Con la excepción hecha de los EEUU, Venezuela es, sin duda alguna, el país del mundo que más cobertura mediática recibe en la sección de política internacional de los medios españoles, muy por encima de cualquier otro país de América Latina, e incluso muy por encima de los principales países de la Unión Europea o de potencias mundiales como Rusia, Japón, China o India. Comparar, por ejemplo, la cobertura informativa que los medios españoles dan a Venezuela en relación a algunos países miembros de la Unión Europea, especialmente a los países provenientes del Este continental, es simplemente sorprendente. Todo ello a pesar de que se supone que con estos países europeos estamos compartiendo un mismo marco político-económico en el cual los acontecimientos políticos y/o económicos que en ellos acaeciesen deberán afectarnos de manera directa de una u otra forma, aunque solo sea por el modo en como se deben repartir los fondos europeos destinados a la financiación del proceso común de integración, mientras que los únicos lazos que nos unen con Venezuela son los que se desprenden de un pasado colonial de explotación y saqueo de los recursos autóctonos, así como algunos otros referidos a los nuevos mecanismos de neocolonización económica aplicados de manera sistemática por las grandes empresas españolas que operan en la zona. Teniendo en cuenta solamente la ediciones en prensa escrita e internet de los cinco principales diarios españoles, todas las semanas se publican como mínimo del orden de unas 10 o 20 noticias, artículos o editoriales referidas a la actualidad venezolana, mientras que la información referente a estos otros países europeos apenas si aparece a cuentagotas, siendo totalmente inexistente durante semanas enteras.
Así pues, por más que alguien nos lo quisiese explicar racionalmente, resulta difícil entender esta obsesión que los medios españoles tienen con Venezuela, salvo que aceptemos la idea de que lo que prevalece en estas continuas coberturas mediáticas no es el afán informativo si no la estrategia político-económica, el terrorismo mediático y la guerra de cuarta generación. Cuando uno se va a un análisis de estas publicaciones y comprueba que prácticamente el 100% de ellas hacen alusión, de una u otra manera, al gobierno venezolano (es de creer que en Venezuela hay una vida social y cultural más allá del gobierno, de la oposición y de la política en general), la suposición se convierte en una verdad. Y cuando, tras profundizar aún más en ese análisis, comprobamos que el 100%de esas informaciones sirven para atacar, desprestigiar, humillar o ridiculizar a Chávez, su gobierno o el movimiento bolivariano en general (en lo que en otro artículo he venido a llamar como “pesca de arrastre mediática”[1]), la verdad se convierte en verdad absoluta, innegable.
Pero, si bien es cierto que todos los medios capitalistas españoles se mueven en esta misma línea editorial estratégica (tal vez con la puntualización del socialdemócrata Público, que al menos muestra algo más de pluralidad sin dejar por ello de moverse en los mismos márgenes), es el diario El País el que se lleva la palma. Lo de este diario con Chávez de verdad que no es normal. Es obsesión, pura obsesión. No pasa una semana sin que saquen algún tipo de publicación referida a Venezuela que no haga temblar los cimientos de la ética periodística más elemental. Desde los mismos comienzos de la revolución bolivariana, el diario El País se convirtió en el principal enemigo de Hugo Chávez allende las fronteras venezolanas y aun con tanta virulencia como los propios enemigos internos de la revolución bolivariana o más. Desde entonces, noticias, artículos y editoriales han sido publicados de manera continua siempre en una misma dirección, sin cesar las hostilidades en ningún momento, es más, aumentando el tono de las mismas según las circunstancias políticas del país se iban recrudeciendo. El último ejemplo lo podemos encontrar en el editorial publicado el pasado domingo 12 de abril bajo el título “El rumbo de Chávez[2]”. Desde luego, la elección de la fecha no es ningún casual, justo cuando se cumplen siete años de los acontecimientos de abril de 2002, y prácticamente coincidiendo en fecha con aquel otro glorioso editorial (“Golpe a un Caudillo”, 13-04-2002), en pleno golpe de Estado fascista, que ha quedado para la historia de las inmundicias periodísticas de mayor calado, y que curiosamente ha sido eliminado de la hemeroteca on line del diario[3] (lo pueden encontrar aquí[4]).
No entraré aquí a desentrañar las patrañas esgrimidas por el diario El País en su nuevo y brillante editorial, algo que ya ha hecho de manera más que acertada Javier Adler[5], en un interesante artículo publicado en la tarde del domingo en Kaosenlared.net y al día siguiente en Rebelión.org. Simplemente, a modo de complemento del artículo del compañero, me limitaré a señalar el trasfondo que subyace bajo las líneas explícitas del editorial, un trasfondo que viene siendo el mismo desde hace diez años, pero que, aún así, no debe dejar de escandalizarnos. En concreto, son tres los aspectos que se dejan ver de manera significativa en la estrategia mediática marcada por El País en este editorial, una estrategia que se repite periódicamente en toda su línea periodística: 1) El irrespeto por la democracia venezolana y sus instituciones, 2) La apología de la impunidad, 3) El golpismo. Nada nuevo bajo el sol, que diría el otro.
Evidentemente, la línea argumentativa seguida por el diario español en su editorial, únicamente puede ser comprendida si aceptamos que para El País la separación de poderes es algo que no existe en la democracia venezolana. Sólo así se puede entender cómo es posible que sea Chávez mismo quien tenga la responsabilidad última de encarcelar a determinados ciudadanos venezolanos acusados de quebrantar las leyes de la República, bajo acusaciones de corrupción. Lo que en cualquier otro país del mundo democrático sería una decisión cuya responsabilidad quedaría en manos de los garantes del poder Judicial, en Venezuela pasa automáticamente a ser responsabilidad del Jefe del Estado y presidente de la República. La justicia venezolana, por ende, no existe, es simplemente un instrumento más en manos de Chávez. La democracia venezolana, por ende también, es una falsa, pues ninguna verdadera democracia puede funcionar de esta manera. Si no hay separación de poderes, si los jueces no pueden hacer su trabajo de manera independiente, si el gobierno tiene la capacidad de manipular la justicia para perseguir indiscriminadamente a sus oponentes políticos, no puede haber democracia. Esa es, sin duda, la moraleja más explícita que implícita, bastante directa, que nos deja para la historia El País en su editorial. La democracia Venezolana por tanto no es más que una pantomima en manos de Chávez, y Venezuela, en consecuencia, una República Bananera en manos de un tirano.
Curiosamente, el diario El País parece haber olvidado que en fecha de 05 de agosto del 2008, la Corte Interamericana de Derechos Humanos emitió una sentencia[6] en la cual, con vistas a resolver una demanda presentada contra el gobierno Venezolano, en los párrafos del 96 al 108, en un apartado especialmente titulado “6.1 Independencia del Poder Judicial en General” reconoce, entre otras cosas, lo siguiente “Teniendo en cuenta todo lo anterior, la Corte sólo puede constatar que, en efecto, se aumentó el número de magistrados del TSJ y que hubo ciertas declaraciones de funcionarios públicos o de miembros del Poder Judicial. Sin embargo, lo anterior no permite a la Corte tener conclusión alguna respecto a la existencia de una injerencia del Ejecutivo en el Poder Judicial en su conjunto. Tampoco queda probado en el expediente del presente caso que el Poder Judicial haya sido “depurado” ideológicamente. Por estos motivos, con las pruebas obrantes, la Corte no encuentra demostrado que el Poder Judicial en su totalidad carezca de independencia”. Chupa del frasco, Carrasco. Claro que, si tenemos en cuenta que el propio diario El País no publicó ni una sola noticia referida a dicha sentencia desde el momento de su resolución hasta la fecha, tampoco nos debe extrañar que los editorialistas del periódico hayan pasado por alto este insignificante detalle, puesto que es bastante probable que ni siquiera lo conozcan o de lo contrario, a la vista del interés obsesivo del diario por Venezuela, algo habrían publicado. Por otro lado, es bastante curioso que un diario con sede en España, un Estado cuyo CGPJ es elegido a dedo por los partidos políticos mayoritarios[7] según los méritos obtenidos por actuaciones previas en defensa de los intereses políticos de uno u otro partido mayoritario[8] (por ahí andan ahora la Jueza del caso del “ácido bórico” o un miembro de la sala que en su momento absolvió a Juan Guerra), o cuyo Tribunal Constitucional afronta sus causas no en virtud de los contenidos jurídicos de las demandas, sino mediante la correlación de fuerzas políticas entre magistrados próximos a las tesis de unos u otros partidos políticos (caso paradigmático es el tema aún pendiente de la constitucionalidad o no del estatuto de Cataluña, asunto que ha ido pasando por diferentes etapas según la constitución del tribunal, en sus dimes (I)[9] y diretes (II)[10], estaba formada por más o menos magistrados de uno u otro lado político), se atreva a cuestionar la independencia del Poder Judicial en Venezuela o la calidad de su sistema democrático mientras no hace lo mismo con su propio país, de no ser, claro está, porque los prejuicios imperialistas respecto de los países de América Latina, ese sentimiento de que siguen siendo parte del Imperio Español y países incapaces de gobernarse por sí mismos, sigue estando plenamente presente en los nuevos propulsores del neo-colonialismo español en la región, de los cuales el diario El País es uno de sus ejemplos más significativos.
El irrespeto que El País manifiesta por la democracia Venezolana en este editorial es evidente, más aún si tenemos en cuenta que únicamente les ha faltado llamar irresponsables o analfabetos funcionales a los millones de venezolanos que votan por Hugo Chávez, permitiendo así que “un régimen perfectamente totalitario salga de las urnas y gane referendos”. A El País, en realidad, le gustaría poder votar por todo ellos, se ahorraría así mucho esfuerzo en tener que estar manipulando continuamente la mente de millones de personas para que así algún día pueda salir la opción política que más sumisa, lacaya y servicial sea en defensa de sus negocios y sus intereses económicos en la zona.
Pero si bien esta mentalidad imperialista y esta falta de respeto por la democracia venezolana son preocupantes, mucho más lo es la apología de la impunidad por la que aboga El País en su línea editorial últimamente. Pareciera que el ser opositor a Chávez da derecho a hacer todo lo que a uno le apetezca y no tener que rendir cuentas a nadie, mucho menos a la justicia, aún cuando uno se haya dedicado a robar y esquilmar el dinero público para su propio beneficio y el aumento de su patrimonio personal. Si uno es un destacado opositor al gobierno venezolano actual, para El País los delitos por corrupción pasan a ser entonces delitos políticos, y los procesos judiciales para castigar a los corruptos pasan igualmente a ser procesos políticos para eliminar adversarios de la oposición. Lo que en cualquier otro país del mundo sería un acto de justicia para defender los derechos del pueblo y el bienestar de la democracia, en Venezuela es muestra de un régimen tirano que persigue de manera sistemática a la oposición y que utiliza para ello todos los recursos del Estado al alcance de su mano. La detención de un político acusado de corrupción, siempre que sea de la oposición claro está, es vista por El País como una persecución política, y el susodicho, en consecuencia, en lugar de un vulgar corrupto pasa a ser de facto un preso político. Incluso los policías metropolitanos acusados y condenados recientemente por asesinar a decenas de personas durante los nefastos acontecimientos del golpe del Estado de 2002 son susceptibles para El País de entrar en esta categoría de presos políticos, tal y como se refleja en una noticia publicada hoy mismo por dicho diario[11] y que continúa la línea trazada por el editorial del pasado domingo: “La oposición ha repudiado la condena judicial a los jefes policiales que participaron del golpe de Estado y afirmado que ésta forma parte de la «arremetida judicial» del Gobierno contra sus opositores. Los disidentes incluyen en esa «arremetida judicial» la detención, la semana pasada, del ex ministro de Defensa Raúl Isaías Baduell, artífice del regreso de Chávez al poder tras el golpe de abril de 2002 y devenido opositor, que desde finales de 2008 hace frente un caso de supuesta corrupción”. Así pues, para El País, los delitos cometidos en el desempeño de su labor por políticos de la oposición o cargos policiales que actúen bajo el mandato de éstos, deben quedar impunes o ser tratados como actos de represión política, pues, al parecer, es imposible que estos buenos ciudadanos de la oposición puedan cometer realmente los delitos de los que se les acusa. Ni un mínimo margen para entender estas detenciones como un acto de justicia nos da El País, tal y como queda patente en la editorial que venimos analizando. Por otro lado, esto tampoco debería sorprendernos demasiado, ya que es por todos sabido que para gozar de total impunidad en sus quehaceres en América Latina, políticos, activistas, policías y militares únicamente han tenido que ponerse del lado de los intereses imperialistas en la zona, como queda demostrado por tantos y tantos casos desde México hasta Argentina, con el caso de Posada Carriles o tantos otros ejemplos como modelos paradigmáticos. Es más, si Chávez realmente tuviese intención de perpetuarse en el poder y tener total impunidad a la hora de eliminar a sus oponentes políticos y de manejar con manos de hierro todos los resortes del poder, únicamente debería ponerse del lado del imperialismo y todo lo demás ya vendría por sí solo, como así ocurriese en toda Centro América, Chile, Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, la propia Venezuela de la IV República, y tantos otros ejemplos de la región.
Por último, en lo que de verdad parece no haber variado un ápice El País desde 1998 a esta parte, es en su actitud ante el golpismo. Ya hemos mencionado antes el aberrante editorial del 13-04-2002, donde el diario mostró su expresión más fascista y reaccionaria, pero ni si quiera después de aquello parecen haberse arrepentido de mantenerse firmes en su discurso pro-golpista. Un golpismo que, claro está, debe contar con la colaboración y apoyo de las Fuerzas Armadas Venezolanas si pretende ser una alternativa real para derrocar a Chávez, tal y como quedó de manifiesto en el fallido golpe de Estado de 2002. Es por ello que a El País le debe molestar tanto que Chávez pretenda eliminar los elementos fascistas y pro-golpistas que aún puedan pervivir en el interior del ejército Venezolano, acusándolo de querer poner el estamento militar al servicio de la revolución y de querer sustituirlo por “un cuerpo de voluntarios que cumplirían las funciones tradicionales del Ejército, aunque desde una fidelidad absoluta a su persona”. Parece ser que a El País le atormenta la idea de un ejército fiel a la democracia Venezolana, respetuoso con la legalidad de la República, un ejército, por ende, fiel al presidente de la República en tanto que garante máximo de la legalidad establecida, sea cual sea éste. El País, sin duda, prefiere la opción de un ejército presto y dispuesto a sublevarse contra Chávez en cuanto reciba las órdenes pertinentes de los opositores venezolanos, el pentágono o el propio El País. Será por eso que a El País no le parecieron ni interesantes ni preocupantes las recientes declaraciones de un destacado opositor y actual Alcalde del Distrito Metropolitano de Caracas, Antonio Ledezma, llamando a los miembros del ejército venezolano a la insubordinación y la desobediencia, o, lo que viene a ser lo mismo, a la predisposición al golpe de Estado cuando así se lo ordenen desde los políticos opositores, el pentágono o el mismo El País. Será por eso además que desde El País pretenden hacernos creer que los ejércitos de los países imperialistas, como EEUU o la propia España, no están al servicio de los intereses políticos y económicos de la burguesía autóctona, que la función de éstos no es otra que la de salvaguardar el orden democrático y los derechos y libertades de los ciudadanos. Será por eso también que los profesionalizados ejércitos capitalistas no son vistos por El País como milicias al servicio de la Burguesía imperialista, aún cuando el ejército Venezolano jamás haya operado más allá de sus fronteras buscando apropiarse de los recursos económicos de terceros países, o haya servido, en época de Chávez, para reprimir al pueblo, mientras tales actos son prácticas habituales de los democráticos ejércitos en los principales países capitalistas. Será por eso, en definitiva, que a El País le parece una amenaza que Chávez pretenda depurar de elementos golpistas y fascistas a las Fuerzas Armadas Venezolanas, mientras que los altos mandos militares que llevaron a cabo la proclamación fascista del 11 de abril de 2002 fueron llevados a su portada sin una sola acusación o reprimenda el 12 de abril de 2002[12], no por casualidad justamente siete años antes de que el diario haya escrito su nuevo editorial menospreciando a la democracia venezolana, haciendo apología de la impunidad y volviendo, una vez más, a lanzar una proclama implícita a favor del Golpe de Estado para acabar de una vez con el régimen del tirano y su caudillismo anti-democrático.
[1] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=82460&titular=pesca-de-arra
[2] http://www.elpais.com/articulo/opinion/rumbo/Chavez/elpepiopi/20090412
[3] http://www.elpais.com/articulo/opinion/Golpe/caudillo/elpepiopi/200204
[4] http://www.escolar.net/MT/archives/2004/11/golpe_a_un_caud.html
[5] http://www.kaosenlared.net/noticia/asi-construye-pais-imagen-dictador-
[6] http://www.corteidh.or.cr/casos.cfm?idCaso=292
[7]http://www.publico.es/agencias/efe/149408/candidatos/cgpj/deben/pr
[8] http://www.publico.es/espana/149654/pp/coloca/cgpj/jueza/acido/borico
[9] http://www.cadenaser.com/espana/articulo/sector-conservador-constituci
[10] http://www.elmundo.es/elmundo/2008/05/18/espana/1211133487.html
[11]http://www.elpais.com/articulo/internacional/revolucion/eterna/co
[12] http://www.elpais.com/archivo/hemeroteca.html?cals=0&day=12&mo