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5-12-13.- ‘Tata Madiba’, como era cariñosamente llamado por sus compatriotas, fue un referente mundial en la defensa de los derechos humanos. Nacido el 18 de julio de 1918 en Mvezo, antiguo Transkei, hoy provincia oriental del Cabo, Sudáfrica, Nelson Rolihlahla Mandela no sólo llamó la atención por su carisma, sino por su templanza en su compromiso con la justicia, sus mensajes de reconciliación y defensa de la democracia.

 

El expresidente sudafricano, premio Nobel de Paz en 1993, acabó con el apartheid en los 90, tras 67 años de lucha contra un movimiento de segregación racial impuesto por los ‘afrikaners’, descendientes de británicos y holandeses residentes en Sudáfrica, contra los afrodescendientes, indios y mestizos.

Vivió en la clandestinidad durante cuatro años, desde 1960, cuando fue comandante en jefe del movimiento armado del Congreso Nacional Africano (CNA), Umkhonto we Sizwe (‘Punta de lanza de la Nación’). En 1964 fue arrestado y condenado a cadena perpetua por sabotaje y conspiración y enviado a la cárcel de Robben Island, en donde, según sus propias palabras, experimentó los “años más oscuros de su vida”.

Mandela fue el prisionero número 466/64 de esta cárcel –es decir, el prisionero número 466 de 1964–, que fue utilizada como lugar de reclusión para los presos políticos del apartheid. La única vista de su celda, en la que pasó 18 años de encarcelamiento, fueron los barrotes de las ventanas. Las visitas estaban prohibidas y el tiempo que tenían al aire libre lo pasaban picando piedra.