Dólar por Dólar

 

Nicolás Álvarez Guevara

 

En los últimos días hemos asistido a un verdadero  culebrón argentino relacionado con el litigio entablado por los fondos de inversión contra el Estado Argentino quienes no han decidido en el pasado ingresar a la reestructuración de los bonos de deuda externa argentina promovida por los gobiernos de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner para cancelar la deuda resultante de la debacle financiera de 2001.

Los especuladores «fondos buitres» compraron bonos por 48 millones de dólares y lograron en la jurisdicción de la Corte de Nueva York una sentencia de cobro por 1500 millones de dólares.

¿Pero quién creo las condiciones legales para que estos perversos y mafiosos fondos buitres lograran obtener ganancias extraordinarias a partir de la compra de bonos de deuda soberana Argentina?

La verdad verdadera que se oculta en el relato oficial sobre la «batalla contra los Fondos Buitres» es que cuando se emitieron esos títulos, se habilitó a que esa deuda se pudiese reclamar en tribunales extranjeros como Estados Unidos o Londres.

 El gobierno argentino omite señalar que el que habilitó a que se demande en tribunales del exterior fue el propio Estado argentino, no fue solo el menemismo y la Alianza De La Rua-Cavalo, porque los canjes de deuda de 2005 y 2010 que se hicieron durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner  permitieron y convalidaron la cesión de soberanía jurídica para que un tenedor de títulos de la duda pública argentina demande al país fuera de su territorio nacional.

Esta cesión de soberanía ocurre sin embargo con otros ámbitos de temas internacionales como en el Consejo de Seguridad de la ONU, tratados de comercio en la OMC, acuerdos de propiedad intelectual en ADPIC-OMPI, Corte Penal Internacional, Comisión interamericana de DDHH y una serie de organismos controlados por los Estados Unidos -G7 que tienen maniatado a gran parte de los países del mundo globalizado capitalista, defendido por la propia presidenta Cristina Fernández más de una vez desde de que asumiera su primer mandato en el año 2007.

Así, su «capitalismo serio» pregonado logró que en la última década se pagaran con los dólares del pueblo argentino unos 50.000 millones a los organismos internacionales (FMI, BM, Club de París más REPSOL) y 80.000 millones a los acreedores privados, aunque otros cálculos elevan ese total a 173.000 millones de dólares.

El doble discurso logró que mientras el gobierno exhibía como un éxito la política de comportamiento de “pagador serial”, las reservas internacionales del Banco Central de Argentina cayeran y las salidas de capitales de las empresas transnacionales y los especuladores financieros buitres y no buitres, sumaban otros 80.000 millones.

Tal debacle en las decisiones adoptadas por la Presidenta y su equipo económico, quienes ahora se victimizan frente a los voraces fondos buitres y buscan respaldo internacional para no caer en Defalut el próximo 30 de julio, oculta de manera aviesa el rotundo fracaso de la política del gobierno más pagador de deuda externa de toda la historia argentina en tan pocos años y revela un grado de estafa moral hacia el pueblo argentino y los hermanos latinoamericanos que en apariencia ven a un gobierno acorralado por un Juez norteamericano a quien en realidad el propio gobierno argentino le dio el poder de decidir en las propias entrañas del imperio que la Argentina continúe pagando serialmente a legales fondos buitres con dinero de los argentinos.

 

Mientras tanto, los argentinos experimentan todos los días de sus vidas como el nivel de vida, salud, educación, seguridad, vivienda, consumo y trabajo caen en picada, como caen en picada las ilusiones de quienes confiaron en una experiencia de gobierno ya sabemos engañosa, que se despedirá en 2015 y pasará como otra etapa de gobiernos de nuevos burgueses que le dieron de comer a buitres transnacionales y nacionales (de los que también ellos comieron) para repartir limosnas asistencialistas y sumir a la población en el consumismo alienante, el semialnalfabetismo crónico, un estado generalizado de inseguridad personal y sin perspectivas de un futuro mejor que dejará en manos de quienes se suponía ellos venián a combatir: el neoliberalismo y sus representantes, pero a quienes les pagaron dólar por dólar cada una de las deudas fraudulentas contraídas sobre la sangre derramada de millares de argentinos.