El gobierno de Cameron anunció un recorte adicional del gasto público de unos 34.000 millones de dólares

 
Marcelo Justo
Página 12

 

El ministro de Finanzas del Reino Unido, George Osborne, decidió empezar este año mucho peor de lo que había terminado 2013 y anunció un recorte adicional del gasto público de unos 25 mil millones de libras (34 mil millones de dólares). Osborne dejó en claro que la mayoría de este recorte será en los beneficios sociales, pero, con excepción de un nuevo guadañazo a los que reciben los jóvenes, no dio mayores detalles sobre su plan.

Esta vaguedad se debe a que ya se vive un clima electoral. No en vano Osborne fue el jefe de campaña del Partido Conservador en las elecciones de 2010 y ocupará el mismo puesto en los comicios de mayo de 2015. El arte mayor de este anuncio de “principios de año” fue proponer la austeridad como una opción inevitable y equitativa (fair).

En el evangelio de Osborne, si el gobierno no corta el gasto social, se verá obligado a subir los impuestos a las familias de trabajadores y bajar el gasto en educación y salud y eso sería injusto (unfair). El sutil subtexto de esta opción es que los trabajadores y el conjunto de la sociedad (que necesita educación y salud) se beneficiaría de un recorte social que sólo perjudicaría a unos vagos que viven del gasto que financian los contribuyentes.

La única alternativa a este recorte o a subir impuestos a los “honestos trabajadores” es “pedir más prestado”, una política que “arruinó al país” durante los 13 años del gobierno laborista. “Hemos bajado el déficit. Esa es la buena noticia. La mala es que falta mucho. Todavía estamos pidiendo prestado unas 100 mil millones de libras al año y la mitad lo pagamos en intereses. Necesitamos seguir con los recortes del gasto”, dijo Osborne.

Los mensajes políticos son tan interesantes por lo que dicen como por lo que callan. En este caso, el ministro de Finanzas no mencionó que el mismo gobierno al asumir en 2010 y anunciar un programa de ajuste para los cinco años de gobierno equivalente a unos 130 mil millones de dólares, calculó que en 2014 estaría pidiendo prestado unas 60 mil millones de libras, casi la mitad de lo que necesita hoy de los mercados. La coalición conservadora-liberal demócrata heredó un crecimiento del 1,8 por ciento del laborismo, crecimiento que no ha vuelto a tener desde entonces, en gran medida porque la violencia del ajuste ahogó la incipiente recuperación económica.

El mensaje del ministro causó escozor en sus aliados liberal-demócratas que advirtieron que el ajuste fiscal no debe golpear a los más pobres, pero sólo desde la oposición laborista, la respuesta tiene hoy credibilidad. “George Osborne está desesperado por evitar que se siga hablando de la crisis del costo de la vida”, señaló el portavoz económico del laborismo Ed Balls.

Esta crisis, principal caballo de batalla del laborismo, está en todas partes. Los precios energéticos subieron más del 10 por ciento en los últimos meses en un país con un invierno helado y salarios estancados. Mientras el número de británicos que acudieron a entidades benéficas para alimentarse se multiplicó por 20, unos cinco millones de trabajadores ganan menos del llamado “salario de supervivencia”. No hay señales de que las cosas vayan a mejorar. Según una encuesta en diciembre del Hays Group, que comparó expectativas de incrementos salariales alrededor del mundo, con un aumento del 2,5 por ciento el Reino Unido estaría este año muy por debajo de China (8,6 por ciento), Brasil (6,1 por ciento), Europa (3,1 por ciento) o Estados Unidos (2,8 por ciento).

Más allá de los datos, Osborne está apostando a que la tímida recuperación económica actual de la mano de una burbuja inmobiliaria siga adelante hasta las elecciones para que, sumado al tradicional estoicismo británico, les den el voto a los conservadores a pesar de su promesa de austeridad. El laborismo apuesta a un cambio de paradigma postestallido 2008 en el mundo desarrollado, tal como mostró la victoria del populista Bill De Blasio en la elección de alcalde Nueva York a fines del año pasado. A 16 meses de las elecciones, la campaña está en marcha.