La primera razón de por qué la burguesía y el imperialismo no han podido ni podrán derrocar a Nicolás Maduro es por la mitomanía del anticomunismo nacional e internacional. Afortunadamente para la revolución venezolana la mayoría del pueblo no ha podido ser manipulada, manejada ni engañada por la guerra psicológica de las clases dominantes la cual persigue el objetivo de ahogar, desvirtuar y esconder el emporio de la verdad. Ese pequeñito detalle es lo que blinda, con bisagras de titanio, la unidad cívico militar en defensa de nuestro régimen democrático, constitucional, respetuoso de la libertad de expresión y de los derechos humanos, algo antes nunca visto en la historia política venezolana. La mayoría de los venezolanos aprendió a diferenciar entre lo auténtico y lo falso mientras la minoría derechista se aferra a la mentira a la cual le rinde culto y hace de ella su religión. Así la derecha repite alocadamente, y yo he llegado a pensar que los escuálidos terminaron por creérselo ingenuamente, que en Venezuela hay una dictadura, sin libertad de expresión, donde se violan los derechos humanos, no existe estado de derecho, estamos gobernados por los cubanos con un presidente colombiano y el chavismo ha perdido consecutivamente durante 14 años las 19 elecciones realizadas. Como ustedes comprenderán en la Venezuela inteligente de hoy no es posible evitar que salga la verdad a flote ni impedir que se comprueben los hechos objetivos con sensatez. Ya en Venezuela no existen analfabetos y todo el pueblo tiene acceso a la educación gratuita, sin ninguna discriminación, desde el preescolar hasta la universidad. La gente reflexiona y discute de política. En estas condiciones es imposible que tenga éxito la política ilusionista de la prestidigitación para idiotizar a toda la sociedad. Sólo 4 de 10 venezolanos sufren, yo diría que demasiados, del mal de la fantasía mediática que enloquece a sectores enteros de la sociedad. Es lo que los psiquiatras han denominado el efecto de la infofrenia o disociación psicótica que se instala en los tejidos nerviosos por la manipulación informativa repetida.

La segunda razón es también irrefutable. La derecha en Venezuela oculta su verdadera cara capitalista, antinacional y contraria al pensamiento bolivariano porque no encuentra argumentos válidos para defender su verdadera esencia ideológica defensora de la burguesía y del imperialismo. Tenemos una oposición que siente vergüenza de su legado de la IV República y de su dependencia política de Washington. Su inhibición para presentar, ante el país, su verdadero rostro capitalista, imperialista y santanderista los convierte en políticos de careta cuya falsedad los lleva a buscar los caminos tortuosos que la mayoría rechaza.

Hay muchas más razones para explicar el fracaso del asalto al poder por la derecha pero sólo agregaré una más que es la manera torpe como la derecha ha querido aprovecharse del descontento popular existente por los vicios del capitalismo todavía sobrevivientes en el país: devaluación, inflación, especulación, acaparamiento, escasez, colas e inseguridad. Estas dificultades de origen neoliberal, producidas por la misma burguesía y el imperialismo, producen justa irritación en las masas pero en absoluto para justificar el derrocamiento del Presidente Maduro que sólo la ultraderecha demanda. Estas fuerzas reaccionarias respaldaron los gobiernos de la IV República los cuales reprimieron salvajemente a los más humildes cuando asaltaron los comercios en busca de comida, devaluaron la moneda y llevaron la inflación a los límites históricos más altos, generaron la crisis bancaria más profunda que hayamos visto en Venezuela, liquidaron el estado de derecho y arremetieron monstruosamente contra los derechos humanos, llevaron al país a la quiebra y a la extrema pobreza. La burguesía y el imperialismo cuando detentaron el poder en Venezuela la hundieron en el horror, la miseria y el hambre. Por eso no tienen la autoridad ética para regresar a Miraflores y mucho menos pasando por encima de la legalidad democrática y de la decisión libérrima ejercida por las mayorías populares en elecciones puras y transparentes.

A la burguesía, el imperialismo y sus secuaces no les interesa la paz ni diálogo. No impedirán que el gobierno revolucionario avance hacia el socialismo y elimine los vicios del capitalismo. La lucha es entre capitalistas y socialistas.