Ángel Guerra Cabrera

 

En días pasados, cuando don Pablo Gonzáles Casanova tenía casi listo el borrador de la Carta abierta sobre Cuba publicada en La Jornada de ayer, nos decía al embajador de Cuba, Dagoberto Rodríguez Barrera, y a otros compañeros cubanos, que era indispensable que en la isla preparáramos una historia general de la Revolución para conocimiento de las nuevas generaciones.

Pero, añadía, también para tantos amigos de Cuba en el mundo que apenas conocen esa historia. Comentaba yo que entre quienes estudian América Latina y el Caribe (ALC) y su historia en medios académicos no es infrecuente encontrar una visión sesgada, basada en bibliografía “posmoderna” sobre este acontecimiento, que con posterioridad a la Revolución Mexicana continúa siendo el terremoto cultural, político y social más importante de la historia de nuestra América y una de las mutaciones históricas que más influyó en el siglo XX y continúa influyendo notablemente en el siglo XXI.

Sin el ejemplo de la resistencia de Cuba por más de medio siglo al bloqueo yanqui y a las ideas de libre mercado, nadie podría explicar coherentemente la clara orientación anti Consenso de Washington y la visión bolivariana y martiana de integración, de la extraordinaria rebelión de masas provocada en ALC por las políticas neoliberales y el consiguiente arribo al poder de gobiernos apartados del credo neoliberal. Tampoco podría explicarse, claro está, sin la irrupción de la Revolución Bolivariana y su extraordinario líder y estratega Hugo Chávez, que hizo un dueto muy creativo y y fraterno con Fidel Castro.

Volviendo a nuestro tema, es cierto que ese libro abarcador de toda la Revolución no lo tenemos y, al igual que don Pablo, también creo una necesidad cuando menos de un texto serio de divulgación histórica. Existen fuentes valiosas de donde nutrir una obra así. Recordaba los valiosos esfuerzos de historiadores cubanos de los siglos XIX y XX, que como Ramiro Guerra son de obligada consulta. Pero también la fecunda producción historiográfica posterior a la revolución en la que cada vez con más lealtad a los hechos, a la ciencia y el arte históricos, despojadas de la visión estrecha del marxismo soviético, que, por cierto no hizo el daño que cabría esperar a la producción histórica cubana, aparecen contribuciones muy relevantes para entender a la revolución cubana. Lo lamentable de esta producción es que apenas se conoce en Cuba, no digamos fuera de la isla.

A riego de cometer grandes injusticias y omisiones, menciono ahora: Cuba entre tres imperios: perla, llave y antemural, de Ernesto Limia Díaz; Aquella decisión callada, de Newton Briones Montoto; Guiteras y el socialismo cubano, de Fernando Martínez Heredia y Tony Guiteras, un Hombre Guapo, del cubano adoptivo Paco Ignacio Taibo II.

Dos libros que me parecen fundamentales para comprender los acontecimientos que llevaron al golpe de Estado proimperialista de 1952 y al ataque al Moncada, temas cruciales. Uno es El Moncada, la respuesta necesaria, de Mario Mencía, y el otro, Cuba en rebeldía: del Moncada a Girón, de Salvador Morales Pérez, fallecido en noviembre de 2012. Comoquiera que sobre varios de estos tomos he publicado reseñas en este diario, me concentraré en el último de ellos y su autor, mi querido y entrañable amigo Salvador. Trataré de dejar unas pinceladas sobre el libro de Morales en el poco espacio que dispongo.

El libro nació de una serie de artículos publicados en La Jornada de Michoacán que abarcan la etapa del Mocada hasta Girón. Pero de una obra hecha con premura periodística y el afán de que apareciera en el 51 aniversario de la Revolución logra un producto valioso y polérmico El proceso revolucionario cubano –escribe- por las mismas razones de estar bajo un estado de sitio, bajo el fuego de una gran potencia, se ha visto forzados a reinventarse en las condiciones más anómalas para reconstruir el consenso indispensable para sostener el pulso popular. Morales arremete con sólidos argumentos contra la intelectualidad contrarrevolucionaria emigrada en sus intentos de deslegitimar la Revolución y mostrar una imagen edulcorada del tirano Batista.

El libro es más interesante porque combina una acuciosa investigación con las vivencias personales de autor como comprometido protagonista de los cambios revolucionarios. La vasta obra histórica de Salvador está signada por su honestidad intelectual a toda prueba, la audacia de sus bien fundamentados juicios y su lealtad a la revolución hasta el último día.