Pedro Echeverría V.
 

1. El diálogo con el poder nunca ha existido, sólo ha sido un engañabobos. Gobierno y empresarios -al contar con la fuerza incondicional del ejército, la policía, las leyes y el dinero- siempre (por lo menos desde que hace 50 años tengo memoria) se han burlado y carcajeado de los trabajadores y sus líderes. A los tontitos electricistas del SME Gobernación les hizo suspender tres acciones importantes llamándolos a «dialogar» para luego burlarse de ellos, y a los maestros de la CNTE -a pesar de mantener sus acciones- han aceptado como tontos «diálogos» con Gobernación que sólo han sido diversionistas. Claro, alguien diría, que si no aceptan «dialogar» entonces te mandan a la tropa para asesinar a la gente.

2. ¿Pero, después de 10 «diálogos» que carajos esperamos? Yo estuve en «diálogos» en 1989 con la CNTE y la SEP de Bartlett y dos veces 12 años después en Gobernación, invitado por CNTE y CNPA. Fuera de algunos acuerdos de «no agresión», nada importante se resuelve, a pesar de las presiones de las bases que han rodeado los edificios. Los diálogos sólo sirven para entretener mientras acudamos donde nos cita la autoridad; otra cosa sería que, ante gigantescos bloqueos acudan las autoridades a nuestro terreno a negociar. Pero antes escogerían mandar a la tropa asesina para masacrarnos. Dentro de mi pesimismo le decía a mi amigo Noroña el pasado viernes 6, que dado que había 20 mil policías acordonando Reforma, a los plantados nos correspondían 100 policías.

3. Ya lo he dicho mil veces: «cualquier diálogo depende de la fuerza», es decir, quien tiene la fuerza determina todo; lo demás son bobadas o tonterías. Gobernación es un enorme poder respaldado por el gobierno, el ejército, los empresarios, medios de información y mucho dinero para comprar. Los que acuden allí «a dialogar» lanzan su rosario de quejas, explicaciones, etcétera; Gobernación hace que oye, justifica y los vuelve a citar y así hasta el cansancio. Pero cuando se sale de Gobernación -después de tomar refrescos, café, comer galletitas- es con la cabeza gacha para informar «que no se puede». Recuerdo a Rosario Ibarra y Enrique González Ruiz -que veían lo del EPR- que por fastidio se retiraron. ¿Por qué no obligar a Gobernación a ir a nuestro terreno?

4. La realidad es que no tenemos fuerza comparable con la del Estado y acudimos a Gobernación con esperanzas e ilusiones un poco tontas. Olvidamos que los trabajadores sólo podremos ganar la batalla cuando paralicemos la ciudad de México o al país una semana y al mismo tiempo superemos en número a las fuerzas armadas y estemos decididos a confrontarlas. Lo demás son simples paparruchas, bobadas oportunistas que he visto y sentido desde 1960. Perder el tiempo firmando apoyos, respondiendo encuesta, dando vueltas en el Ángel, esperando que la SCJN nos de la razón o que instancias internacionales nos hagan caso. Está bien para quienes no conocen la historia, pero quienes sabemos de la fuerza y actuar de la burguesía no podemos soñar.

5. Los movimientos armados o guerrillas también han fracasado desde 1965 frente a las fuerzas combinadas del gobierno, empresarios, medios de información, jueces, ejército y policía. Pienso que los dos millones que integran las fuerzas armadas -más las que contraten estas semanas- han sido suficientes para frenar el descontento de campesinos, obreros, empleados, que de manera dispersa se manifiesta en el país. ¿Puede preocuparles a los gobiernos del PRI y el PAN la baja producción, la inflación, los miserables salarios, el enorme desempleo, el crecimiento del descontento, si cuenta con las suficientes leyes contra las manifestaciones y las fuerzas armadas para reprimirlas?

6. Las mentadas de madre, los insultos que reciben a diario y cada minuto los políticos Peña Nieto, Osorio Chong o Chuayffet no sirven de nada; tirar las gigantescas bardas metálicas de la cámara de senadores de Reforma tampoco le preocupa al gobierno, pero si lográramos evitar que entren y salgan aviones, vehículos en las carreteras, evitar operaciones en bancos y bolsas por una semana, entonces sí nos harían caso. Pero los pequeños bloqueos de 24 horas sirven poco. Los trabajadores tienen que inventar otras formas de lucha que puedan responder a la violencia del Estado porque lo que la socialdemocracia o la falsa izquierda proponen no sirve de nada.