Raúl Bracho
Quería escribir sobre muchas cosas esta noche, escribir por ejemplo que siento mi país lleno de paz luego de estas elecciones, del final de la agenda de odio y de guerra fascista que ha fallecido, por ahora, por lo menos.
Luego vi la foto de Obama estrechando la mano de Raúl Castro en Sudáfrica y pensé: son sucesos concomitantes que expresan los cambios de la historia más allá de Venezuela, tengo que escribir eso. Mandela esperó con calma el mejor día para su marcha. Lo que pasa en Venezuela repercute en África y en Cuba y en el planeta. Me pareció entonces que debía escribir desde allá, desde los funerales lluviosos de aquel gigante Mandela que subió a la eternidad un 5 de Diciembre, a nueve meses de la partida de Hugo Chávez, como para que entendamos los cambios en su conjunto.
Dar la mano a Raúl Castro no ha sido pura diplomacia. Era Raúl el primero al final de la escalera que subió presuroso Obama bajo la torrencial lluvia llanto de toda la humanidad en la partida de Madiba, el tata, Mandela. África, fuego, selva.
Dar la mano era por supuesto un protocolo obligatorio. Después de Raúl Castro estaba Dilma, ¿Quién ordenó los puestos?
Obama y el imperio han tenido que retroceder ante la excelente diplomacia rusa. Putin pasó por encima ante el mundo en un ejemplo enorme de amor a la paz y el mundo respiró de nuevo. Obama lo sabe y temeroso ha enfrentado un tanto a los jefes del sionismo del pentágono y de Israel. Pero se sabe postergado como líder de la muerte ante Putin con las manos sosteniendo la paz y la vida.
No era otra cosa lo que pasaba ese día en Venezuela, tenía que ver con ese estrechón de manos, con ese orden estricto al final de la escalera. Venezuela había anunciado al mundo que Hugo Chávez había vuelto de la muerte física convertido en millones, que de nuevo inclinaron la balanza hacia los cambios, hacia la revolución. El 8D marcó un retorno de la gran fuerza indoblegable, Obama lo sabía, escalón tras escalón, mientras subía con la mano extendida.
John Kerry anunciaba de nuevo que aceptaría un acercamiento a Nicolás Maduro, reconociéndolo como presidente. Entonces supe que la historia se está tejiendo.
Un artículo que me gustó mucho en Aporrea, del camarada Freddy Yepez, titulado: Hay que fusilar a Raúl Castro por haber estrechado la mano del imperialista Obama me hizo quedarme un buen rato en reflexión. Recordaba mi infancia y a la Unión Soviética. Yo podría tener apenas 9 años cuando la crisis de los misiles en Cuba y se me hacía tan difícil una salida que no me costara mi infancia incendiada por bombas atómicas, sin embargo, aquella enfrenta que parecía insoluble fue cambiada por la historia, la Unión Soviética se desmoronó sin permiso de nadie, de repente. Y quedamos como desnudos aun sabiendo que no habrían bombas que quemaran nuestra infancia.
Decía Freddy en su nota: “No creo, en lo particular, que el Presidente Obama, cuando regrese a la Casa Blanca, llegue convencido que debe ponérsele fin al injusto bloqueo contra Cuba y que, de inmediato, debe establecerse relaciones diplomáticas con el Gobierno cubano. El propio Congreso de Estados Unidos recurriría a todos los argumentos y maniobras políticas para, por lo menos, evitárselo. Sin embargo, fueron millones de estadounidenses y centenares de gobernantes que vieron ese gesto en vivo y, por lógica, tiene que haberles pasado por la mente lo del bloqueo a Cuba y la necesidad –especialmente para la mayoría de cubanos y cubanas residentes en Estados Unidos y para empresarios estadounidenses- de ponerle fin al mismo y que se establezcan relaciones diplomáticas entre los dos Estados respetándose el uno al otro y el otro al uno.” http://www.aporrea.org/internacionales/a178425.html
Quizá, seguramente, no pase nada después del estrechón de manos. Pero pasó que el mundo vio lo que pasó.
Así pasó que Venezuela se levantó gigante llena de Chávez este domingo pasado y el mundo también lo vio. Pasó que las cosas pasan y al pasar cambian las cosas.
Quienes amamos la vida y la revolución tenemos que esperar esa salida, esa impronta, esa luz sorpresiva que abra los portones de la nueva humanidad y de la nueva historia.
Bajo la sabia sonrisa de Mandela y desde la cercana mirada amorosa de Chávez desde el Cuartel de la Montaña, quiero escribir que siento que hemos avanzado por el sendero luminoso de la nueva vida, enVenezuela, en Sudáfrica, en Cuba y en el mundo entero.
Eternos gigantes, Chávez, Mandela y Fidel, más allá de la vida y de la muerte, empujan la humanidad hacia su preciso destino, ¡Venceremos!