la Iglesia porque de la versión oficialmente impuesta por el Vaticano, de que la Iglesia fue fundada por Jesús no existe la mas mínima prueba histórica, ninguna fuente oficial ni tan solo un elemento que confirme tal cosa mas allá de una pequeña frase en un libro compilado y manipulado por los sacerdotes del emperador romano Constantino, un libro hoy conocido bajo el nombre de Biblia que, fue diseñado por sacerdotes en función de los intereses imperiales de la época. Aun así, tomando este libro como fuente, el versículo sobre la supuesta fundación de la Iglesia en ninguna parte habla de eso, sino que ha sido una interpretación del Vaticano la que se impuso como versión oficial, porque ahí lo único que se habla es de una piedra y un templo, no dice nada de crear una organización como la que hoy existe.

En todo caso, difícil creer que cuando la Iglesia Católica nace en el siglo IV como producto de un pacto netamente político en favor de los intereses del emperador, haya sido esa época a la que usted se refiere. Por el contrario de lo que si hay testimonio escrito, que dejaron los cronistas de la época, es de la quema de bibliotecas y toda clase de templos no cristianos por parte de la para entonces naciente jerarquía eclesiástica católica, creo que eso no fue una buena defensa de los pobres.

Pero mucho menos lo fue, lo que vino después en le edad media, cuando la Iglesia Católica se erigió en el pilar fundamental de la sociedad feudal, estableciendo en esa época la doctrina del «derecho divino de los reyes», doctrina según la cual los reyes eran reyes porque «dios» así lo quería, de manera que según la Iglesia, oponerse a la monarquía no era oponerse a un déspota humano sino oponerse al mismo «dios». Con tan absurdo cuento la Iglesia se convirtió en el gran poder supranacional de la edad media, el gran poder que regia las relaciones entre los diferentes reinos dado que, para que un reinado fuese «legitimo» tenia que ser oficializado e investido por el rey de reyes de la época: El papa. Pero además la Iglesia pasó a controlar todo lo relativo a la vida cotidiana de la gente, puesto que no existía la legislación civil tal como la conocemos hoy, de manera que la única forma de oficializarle un nombre a un hijo era bautizándolo por la Iglesia, la única forma de cazarse era en la Iglesia, y pare usted de contar. Semejante control sobre las sociedades fue el génesis del posicionamiento que como «región oficial» aun tiene el catolicismo en muchos países.

Como ve, difícil creer que fuera en esa época que la Iglesia se preocupara por los pobres, difícil creerlo en esa época en que la Iglesia legitimaba a las monarquías, y los sacerdotes realizaban juicios y cobraban impuestos acompañados de soldados, esa época en la que buena parte de los Cardenales eran miembros de las casas de la nobleza europea, y se mataban unos contra otros para incidir en las elecciones papales.

Y si me resulta difícil creer que se preocuparon por los pobres ahí, menos voy a pensar que lo hicieron en lo que vino después, cuando los pueblos de América Latina lucharon para constituirse en naciones libres e independientes, y la Iglesia -como siempre en defensa de los intereses de los ricos y poderosos- luchó denodadamente por evitar la independencia de las nacientes republicas hispanoamericanas. Aquí tuvimos dos grandes pilares de nuestra independencia que fueron Simón Bolívar y Francisco de Miranda. A Bolívar ustedes lo ex-comulgaron y le dieron la directriz a los sacerdotes en nuestro suelo para que se opusieran y se dedicaran a sabotear la lucha independentista de los patriotas, a Miranda no hizo falta que lo excomulgaran, de Miranda la Iglesia le decía al pueblo que era el demonio en persona y que se trataba de un «hereje», gracias a la campaña contra Miranda, el día de su heroico desembarco en Coro en agosto de 1803, la ciudad estaba vacía y solo lo recibieron dos esclavos y una mujer afrodecendiente acusada de homicidio.

Por si tiene alguna duda sobre el papel jugado por la Iglesia durante la conquista, la colonización y la lucha independentista, puede buscar las encíclicas papales en la que la Iglesia Católica oficialmente condena la lucha de nuestros próceres, busque la Encíclica Etsi Longgismo (1816) de Pío VII en la que el papa incluso responsabiliza a Simón Bolívar por los «dramáticos hechos» que «ensangrentaron América» y puede buscar también la encíclica Etsi Iam Diu (1824) de León XII… O si lo prefiere busque la propia declaración de guerra leída por Cristóbal Colon cuando pisó este continente, en la cual anuncia toda clase de crímenes en nombre de «la Iglesia y vuestras majestades», declaración que de paso, fue leída en español como si nuestros antecesores indígenas hubiesen tenido idea de lo que les estaban diciendo.

Como podrá ver Su Santidad hasta aquí creo que no hay mucho de la Iglesia en favor de los pobres en ninguna parte, sigamos adelante a ver, aunque creo que tampoco viene nada bueno, porque lo que sigue después de este periodo es el establecimiento del Capitalismo como modelo socio-económico hegemonico, con su nueva forma de explotar a los pobres, que ya no eran esclavos ni siervos, sino que pasaron a ser trabajadores que deben vender su fuerza de trabajo si desean sobrevivir. De esta nueva forma de explotación se evidenciaron las miserias del Capitalismo en sus propios orígenes, lo que provocó el nacimiento de la Izquierda, ese nuevo movimiento consciente, que caracteriza y determina las causas de la miseria generada por el Capitalismo, y alza la bandera en defensa de los trabajadores explotados. De esta lucha surgen los Sindicatos, nuevas organizaciones que bajo el fundamento teórico y análisis critico de la Izquierda, colocan al Capitalismo y sus miserias contra la espada y la pared… pero justo en ese momento aparece “Su Santidad” León XII con su encíclica “Rerun Novarum” en la que explica cosas como esta: “Establézcase por tanto, en primer lugar que no se puede igualar en la sociedad civil lo alto con lo bajo. Los Socialistas lo pretenden, es verdad, pero todo es tentativa contra la naturaleza de las cosas” “Si algunos alardean que pueden lograrlo; si prometen a las clases humildes una vida exenta de dolor y de calamidades, llena de constantes placeres, esos engañan al pueblo y construyen un fraude (…) el fin de las adversidades no se dará en la tierra, porque los males consiguientes del pecado son ásperos, duros y difíciles de soportar y es preciso que acompañen al hombre hasta el ultimo día de su vida”.

Ya en siglo XX, el Capitalismo genera una nueva forma de gobierno, igualmente al servicio de los ricos y poderosos, y con criterios de la libertad mucho mas acorde con lo que había sido el despotismo feudal tan bendecido por la Iglesia: la dictaduras de ultraderecha. Se trataba de regímenes, en su mayoría clero-fascistas, que siempre contaron con la bendición del Vaticano. En Venezuela comenzamos el siglo XX con el dictador Juan Vicente Gómez, tremendo déspota retrogrado, servil al gran capital extranjero y a las potencias colonialistas de siempre, este dictador fue condecorado por la Iglesia Católica con la Gran Cruz de la Orden Piana. Luego vino Marcos Pérez Jiménez, otro dictador clero-fascista ya no tan retrogrado hay que decir, pero igual dictador, cuyo régimen celebraba cada año la «Semana de la Patria» semana festiva en honor a la dictadura en la que la Jerarquía Eclesiástica participaba de manera tan beligerante que hasta una figura de la Virgen María desfilaba encima de un taque de guerra, sin olvidar los «Te Deums» que se hacían en las iglesias para celebrar la existencia de la dictadura.

Pero lo que vivimos en Venezuela realmente se quedó pequeño con el apoyo que la Iglesia Católica brindó a las mas grandes dictaduras de ultraderecha a nivel mundial, como fue el caso Benito Mussolini en Italia, quien siempre contó con el apoyo del Papa Pío XI, haciendo honor al Pacto de Letrán, pacto firmado entre el régimen totalitario de Mussolini y la autodenominada «Santa Sede» en 1929. Del mismo modo hay que recordar la dictadura de la Junta Militar en Argentina con Videla y compañía, dictadura en la que sacerdotes participaban en los interrogatorios que mediante torturas se realizaban contra a los presos políticos. También está el recuerdo de la afinidad existente entre el dictador Pinochet y el Vaticano, cuya máxima expresión fue la visita de Juan Pablo II a Chile y su foto junto al Dictador, tanto aprecio le tenían que después de su mandato, cuando se lo llevaron preso, el Vaticano pidió la liberación de quien fuese responsable de la muerte de miles de chilenos. Por su puesto imposible no mencionar al «Caudillo de España por la Gracia de Dios» titulo con el que la Iglesia Católica denominó a Francisco Franco, responsable de la Guerra Civil española que dejó cientos de miles muertos, por negarse a reconocer la voluntad popular expresada en la abolición de la monarquía y el establecimiento de la Republica, propuesta lanzada por la izquierda española y refrendada democráticamente por la mayoría del pueblo español, pero que el clero-fascismo no aceptaría, trayendo como consecuencia no solo la guerra, sino la posterior instauración de la cruenta dictadura de Franco, que terminaría por restituir a la Casa de los Borbón nuevamente al frente de la monarquía española. Y por ultimo, no podía quedarse fuera: Adolfo Hitler, a quien la Iglesia bendijera con la firma del Concordato en Julio de 1933, cuyo firmante fue el entonces Cardenal Eugenio Pacceli, quien mas adelante seria nombrado «Sumo Pontífice» por expresa influencia de los nazis, siendo luego conocido como Pío XII «El Papa de Hitler».

Como verá Su Santidad, no encuentro en donde fue que la Iglesia apoyó a los pobres, de manera que debo volver atrás, asumiendo como hecho histórico -cosa que no es así como ya expliqué al comienzo- que la Iglesia realmente hubiese sido fundada por el Jesús de los Evangelios, pero es que Jesús en los evangelios es otro legitimador de la pobreza y la esclavitud con sus características parábolas en las que el «amo» premia a los «siervos» que le obedecen o castiga a los que lo desobedecen, historias en las que en lugar de proponer una abolición de la esclavitud se legitima la explotación los ricos sobre los pobres, como en Lucas 12:4 que dice: “Así es que aquél esclavo que habiendo conocido la voluntad de su amo no obstante, ni puso en orden las cosas, ni se porto conforme quería su señor recibirá muchos azotes». Y solo puse un ejemplo de las incontables veces que no solo en el Evangelio sino en todo el Nuevo Testamento lo que se promueve es la legitimación de la esclavitud y la resignación ante esta, y eso que yo sepa está miles de años luz de defender a los pobres.

Porque ahí llegamos a lo que puede ser el meollo del asunto en términos conceptuales Su Santidad, y es que el catolicismo y el cristianismo en general lo que proponen en su ámbito mas positivo es la «caridad». ¿Eso es lo que usted cree que es una bandera de la izquierda? No Santidad! A diferencia de la Iglesia y el cristianismo, la Izquierda no propone «caridad», porque el concepto de «caridad» lo que implica es que existan ricos y pobres, y que los ricos le den sus migajas a los pobres. La Izquierda en cambio, lo que propone es una nueva sociedad en la que nadie sea pobre, cosa que es muy diferente. «Bienaventurados los pobres porque de ellos es el reino de los cielos» fue durante siglos la consigna con la que la Iglesia manipuló a los oprimidos, y mientras los pobres llegan al cielo un grupo de empresas trasnacionales entre las que se encuentra el Vaticano S.A. -empresa del Vaticano- conjuntamente con los gobiernos de las potencias colonialistas de siempre, hacen lo que les da la gana con los pueblos del mundo, sin importar la vida de millones que padecen la pobreza y la explotación.

Y en el párrafo anterior dije que ese era su aspecto mas positivo, porque en su aspecto central la Iglesia lo que ha promovido es el temor, con un dogma que tiene como fundamento el miedo al castigo en el «otro mundo», y de ese miedo se han valido durante siglos las clases dominantes para mantener en la pasividad a los pueblos oprimidos, se trata de la esclavitud del alma, ninguna forma de esclavitud puede ser mas vil que esta.

Nosotros, quienes militamos en la causa de la izquierda, trabajamos por construir una nueva sociedad en la que exista igualdad de condiciones para todas y todos, con calidad vida pero no para unos pocos ni tan poco «en el otro mundo» sino aquí mismo en el presente, en esta tierra, aquí y ahora.

Y le aclaro que no soy ateo, porque aquí no se trata de negar la espiritualidad. Pero creer que la divinidad es un rey esclavista sentado en un trono esperando para juzgar a millones de seres que él mismo creó, para enviarlos a un fuego eterno, creer eso en el contexto social de hace dos mil años era comprensible, pero creer eso hoy, después de todo lo que la humanidad ha descubierto desde entonces, es algo que ya se va cayendo por lo absurdo.

Su Santidad mucha gente le sigue y le venera, y le observa como algo positivo dentro de la Iglesia, algo parecido a Juan Pablo II a quien se nos vendió como un renovador de la Iglesia, pero personas como usted y como yo sabemos que Juan Pablo II no fue ningún renovador, porque su pontificado fue, en lo religioso ortodoxo y en lo político fue conservador. Juan Pablo II fue la respuesta de la Iglesia en un momento de descrédito porque en Europa había sido demasiado evidente el apoyo del Vaticano a los nazis y a los fascistas, además del evidente asesinato de Juan Pablo I por anunciar que destaparía la olla de corrupción en el Vaticano, así que para lavarse la cara el Vaticano seleccionó a alguien que venia de ser actor de teatro en su juventud lo cual le daba buen manejo de las multitudes. En ese sentido lo que si hizo Juan Pablo II fue redimensionar el alcance de la Iglesia, convirtiendo los encuentros religiosos en grandes eventos multitudinarios de extraordinario alcance mediático. Pero a la par de eso hizo cosas como bendecir el proyecto de guerra de las galaxias de la Casa Blanca, apoyar la primera guerra del golfo o promover el neoliberalismo como supuesta salida a la pobreza, además claro está, de su profundo desprecio por la izquierda y su gran complicidad con regímenes de derecha y ultraderecha. Se trata de una reciente estrategia de los grandes centros de poder mundial cuando el descredito es muy grande, como hizo la Casa Blanca “eligiendo” a Barack Obama, su primer presidente de “color” generandole a muchos la sensación de que cambiaría muchas cosas pero nada cambió. En ese sentido ahora la Curia Romana lo elige a usted como Sumo Potifice, lo que se trata de el “Primer Papa Latinoamericano”… ese que por ser Latinoamericano algunos imaginan que de verdad pudiera cambiar algo…pero hasta ahora yo no veo que usted haya cambiado nada ni pretenda hacerlo de manera real, no obstante, yo puedo estar en un error, pero eso lo demostrarán son los hechos, no las palabras, y si quiere comenzar con hechos tiene mucho por donde empezar: ahí están las invaluables obras de arte del Museo del Vaticano, que de paso no sabemos que hace el Vaticano con un Museo como ese porque hasta donde sabemos el Jesús de los Evangelios fue predicador no coleccionista de arte, y además ahí están también las fortunas que cada año la Iglesia invierte comprando acciones de grandes empresas y jugando en las principales bolsas de valores del mundo, cosa que también extraña porque Jesús tampoco fue corredor de bolsa. Venda todas esas obras de arte y venda todas las acciones que el Vaticano tiene en grandes corporaciones, y con esa incalculable fortuna muy posiblemente usted tendrá el capital para desarrollar politicas reales dirigidas a desparecer la pobreza extrema en este mundo, hágalo y yo seré el primero reconocérselo a usted y darle eterna gratitud a la Iglesia, pero mientras solo hable, todo lo que usted haga será solo eso: palabras hacia los pobres, mientras vive en un palacio rodeado de lujos sin hacer nada por cambiar la realidad de nadie.