Nicolás Alvarez Guevara
En esta Argentina, donde según una reciente encuesta, el 80% de las personas cree pertenecer a la clase media (y si no es quiere serlo) las políticas de inclusión social producto del mayor consumo y mejores salarios parecen no alcanzar para captar el voto de quienes se supone son los beneficiarios directos de las políticas implementadas por Néstor y Cristina Kirchner.
Es el mismo modelo (aunque algunos quieran diferenciar los gobiernos de uno y otra) que atravesó diferentes coyunturas o momentos y en los que se debieron tomar (o no) medidas en tiempo- espacio no siempre convergentes con el modelo discursivamente elaborado.
La falta de cuadros propios al proyecto tal vez haya sido el factor limitante al tener que recurrir desde el origen a Duhalde; Lavagna, Scioli, Alberto Fernández, Moyano, Cobos, Massa, Prat Gay o Lousteau, todos ellos representantes del poder económico, político y sindical del país, y un fiel reflejo de lo que ha sido el kirchnerismo desde su irrupción en el escenario nacional: un pequeño grupo político que ocupó la gobernación de una provincia de 200.000 habitantes, luego de la debacle provocada por el neoliberalismo extremo argentino durante los gobiernos de Menem-Duhalde, Menem-Ruckauf y De La Rua- Chacho Alvarez.
El kirchnerismo, como bien dijera un militante sesentista recientemente fallecido es la «version socialdemócrata del justicialismo», pues según el compañero el peronismo, murió con Perón.
Asi las cosas, Néstor y luego Cristina debieron comandar el proyecto a la salida del 2001 que juntó apoyos inicialmente del justicialismo duhaldista, los movimientos sociales (Evita, FTV, Frente Transversal, Libres del Sur) y asociaciones de derechos humanos a partir de los que se comenzó un período de mejoras relativas de las condiciones políticas, económicas y sociales en el frente interno y externo.
El primer aviso de la derecha fue la arremetida de «El Campo» en 2008 que casi acaba con el gobierno de Cristina y que llevó a una derrota electoral en 2009. La desaparición física de Néstor fue una ausencia política fundamental para el proyecto que dejó sin comando a la vanguardia del gobierno ahora en manos de Cristina y sus colaboradores. Así se llegó al triunfo del 54% en 2011.
Convenios colectivos, recuperación de las pensiones, estatizaciones de algunos servicios publicos, asignación universal, aumentos a jubilados, no fueron suficientes para compensar el supuesto daño del cepo al dólar, el impuesto a las ganancias al salario, las retenciones a los viajes al exterior, la inflación de los alimentos y precios en general que impactaron sobre la «clase media», el 80% como dice la encuesta de hogares.
La sociedad argentina moldeada por los medios masivos de desinformación y deformación, proporcionalmente mayoritarios del espectro radioeléctrico nacional, lograron convencer a la población por medio de propaganda psicológica que el gobierno de Cristina era perjudicial para sus intereses particulares y provocó el «Voto Clarín»: un voto ilógico contrario a los intereses colectivos de gran parte de la población beneficiada del proyecto kirchnerista: una población más conservadora que el peronismo socialdemócrata.
De no suceder un cambio copernicano, la sociedad clasemediera argentina podría realizar un nuevo intento de salida por derecha vía Scioli- De la Sota, Massa-Macri o Binner-radicalismo, como salida a su imaginaria frustración colectiva instalada en la conciencia de una población con poder de consumo pero alienada por el consumismo, los mensajes negativos de miedo y muerte disparados desde los medios en manos de las corporaciones transnacionales de alimentos, automóviles, medicamentos salvadores, computadoras y teléfonos inteligentes, que crearon una realidad virtual ajena a la cultura y necesidades lógicas y racionales de lo que siempre representó el ideario de los sectores medios urbanos argentinos.
El gobierno también colaboró en este trabajo, aunque por sus propias lógicas ideológica-políticas, no se haga responsable de las consecuencias de sus actos que pueden llevar a la Argentina a un nuevo gobierno liberal del siglo XXI