Abayomi Azikiwe
Workers world

 

El imperialismo estadounidense, quien agravó el conflicto que dividió en dos a la nación africana del Sudán con el objetivo de controlar los recursos energéticos de esa vasta zona, ahora aumenta su intervención militar directa mientras crece la inestabilidad.

Un fraccionamiento en el oficialista Movimiento de Liberación del Pueblo de Sudan/Ejército, (MLPS/E) se ha convertido en un conflicto armado en el país más recientemente reconocido del mundo, Sudán del Sur. Desde el 15 de diciembre, han estallado enfrentamientos en Juba, capital de Sudán del Sur y en los estados de Jonglei, Warab, Ecuatoria Central, Ecuatoria Oriental y Unidad, entre las fuerzas leales al presidente Salva Kiir y el derrocado vicepresidente Riek Machar.

El Secretario General de la ONU Ban Ki-moon, ha dicho que las fuerzas de “mantenimiento de paz” se duplicarían a casi 14.000 en el interior del vasto país, aún cuando se ha reportado que una delegación de representantes de varios estados del este de África que intentan mediar en el conflicto han alcanzado un acuerdo con las dos fuerzas en pugna para mantener conversaciones de paz.

En un anuncio muy esperado, el presidente Kiir comunicó la noticia de un alto al fuego unilateral y un acuerdo alcanzado el 27 de diciembre para poner fin a los combates que han matado a más de 1.000 personas y desplazado a decenas de miles. Los informes contradictorios sobre quién controla las zonas productoras de petróleo del estado de Unidad han causado gran preocupación a EE.UU. y a otros gobiernos imperialistas occidentales.

Conflicto luego de la desintegración

La República de Sudán del Sur surgió como tal en julio del 2011 después de que la nación-estado más grande de África, la República de Sudán, se dividiera bajo los auspicios del gobierno de EE.UU., que respaldó a Juba en su lucha política y armada de dos décadas contra Jartum en el Norte. Desde la división del país, ha habido conflictos continuos entre los dos gobiernos sobre demarcaciones fronterizas, acusaciones de apoyo a grupos rebeldes en los respectivos estados y sobre la explotación, exportación y distribución del petróleo, el principal generador de divisas en ambos países.

Dentro del propio Sudán del Sur, los problemas se han intensificado desde el año 2011 entre los diversos grupos étnicos sobre la asignación de carteras de valores gubernamentales, así como por denuncias de corrupción y abuso de poder generalizado. El presidente Kiir acusó al ex vicepresidente, quien fue despedido en julio del 2013, de intentar un golpe de estado contra su gobierno y procedió a arrestar a algunos de los principales políticos del país.

Machar ha dicho que va a disputar las elecciones presidenciales del 2015. Él está exigiendo que todos los políticos arrestados en la reciente ofensiva sean liberados antes de iniciar conversaciones serias de paz.

La lucha por el poder dentro del gobernante MLPS/E se ha extendido a los militares. El general Peter Yaak, radicado en el estado de Jonglei, ha prometido su lealtad a Machar, al igual que otros que tomaron el control de los lucrativos campos petroleros en el estado de Unidad. Pero durante la semana del 24 de diciembre, hubo informes contradictorios sobre cuales fuerzas tenían el control de los campos petroleros, los rebeldes o los que todavía son leales al presidente Kiir. Mientras tanto, decenas de miles de civiles han huido en busca de refugio por los intensos combates entre las dos facciones dentro del ejército.

EE.UU. despliega tropas adicionales

La administración del presidente Barack Obama ya ha enviado decenas de tropas del Pentágono a Sudán del Sur, supuestamente para evacuar a los ciudadanos estadounidenses y ayudar a las fuerzas de mantenimiento de paz y operaciones humanitarias de las Naciones Unidas. Se ha reportado que ciento cincuenta soldados estadounidenses adicionales habrían sido enviados a Yibuti, en donde EE.UU. mantiene una base militar. Allí aguardan para su despliegue a Sudán del Sur.

Una reunión celebrada en Nairobi, Kenia, el 27 de diciembre entre los representantes de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo (AIGD), dijo a las fuerzas de oposición leales a Machar, que no iban a tolerar el derrocamiento del régimen de Sudán del Sur liderado por Kiir. La AIGD, como organización afiliada a la Unión Africana continental, organización compuesta por 53 estados, tiene el mandato de suspender y aislar a cualquier gobierno que tome el poder por la fuerza.

Los representantes en la reunión de Nairobi el 27 de diciembre incluían a jefes de estado de Uganda, Etiopía, Somalia y Yibuti, además del anfitrión, Kenia.

Durante la reunión de la AIGD, el presidente keniano Uhuru Kenyatta dijo: “Debe saberse que nosotros en la AIGD no aceptaremos el derrocamiento inconstitucional de un gobierno debida y democráticamente elegido en Sudán del Sur. La violencia nunca ha proporcionado soluciones óptimas— la violencia engendra más violencia”. (Servicio Mundial de la BBC, 27 de diciembre) El líder de Kenia también dijo que la lucha entre facciones debe cesar de inmediato.

Intereses petroleros motivan intervención de EE.UU.

Por más de una década antes de la partición de Sudán, las compañías petroleras estadounidenses estaban excluidas en gran medida de la producción y distribución del petróleo en este país africano y el gobierno de EE.UU. era hostil a Jartum. La mayor parte de las concesiones petroleras en la República de Sudán las tenían la República Popular China y otros países de Oriente Medio y Asia.

Sudán en aquel tiempo producía aproximadamente 500.000 barriles de petróleo al día. Pero luego de la partición y las interrupciones resultantes en la producción debido a los desacuerdos y a los conflictos entre Juba y Jartum, la producción petrolífera ha caído drásticamente en ambos estados.

En el norte, un descenso precipitado en réditos por la exportación de petróleo ha forzado al gobierno imponer medidas de austeridad, incluyendo la eliminación de los subsidios del combustible, lo que ha provocado inflación. La aguda subida de los precios del petróleo y otros productos básicos ha motivado protestas y rebeliones que han sido utilizadas por las fuerzas de la oposición que buscan el derrocamiento del gobierno del presidente Omar Hassan al-Bashir, del Partido del Congreso Nacional.

Desde la desintegración de Sudán, el imperialismo estadounidense ha querido volver a entrar al proceso de producción petrolífera en Sudán del Sur. El imperialismo japonés también ha expresado interés en la construcción de un oleoducto para permitir que el petróleo sur sudanés atraviese por la vecina Kenia, en un esfuerzo por circunvalar el gobierno de Jartum.

Platts, el sitio web de energía, divulgó en julio que Sudán del Sur buscaba “ayuda” adicional del sector de energía de EE.UU. Susan Page, embajadora estadounidense en Sudán del Sur, dijo que Washington tenía un interés creciente en el petróleo de Sudán del Sur. Esta es una receta para más sufrimiento y conflicto en la región.