Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens |
El asesinato de por lo menos 38 personas el viernes pasado en la ciudad de Odesa en medio de la ofensiva “antiterrorista” de Kiev reveló la verdadera cara del régimen fascista que se ha apoderado del poder en Kiev – y los medios occidentales hacen todo lo posible por ocultar la verdad.
Casi todos los informes de los medios dominantes sobre lo que sucedió están repletos de ambigüedades: “No está claro” quién es responsable, dicen. Supuestamente todos lanzaban cócteles Molotov y por lo tanto quién va a decir quién comenzó qué conflagración. Y sin embargo, la verdad comienza a aparecer. El Washington Post informó el sábado que “la policía dijo que por lo menos 31 personas murieron después que manifestantes pro Kiev lanzaron cócteles Molotov hacia un edificios donde resistía un grupo prorruso”. El artículo cita tuits de Howard Amos, un periodista del Guardian, sobre la escena, señalando que el incendio estalló en el piso principal del edificio de los Sindicatos, donde se había reunido una multitud pro Kiev y estaba atacando el edificio – y donde, como señaló USA Today, “Testigos y periodistas informaron que mientras el edificio ardía con gente al interior, una multitud gritaba: ‘¡Gloria a Ucrania!’ y ‘¡Mueran los enemigos!’”
El titular de USA Today decía: “Incendio mata a 31 en Odesa”. ¿Pero los mató el fuego, o fueron los que provocaron el incendio? Y volvamos a los tuits de Howard Amos para descubrir exactamente quién combate en las primeras líneas del lado pro Kiev: ¡Es el Sector de Derechas! Dirigen a la multitud, como lo hicieron el viernes.
Sector de Derechas es el violento grupo neonazi que sirvió de tropas de asalto de los dirigentes del golpe en Kiev mientras tomaban la capital de Ucrania y expulsaban a
Yanukovich y a sus partidarios. Su Fuehrer, Dymtro Yorash, es un ideólogo fascista quien recientemente anunció que transfería la central del grupo al este de Ucrania – la escena de recientes combates entre facciones pro golpe y prorrusas.
Desde todo punto de vista, la policía local –bajo órdenes de Kiev– no hizo nada mientras la multitud pro Kiev bailaba en las calles y el edificio ardía. Los bomberos tardaron una hora en llegar al lugar.
Imaginad si los roles hubieran sido al revés, con los prorrusos fuera del edificio y los “activistas” pro Kiev al interior. John Kerry habría estado apopléjico de rabia, amenazando a Rusia con fuerza militar. Nicholas Kristof estaría exigiendo el bombardeo de Moscú, y los neoconservadores lo estarían comparando con la masacre en la Plaza Tiananmen en China.
En su lugar, lo que esa gente nos dice es… nada. Silencio. Evasión. Ambigüedad. Todo, pero no la verdad.
Estamos ante el Waco de Kiev – y, por cierto, es una analogía perfecta. Estamos ante un grupo de personas –ucranianos prorrusos– quienes han sido tan satanizadas en los medios occidentales que ese asesinato masivo ha sido sesgado como si las víctimas lo merecieran- Fueron ejecutados por funcionarios gubernamentales en Kiev –imaginad la versión ucraniana de Janet Reno– actuando en consonancia con funcionarios de EE.UU., quienes sin duda dieron luz verde a la operación “antiterrorista” para comenzar. Como la masacre de Waco, el asesinato masivo de Odesa fue un acto político con el propósito de demostrar el poder brutal de un Estado – y para servir de advertencia a los que quieran desafiar su poder.
En Twitter, el ex Primer Ministro sueco Carl Bildt, ferviente partidario del golpe en Kiev, llora lágrimas de cocodrilo por Odesa, afirmando que los perpetradores deben ser “llevados ante la justicia”. Sin embargo, los perpetradores son el mismo gobierno que él y sus amigos en la burocracia de la OTAN nos han estado diciendo que representan el renacimiento de la “democracia” y los “valores europeos” en Ucrania. Y, lo que es más – él lo sabe. Mientras tanto, los ingenuos “activistas” en Kiev subvencionados con dólares del contribuyente estadounidense colocaron en YouTube un vídeo terriblemente asqueroso y casi imposible de mirar de los cuerpos incinerados en Odesa bajo el titular: “Terroristas rusos quemados vivos”. El vídeo fue colocado bajo una cuenta llamada «EuromaidanPR.» Esto son “relaciones públicas” en Ucrania – oh, pero son los rusos (o ucranianos rusoparlantes para ser precisos) los que son los “terroristas”.
Como los medios noticiosos europeos no se están limitando en absoluto en su información sobre la matanza en Odesa, Bildt tal vez se siente obligado a hablar del tema. Nuestros propios funcionarios son menos sinceros: la respuesta del Departamento de Estado de EE.UU. es que la fuerza utilizada en la operación “antiterrorista” ucraniana fue “proporcionada y razonable” – incluso mientras la cantidad de víctimas mortales en Odesa aumenta.
Es una afrenta absoluta. Usualmente la propaganda de Washington es más matizada: incluso cuando está defendiendo los regímenes más represivos en el mundo (Arabia Saudí, Egipto, Etiopía, Bahréin, etc.) hay un intento de equilibrarla con críticas “constructivas”. No así en este caso: ¡en su lugar nos presentan la noción ridículamente obscena de que quemar un edificio lleno de gente es una respuesta “proporcionada” a la demanda de… autonomía regional!
¿Qué es lo que le pasa a esta gente? ¿Es estupidez – o algo un poco más calculado?
La primera fase del cambio de régimen en Ucrania, comprado y pagado por EE.UU., involucró el ejercicio de “poder blando” – la movilización de “activistas” locales dóciles que llevaron la causa anti-rusa y pro UE a las calles. Millones de dólares fueron enviados a la oposición ucraniana bajo la guisa de “promoción de la democracia” – y cuando suficientes salieron a las calles comenzó la fase siguiente, la militarización de la campaña.
Entonces el Sector de Derechas saltó al ruedo, dirigiendo el ataque contra edificios gubernamentales y rompiendo la tregua mediada por la Unión Europea que hubiera mantenido el gobierno elegido en el poder a cambio de limitar la autoridad presidencial. La portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland no estaba vituperando a los europeos sin motivo: estaban obstaculizando los planes del Tío Sam, que no se habían realizado en su integridad.
Primero, “promoción de la democracia”, después – terror.
El incendio del edificio de la Unión de los Sindicatos en Odesa debía enviar un mensaje a los ucranianos orientales – hablamos en serio. Y no son solo las autoridades en Kiev las que emiten esa advertencia. Porque detrás de ellas está EE.UU.: existe un motivo por el cual el jefe de la CIA John Brennan estuvo en Kiev justo antes de la masacre de Odesa.
No importa qué contorsiones emprendan los medios occidentales para sesgar Odesa como una “tragedia” moralmente ambigua, los hechos están saliendo a la luz y apuntan a una conclusión inescapable: fue un asesinato masivo por el cual los dirigentes del golpe de Kiev y sus titiriteros estadounidenses son directamente responsables. En pocas palabras, se trata de un crimen de guerra.
Y yo argumentaría que es un nuevo tipo de crimen de guerra que, a un nivel, los perpetradores niegan, y sin embargo a otro nivel proclaman orgullosamente su culpa. ¿Por qué si no fuera así, «EuromaidanPR» coloca horrendos vídeos de cuerpos carbonizados en YouTube? ¿Por qué declara el Departamento de Estado de EE.UU. que la operación “anti-terrorista ucraniana es “proporcionada”?
Al comienzo pensé que todo este esfuerzo de cambio de régimen era pura estupidez por parte de nuestros inocentones dirigentes en Washington, quienes no tenían la menor idea de en qué se estaban metiendo o qué fuerzas oscuras estaban desencadenando. Con el pasar del tiempo, sin embargo, a medida que la crisis escalaba, y tuvimos realmente al Departamento de Estado defendiendo a Svoboda –un factor importante en el gobierno “interino”– contra acusaciones plenamente justificadas de que es fascista, comencé a preguntarme. ¿Por qué actúa el gobierno de EE.UU. como abogado de un partido que rastrea su ascendencia ideológica hasta Stepan Bandera, el colaborador nazi en la Segunda Guerra Mundial cuyo “ejército insurgente” masacró a 6.000 judíos en Lvov? ¿Por qué se desvive por caracterizar a ese partido como habiendo “moderado” sus posturas?
Siempre es un error subestimar la capacidad para la maldad de Washington. En retrospectiva, es obvio que siempre supieron qué y a quiénes estaban desencadenando. No es ignorancia del históricamente específico y –para la mayoría de los estadounidenses– inimaginablemente virulento odio al que sus maquinaciones en Ucrania dieron vía libre. En Washington saben perfectamente lo que están haciendo – y lo hacen a pesar de todo.
Un último punto: He mencionado antes que la “invasión” rusa de Crimea fue incruenta: no hubo víctimas, ni muertes, ni daños significativos a la propiedad. Si fue una “invasión”, entonces estamos ante un tipo enteramente nuevo de “guerra”. Ahora miremos a la invasión por Kiev del este de Ucrania que califican de campaña “antiterrorista”. Pienso que nadie ha contado todavía la cantidad de víctimas, pero seguramente ya son cientos.
Y los perpetradores de la violencia son en su mayoría partidarios del golpe de Kiev. Del actual personal militar enviado a las regiones intranquilas por lo menos la mitad se ha pasado al otro lado o se ha apartado de la operación de otra manera. Los verdaderos combatientes por cuenta del régimen son turbas organizadas por el Sector de Derechas, que de hecho se ha transformado en un brazo semioficial de las fuerzas ucranianas de “autodefensa”, en cierto modo parecidas a nuestra Guardia Nacional. El Rada –el parlamento ucraniano– ratificó al Fuehrer del Sector de Derechas, Yorash, como el jefe adjunto del Consejo de Seguridad Nacional por un voto de mayoría, pero fue vetado por el poder ejecutivo. Hubiera causado una mala impresión. Sin embargo, basta con que cualquiera que dude de que Yorash obtuvo el puesto, por lo menos extraoficialmente, mire los vídeos de los enfrentamientos en el este de Ucrania, y lea los reportajes que provienen del área.
Fase tres de la campaña de terror de Kiev: ataques por el Sector de Derechas en la propia Rusia. Sí, y podéis decirles que lo leísteis aquí primero…
Justin Raimondo es director de of Antiwar.com. También es autor de An Enemy of the State: The Life of Murray N. Rothbard (Prometheus Books, 2000), Reclaiming the American Right: The Lost Legacy of the Conservative Movement (ISI, 2008), y Into the Bosnian Quagmire: The Case Against U.S. Intervention in the Balkans (1996). Además es editor y colaborador de The American Conservative, socio sénior del Randolph Bourne Institute y experto adjunto del Ludwig von Mises Institute. Escribe frecuentemente para Chronicles: A Magazine of American Culture.