Marcelo Gullo
Con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, el 1 de diciembre de 2009, Gran Bretaña logró que nuestras islas Malvinas formarán parte de la «región ultraperiférica de la Unión Europea» prevista en el Anexo II de aquel Tratado. Así los 27 miembros de la Unión Europea se hicieron cómplices y garantes de la usurpación británica de las islas Malvinas. Gran Bretaña consiguió de esa forma europeizar la ocupación de Malvinas. Por lógica consecuencia, la única estrategia posible para Argentina, a partir de ese momento, consistió y consiste en latinoamericanizar y suramericanizar el tema Malvinas para que las repúblicas latinoamericanas se conviertan en activas protagonistas en el proceso de recuperación de la soberanía argentina sobre las islas del Atlántico Sur. Resultan más que alentadoras, en ese sentido, las palabras pronunciadas por el presidente del Brasil, José Ignacio Lula Da Silva, quien en tono categórico afirmo: “No es posible que Argentina no se adueñe de Malvinas y que, por el contrario, lo haga un país que está a 14 mil kilómetros de distancia de las islas. ¿Cuál es la razón geográfica, política y económica por la cual Inglaterra está en Malvinas? ¿Cuál es la explicación política de las Naciones Unidas para que no hayan tomado una decisión?
Es necesario que empecemos a luchar para que el Secretario General de las Naciones Unidas reabra ese debate con mucha fuerza ”. El presidente del Brasil se ha puesto la camiseta argentina necesitamos, ahora, que juegue el partido.
Sin dudas en México, Argentina ha dado un paso importante, para latinoamericanizar y suramericanizar su reivindicación de Malvinas, consiguiendo que todos los países hermanos de la América Latina condenen la usurpación británica y su intento de apropiarse de la riqueza petrolera malvinense.
Sin embargo, es preciso pasar, de forma inmediata, de la solidaridad declarativa a la solidaridad efectiva. Pasar, de las palabras, a los hechos. Para Argentina resulta imprescindible elevar los costos de la ocupación británica de Malvinas y dificultar todas las actividades económicas que los ingleses decidan emprender en el archipiélago o en sus aguas adyacentes. Este es el objetivo táctico que debe guiar, como principio absoluto de acción, la política argentina con respecto a Malvinas. Hasta ahora, Gran Bretaña ha disfrutado de un cómodo statu quo. Argentina debe bajar el tono de las declaraciones y pasar a hablar con la contundencia de los hechos. Es, en ese sentido, que Argentina necesita del apoyo efectivo de todas las republicas latinoamericanas pero, fundamentalmente, de tres de ellas: Brasil, Uruguay y Chile.
Evidentemente Argentina no puede – dada la relación de fuerzas – impedir la explotación petrolera del archipiélago malvinense por parte de Gran Bretaña pero, puede, contando con la solidaridad efectiva y no solo declarativa, de Brasil, Uruguay y Chile hacerla muy difícil en términos técnicos y económicamente muy costosa. Es, en ese sentido, que Argentina necesita:
1) Que Brasil; Uruguay y Chile se comprometan a que todo buque que transite entre puertos brasileños, uruguayos o chilenos y las Malvinas o que atraviese sus respectivas aguas jurisdiccionales rumbo a Malvinas, tenga la obligación de solicitar una autorización previa ante sus respectivas autoridades nacionales, autorización que debería ser automáticamente denegada en el caso de que transportasen cualquier material que directa o indirectamente sirviese a la exploración petrolera en las Malvinas.
2) Que el gobierno de la República de Chile, interrumpa los vuelos que realiza semanalmente la empresa LAN a nuestras Islas Malvinas, hasta tanto se revierta la agresión unilateral británica.
3) Que Brasil; Uruguay y Chile tomen las medidas legales necesarias, con carácter de urgencia, para que ninguna empresa instalada en Brasil, Uruguay o Chile participe de forma directa o indirecta en la explotación petrolera de las islas Malvinas.
4) Que Brasil, Uruguay y Chile prohíban toda comunicación aérea entres sus respectivos territorios nacionales y la Islas Malvinas.
5) Que todas las medidas tomadas por Brasil, Uruguay y Chile, sean también adoptadas por UNASUR.
El caso Malvinas es la gran oportunidad para que el Brasil demuestre cuanto valen sus palabras y para que Chile borre la infamia que cometiera la dictadura militar de Augusto Pinochet Ugarte cuando, en plena guerra de Malvinas, suministro apoyo logístico a las fuerzas navales y aéreas británicas. Apoyo que contribuyo a la muerte de cientos de soldados argentinos. Malvinas es la prueba de fuego de UNASUR.
Marcelo Gullo es Magister en Relaciones Internacionales, Master en Historia y Política Internacional, Doctor en Ciencia Política y Prof de la Universidad de Lanús.