Carlos Bolaños
Muchas han sido las hipótesis e intentos de explicar porqué los jugadores de la selección de fútbol argentino no pudieron ganar a sus rivales alemanes la final de la copa del mundo Brasil 2014.
Hay quienes ensayaron argumentos de todo tipo, cansancio, falta de suerte, lesiones, error en los cambios del técnico Sabella, un error de la defensa al momento del gol alemán (en especial del jugador argentino DeMichelis quien jugara en Alemania), no estar a la altura emocional del partido, falta de cojones, pánico escénico de algunos jugadores (Messi, Palacios, Aguero), error de cálculo (Higuaín), falta de reflejos al momento del gol (Romero), lesiones psicosomáticas (Di María), dudas tácticas del técnico argentino.
Lo cierto y con un fixture considerado muy facil para el team argentino, solo se encontró con rivales importantes en semifinales (Holanda) y fianales (Alemania), a quines no pudo vencer en 120 minutos en cada partido. Queda entonces por analizar otras causas que pudieron ser pertinentes de considerar en el subcampeonato argentino y campeonato alemán en tierras sudamericanas.
Hacía 24 años que la selección argentina no llegaba a una final: la última fue en Italia 90, jugando precisamente contra Alemania, cuando con un penal inexistente cobrado por el árbitro Codesal, el equipo de Alemania se alzó con su tercera copa mundial frente al equipo de Maradona.
En el 94 en EE UU, el eqipo argentino contaba con el mejor seleccionado de todos los tiempos y la FIFA sacó del torneo a Diegoacusándolo de dóping positivo (hecho que en tierras norteamericanas y con los médicos y científicos de FIFA, es dudosa su factibilidad). Allí, el Campeón fue finalmente Brasil.
Ahora, en vísperas de elecciones en Brasil con Dilma como favorita, con el gobierno de Cristina Kirchner acosado por los Fondos Buitre y con el gobierno alemán y su Troika interviniendo a países de la UE, las hipótesis de este autor se inclinan por un accionar intencionado de los mafiosos directivos de la FIFA en lograr sutilmente el campeonato de Alemania (con Merkel presente en el estadio), conseguir la derrota abrumadora de Brasil en su propia tierra y finalmente con imperceptibles decisiones arbitrales (el árbitro dirigió casualmente a la Argentina tres veces en mundiales, hecho que lo condicionó a la hora de cobrar ecuánimemente) dejar sin chances al equipo de Messi y Mascherano.
De no ser así, y con todos los jugadores «trabajando» en equipos europeos, nos quedaría pensar que la colonización mental de estos jugadores hicieron que naturalizaran la superioridad germana y que en los momentos decisivos del partido, mermaran la confianza en sus propias posibilidades, tal vez de los superiores mecanizados «panzer» teutones, que lejos de su tierra conquistaron las Américas por primera vez en la historia de los mundiales, como parábola de la dominación sobre los pueblos oprimidos por el capitalismo salvaje que todo lo puede, incluso en un simple juego de fútbol.