Arturo Bolívar Barreto
Rebelión

 

Las declaraciones de Mario Vargas LLosa contra el acaparamiento de la prensa escrita por un solo grupo económico, ¿lo convierte en campeón de la democracia y de la libertad de expresión? Antes de la compra de la cadena Epensa por el Grupo El comercio, la prensa controlada por tres o cuatro grupos económicos era monocorde y completamente sesgada y teníamos al congresista Mulder casi todos los días a pesar que el partido aprista sólo tiene una representación ridícula en el parlamento. Y lo mismo al expresidente Fujimori, con amplia cobertura para denostar, desde su lujosa prisión, de la justicia en el Perú, a pesar de haber sido procesado en un juicio reconocido como modelo internacionalmente. ¿Y acaso este acaparamiento de más del 70% por una sola familia propietaria no era la tendencia lógica en un país que se había comprado todo el paquete de la aplicación sin tapujos de la libertad de mercado, la desregulación y la no intervención del estado, que ya hace tiempo está en retroceso en gran parte de América Latina? ¿Y acaso este libre mercado a ultranza no era y es defendido por Mario Vargas Llosa junto a toda la derecha dogmática de nuestro país? ¿Acaso este liberalismo posmoderno implementado en casi todo el mundo no ha puesto en colapso a las mismas “sociedades modernas occidentales y democráticas” que tanto halagó y puso como ejemplo Vargas Llosa por décadas?

El señor Vargas Llosa sólo explica el quiebre de muchas de estas “democracias” por “algunos ambiciosos e ilegales empresarios” (es decir, una responsabilidad individual), y, en el extremo, hasta responsabiliza a las luchas sociales como culpables de las crisis de los países occidentales por pretender soluciones “peores que la enfermedad” (vease La civilización del espectáculo). Y no toca para nada las estructuras de las “modernas sociedades del libre mercado”. Defensor de la libertad de empresa, claro, ¿pero entonces por qué aparece ahora enfrentado a un grupo de empresarios de la prensa peruana? No es ningún acto de heroísmo ni un relajo de sus tesis neoliberales. Es simplemente la opción del ideólogo de la libre empresa que llama la atención a los propietarios por los “excesos” (concentración monopólica a que conduce ese mismo “libre mercado”). Y además no se guía sino por lo que hacen países como EEUU, Inglaterra Francia, Italia, que ponen controles mucho más rígidos -que declarativos- exactamente contra los riesgos de monopolio de la prensa, sin afectar sustancialmente sus modelos económicamente liberales. De manera que no se está saliendo del cuadro ni es un corajudo defensor realmente de una democratización que permita acceder a los medios precisamente a amplios sectores sociales. ¿Preguntémosle qué piensa de ensayos sí realmente redistribuidores del poder mediático por ejemplo que se da en Argentina? Por difundir estos criterios de formas concretas de pluralidad en los medios fue echado Guillermo Giacosa, entre otros periodistas, por esa misma prensa. ¿Hubo alguna decalaración al respecto de Mario Vargas Llosa? Además no está siquiera proponiendo nuestro escritor leyes básicas de regulación, como lo está proponiendo por ejemplo el congresista Manuel Dammert, simplemente está llamando la atención a estos propietarios contra sus actitudes monopólicas y comportamientos “excesivos”.

Lo que indigna es la credibilidad de paladín de la democracia que le dan todavía algunos intelectuales, y aun de vocación progresista, pretendiendo que traguemos gato por liebre. Pero el Premio Nobel es el mismo defensor de la “democracia” que va a visitar en estos días Bolivia para dar el espaldarazo al gobernador de Santa Cruz, Ruben Costas, principal opositor del presidente actual Evo Morales para las próximas elecciones. Claro, en su condición de escritor reconocido y garante de la “Libertad” como base del progreso. No es la primera vez que se inmiscuye contra gobiernos populares.