Patria Grande/La Jornada



 

Una huelga nacional interrumpió el funcionamiento de vuelos, trenes, metro, autobuses y ferris en Grecia, e hizo funcionar bancos, hospitales y grandes empresas del sector público a ritmo reducido. Miles de trabajadores y activistas sindicales se reunieron en Atenas para protestar contra las medidas neoliberales adoptadas por el gobierno, ante la grave crisis que vive el capitalismo en esa nación.

Desde que el gobierno de los «socialistas» (en realidada socialdemócratas de derecha)  ganó las elecciones en octubre, ésta es la primera huelga conjunta convocada por sindicatos del sector público y privado, que representan a la mitad de la fuerza laboral de Grecia, de 5 millones de personas.

El país también está privado de toda información de radios, televisiones y diarios debido a la participación en el movimiento del sindicato de periodistas.

La policía griega arrojó gases lacrimógenos y reprimió a grupos de jóvenes que manifestaban en las calles. Dos manifestantes resultaron levemente heridos. «Sacrificios no, los ricos deberían pagar por la crisis», gritaban los manifestantes, mientras más de 20 mil personas se concentraban en el Parlamento en otra protesta pacífica. Al mismo tiempo, Atenas y Berlín intercambiaban acusaciones sobre las reparaciones tras las Segunda Guerra Mundial.

Portando pancartas con la consigna: Los mercados deben pagar por la crisis, los contingentes se reunieron antes de la marcha hacia el Parlamento para protestar contra el congelamiento de sueldos, el alza de impuestos y el aumento de la edad mínima de jubilación.

 

Otra de las demandas es que el gobierno tome medidas destinadas a reducir el déficit de dos dígitos. Los analistas dijeron que probablemente estas movilizaciones no influirían en los planes para recortar el déficit en cuatro puntos porcentuales respecto del 12.7 por ciento del producto interno bruto, a menos que surjan movilizaciones más intensas.

Las grandes centrales sindicales reunieron en Atenas a cerca de 30 mil manifestantes, según la policía, que desfilaron por el centro de la capital. Cuando la manifestación finalizaba en la plaza de Sintagma, unos 300 jóvenes, según la policía, empezaron a lanzar piedras y cocteles molotov contra la fuerzas antidisturbios, que respondieron con gases lacrimógenos. Dos fotógrafos de prensa resultaron ligeramente heridos y la policía detuvo a varios manifestantes.

Otras protestas se realizaron en las grandes ciudades como Salónica, donde desfilaron sin incidentes unas 7 mil personas, según fuentes policiales.

Tasas para los ricos, huelga contra los especuladores y los hombres y sus necesidades están por encima de los mercados y de los beneficios, se leía en las pancartas de la manifestación en Atenas, organizada por la Confederación General de Trabajadores Griegos (GSEE, un millón de afiliados) y por la Federación de Funcionarios Adedy (300 mil miembros).

Según el GSEE, la huelga fue acatada por la totalidad de los trabajadores en algunos sectores, y por 70 por ciento en la industria y la banca. Pero según el presidente de la cámara de las pequeñas y medianas empresas, el seguimiento de la huelga en este sector no superaba 10 por ciento.

Europa debe ayudar

El frente sindical del partido comunista ultra ortodoxo (PAME), que llamó a manifestaciones separadas de las demás centrales, reunió en Atenas a 15 mil militantes, según la policía. Ningún sacrificio por la plutocracia, afirmaban las papeletas de propaganda distribuidas en la calle por los comunistas, que llevaban pancartas en las que se podía leer: No más, en rechazo a nuevas medidas de rigor presupuestario.

El secretario general de la Confederación Europea de Sindicatos (CES), John Monks, asistió a la manifestación del GSEE y declaró que Europa tiene que trabajar mejor para ayudar a Grecia (…), los griegos quiere ver que Europa les ayuda. Hasta ahora, los europeos amenazan y no ayudan, lo cual puede provocar un sentimiento antieuropeo en Grecia, añadió.

Desde medianoche, los transportes aéreos y marítimos estaban paralizados, al igual que casi todos los servicios ferroviarios. Multitudes en paradas de autobuses del centro de la ciudad se quejaban por la interrupción del transporte público y sólo los vuelos de emergencia desde y hacia Grecia funcionaban.

La huelga coincide con la visita de funcionarios de la UE, que evalúan si Grecia va camino a reducir su déficit de dos dígitos.

Las frecuentes manifestaciones callejeras en el país suelen acabar en violencia, pero la reacción a las medidas de austeridad hasta el momento ha sido en gran parte pacífica. Según los sondeos, la mayoría de los griegos quieren dar tiempo al gobierno.

Bajo el escrutinio de la UE y de los mercados, el gobierno hasta ahora se ha negado a ceder a las demandas de los manifestantes y ha dicho que podría tomar más medidas para recortar el déficit.

Trabajadores y empresarios dieron cifras muy distintas de participación. El gobierno expresó que sólo 16 por ciento de los empleados del sector público faltaron al trabajo, mientras el sindicato público Adedy expuso que la participación en la huelga había sido de 90 por ciento y que las movilizaciones continuarán durante marzo.

La mayoría de las tiendas estaban abiertas, aunque algunos bancos cerraron sus puertas y el caótico tráfico de la capital estaba más tranquilo de lo normal. La bolsa de Atenas operó con normalidad, mientras los barcos se quedaron amarrados y monumentos como la Acrópolis cerraron sus puertas.

El gobierno socialista respondió a las críticas europeas a la gestión fiscal de Grecia, y acusó a sus socios de la UE de un doble discurso y un liderazgo pobre. El viceprimer ministro Theodoros Pangalos señaló que Italia, Francia y Bélgica habían usado las mismas técnicas que Grecia para enmascarar sus verdaderos déficit a fin de calificar para entrar a la eurozona.

Agregó que Alemania estaba en mala posición para criticar a Atenas, dada su conducta durante la ocupación nazi de Grecia en la Segunda Guerra Mundial, incluido el saqueo de las reservas de oro del banco central, lo que provocó la reacción de Berlín.

Los sindicatos quieren que el gobierno deseche sus planes de congelar los salarios, elevar los impuestos y retrasar la edad de jubilación.

Hoy, los ojos de Europa están vueltos hacia nosotros, alertó Yannis Panagopoulos, líder del sindicato privado GSEE. Le pedimos al gobierno que no ceda a los deseos de los mercados, que establezca las necesidades de la gente como prioridad y adopte una combinación de políticas económicas y sociales que no lleven a la recesión, sino a generar empleos, añadió.

En un esfuerzo por aplacar su desorbitado déficit, el gobierno ha congelado los salarios y recortado en 10 por ciento las prestaciones salariales. Además, ha elevado la edad de jubilación hasta los 63 años debido a la presión de los países de la UE y de los mercados financieros.

Expertos del Banco Central Europeo y del FMI aterrizaron el martes en Grecia para asesorar sobre la efectividad de los recortes de presupuesto previstos por el gobierno.