Anibal Canale

 

En el capitalismo disfrazado de progresismo se tiende a pensar que si los indicadores macroeconómicos adoptados por los organismos financieros internacioneles son positivos, los habitantes de ese país vivirán una vida digna: PBI, exportaciones, importaciones, superavit gemelos, relación PIB-deuda externa, reservas monetarias, ingreso per cápita, salario mínimo y demás indicadores  de desarrollo son tomados en cuenta por el sistema económico global y tambien por los economistas del gobierno de Cristina Kirchner.

Estos ratios fetiches constituyen el relato sobre el que la presidenta argentina ideó una campaña electoral transmitiendo la idea de que los últimos 10 años resultaron ser una «década ganada» para los 40 millones de argentinos: un relato que no convenció al 75% de los votantes quienes optaron por otras ofertas electorales más a la derecha del partido oficial de gobierno: los mismo que gobernaron en plena década neoliberal menemista.

Al contrario de estas tesis neocepalinas y pan-keynesianas, las variables que sí fueron consideradas al momento de elegir candidaturas primarias al parlamento fueron según el sociólogo Alfonso Runi las siguientes:

1. Inflación alta
2. Excesiva importación de energía
3. Pago de deuda externa
4. Impuesto a las ganancias aplicado a salarios y pensiones
5. Tasa del 20% a paquetes turísticos y gastos en el exterior
6. Cepo cambiario
7. Depresión del mercado inmobiliario
8. Derrota en la Ley de Medios
9. Derrota  en Ley de Consejo de la Magistratura
10. Pacto con Monsanto
11. Pacto con Chevron
12. Alza de precios de alimentos y bebidas
13. Servicios de trenes de mala calidad
14.Pésima política comunicacional
15. Excesivo clientelismo
16. Selección de cuadros políticos ineficaces
17. Acompañiamiento de aliados impresentables
18. Constitución de listas de candidatos a dedo
19. Equipo ministerial poco representativo de la sociedad
20. Penetración social de supuesta corrupción denunciada por el Grupo Clarín

Ninguna de estas decisiones políticas-económicas provocadas por el gobierno nacional se incorporaron a su matriz de decisiones y el resultado fue una catastrófica derrota del kirchnerismo, quien decidió comenzar un diálogo con los sectores industriales, banqueros y sindicalistas burocráticos, en lugar de llamar a las organizaciones sociales con trabajo verdadero en los territorios y a los sectores no corporativas de la economía real.

Ante la derrota, el gobierno decidió equivocadamente relatar una confusa autocrítica para salir por derecha y enviar señales a las corporaciones del poder real intentado diluir la idea de ser un gobierno soberbio, autista y sin diálogo.

Así realizó el peor error en miras a las elecciones legislativas del próximo 27 de octubre y como estrategia de gobernabilidad hacia 2015 utilizando a Daniel Scioli como salvavida de plomo ante el avance de Sergio Massa desde la intendencia de Tigre.

 

Este nuevo gerente de las corporaciones transnacionales podría comandar el futuro gobierno de Argentina a partir de los indicadores macroeconómicos dejados por la presidenta de la mano de sus ineptos asesores económicos  y reprodu porcidos por la misma presidenta, que aún no sale de la catastrófica sorpresa de las urnas.