Amaury González Vilera

Acontecimientos como la reactivación de la Cuarta Flota del Caribe o el golpe de Estado “constitucional” en Honduras, demuestran que los llamados “tanques de pensamiento” –vinculados estos orgánicamente con el complejo militar-industrial- se han mantenido activos y vienen logrando objetivos estratégicos en la región con una clara visión: reconquistar el control de Centro y Suramérica. Esto significa, apoderarse de una buena vez de sus ingentes recursos naturales y particularmente del petróleo que, como sabemos, constituye la savia del sistema capitalista mundial.  

De todo lo que viene ocurriendo en el campo geopolítico, mencionemos sólo cuatro acontecimientos que forman parte del reposicionamiento militar imperialista en la región: la instalación de siete bases militares norteamericanas en Colombia (que se suman a las ya existentes en las adyacencias del territorio de la República bolivariana); el golpe de Estado en Honduras, impune, cínico y que sienta un precedente retrógrado que tiene alborotada a la derecha continental; la mal disimulada ocupación militar de Haití por parte del ejército imperialista, disfrazada y justificada de ayuda humanitaria y la coordinación de ésta, para la reconstrucción de un país devastado por un terremoto que de acuerdo a lo que afirman distintos informes, fue obra de los boys del “Proyecto HAARP”, y la reciente decisión del “aún colonialista” Gobierno Británico, de dar comienzo a la explotación petrolera en mar territorial de las islas Malvinas, territorio históricamente argentino cuya soberanía ha sido objeto de una disputa histórica desde que, en 1833, el imperialismo inglés expulsara por la fuerza a los argentinos de dicho territorio.

Esta última situación, que rememora la guerra que enfrentó a ingleses y argentinos en 1982, podría enmarcarse dentro de la estrategia del contraataque imperialista en la región, en un contexto donde acaba de nacer un organismo multilateral continental sin la participación de Estados Unidos ni Canadá, organización de estados latinoamericanos que bien podría avanzar en la creación del siempre necesario bloque político-militar, como estrategia defensiva-disuasiva frente al evidente reacomodo imperialista que estamos presenciando, entre fuertes sequías, avasallantes inundaciones y devastadores terremotos de insólita intensidad y frecuencia. El hecho de que los ingleses hayan enviado un submarino al Atlántico Sur y anticipen el envío de tropas, con la visible intención de garantizar el éxito de la explotación de los nuevos yacimientos petrolíferos, podría constituir la apariencia de un movimiento que tiene más de cercamiento militar que de cualquier otra cosa. El imperialismo inglés siempre estuvo consciente de la ubicación estratégica de las Malvinas, y siempre estará dispuesto a colaborar con las pretensiones neocoloniales que su heredero imperial tenga para la región.

Con la Cuarta Flota del Caribe reactivada, Centroamérica prácticamente recuperada para el imperio y las bases militares gringas en Colombia, Panamá, Honduras, Curazao y con Haití en pleno proceso de conversión en baluarte militar imperialista, sólo quedaba ocupar de nuevo los mares del sur, y la explotación del preciado hidrocarburo siempre será la mejor excusa para hacerlo. Por otra parte, la unanimidad por parte de los países de Nuestramérica en el reclamo legítimo de las Malvinas por parte de Argentina constituye un avance significativo para el accionar como bloque, pero urge la creación de una organización política-militar latinoamericana, enmarcada en un tratado internacional que rememore, rescate y actualice las doctrinas de Carlos Calvo y Luís María Drago. En fin, una doctrina que tenga como centro la consigna “América para los latinoamericanos”. Por supuesto, con la exclusión de aquellos “americanos”.