Ingo Niebel
Gara
 

30-10-13.- Después de un fin de semana en el que la canciller alemana, Angela Merkel, y su CDU han recibido una rápida lección de «realpolitik», se eleva el tono en la polémica con EEUU por el supuesto espionaje y se amaga con expulsar a diplomáticos estadounidenses.

Hasta ahora la CDU de la canciller Angela Merkel y su aliada bávara, la Unión Social Cristiana (CSU), han sido el baluarte de la denominada «amistad germano-estadounidense».

 

Hasta en los peores momentos, los cristianos demócratas y sociales han cerrado filas con Washington, la última vez antes del verano, cuando se tragaron las explicaciones de EEUU sobre las andanzas de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) y las revelaciones de su excolaborador Edward Snowden. En agosto el ministro de la Cancillería, Ronald Pofalla, dio por cerrado aquel caso.

Pero ante los indicios de que un equipo especial de la NSA podría haber intervenido el móvil de Merkel desde la embajada estadounidense, que se halla a unos 600 metros de la sede de Gobierno, los fieles defensores alemanes de la «amistad transatlántica» se sienten engañados y decepcionados.

Primero el propio presidente, Barack Obama, mintió supuestamente a Merkel cuando le dijo personalmente el pasado miércoles que no sabía nada de que la NSA la estaba espiando.

Pocos días después medios alemanes y estadounidenses informaban de que el jefe de este servicio de inteligencia informó a Obama ya en 2010 de que se había intervenido la comunicación de la política alemana. En la llamada a su homólogo estadounidense, Merkel le había dicho que «el espionaje entre amigos no es aceptable».

«Soy un socio, no un amigo»

El segundo varapalo le cayó el domingo, cuando el exembajador de Washington en Berlín, John Kornblum, aclaró desde el plató de un popular programa de la televisión pública alemana que «no soy ningún amigo, soy un socio, ésta es la diferencia».

Ante tal arrogancia, el ministro de Interior en funciones, Hans-Peter Friedrich (CSU), manifestó en televisión que ahora espera que EEUU muestre su disposición a colaborar. «Si alguien desde la embajada o desde cualquier otro lado es responsable de eso -el espionaje- y es culpable entonces o tiene que recibir su castigo o, si es un diplomático, tiene que abandonar el país» afirmó. «Si podemos identificar a los culpables, no sería la primera vez que integrantes de una embajada tengan que dejar el país», añadió.

Está por ver si el Gobierno en funciones de Merkel se atreve a dar este insólito paso que recalibraría las relaciones entre Berlín y Washington. Los alemanes no osarían hablar de esta forma de la Casa Blanca si no fuera por la debilidad económica que la ahora «nación examiga» está pasando ante las negociaciones sobre un Tratado de Libre Comercio entre EEUU y la UE.

Berlín colaboró

A pesar de las declaraciones de Friedrich y Merkel, el Estado alemán no solo ha permitido esas labores de inteligencia en su territorio sino que incluso ha colaborado en ellas. Una célula de las que participaron, según la versión oficial, en los atentados del 11 de setiembre de 2001 en EEUU fue vigilada previamente por agentes alemanes y de la CIA. El Gobierno del socialdemócrata Gerhard Schröder asentó las bases legales, hasta ahora secretas, de la colaboración con Washington en materia de Inteligencia. Por eso el SPD tiene que medir sus palabras a la hora de criticar a la CDU por haber cerrado prematuramente el caso de la NSA.

El actual jefe del servicio secreto exterior (BND), Gerhard Schindler, nombrado por Merkel, fue bautizado como «el aprendiz de la NSA» por el seminario «Spiegel» porque fue a EEUU para aprender de los agentes de Fort Meade.

En este contexto las declaraciones de Friedrich y la crítica a EEUU sirven a la canciller Merkel de cortina de humo para tapar e impulsar la reforma de su propia «comunidad de inteligencia».

Varios medios cercanos a la CDU han criticado tanto a la canciller por utilizar un móvil «interceptable» como también a los Servicios Secretos por no haberlo evitado.