Raúl Montes

La derrota electoral sufrida por el gobierno de Cristina Kirchner en la elecciones primarias (PASO) parece ser el primer momento de un proceso destituyente organizado por el poder económico a través de los partdidos de oposición con representación parlamentaria, los medios de comunicación opositores -nacionales e internacionales- y otros actores políticos como ONGs, consultoras y pseudo especialistas de todo tipo y color.

La experiencia histórica mundial, regional y Iocal nos enseñan que mostrar signos de debilidad o temor a la hora de enfrentar a los poderes mundiales que operan en Argentina, no es precisamente una buena señal para salir de la situación de jaqueo a la que se enfrenta la presidenta Cristina Fernández.

A partir de los magros resultados electorales, se inició una campaña de instalación medíatica de supuestos trastornos psicológicos, negación de la realidad, improbable futura gobernabilidad hasta el 2015, y peligrosos indicios por parte de la oposición de solicitar la presidencia de la ´camara de diputados por haber perdido el gobierno del kirchnerismo, la mayoría de votos desde un 56% en 2011 hasta un 31 % en la actualidad, siendo la primer minoría parlamentaria tanto en las Cámaras de Senadores como en Diputados.

Se suma a esto una andana mediática desatada por el Grupo Clarín contra la persona de la presidenta por medio del periodista Jorge Lanata en su programa televisivo PPT, que viene haciendo mella en la imagen del gobierno y de Cristina Kirchner que fue respondida torpemente por el equipo comunicacional y que marca un mal presagio en la comunicación táctica defensiva y de estrategia de campaña electoral con miras al 27 de octubre.

Que un programa de Televisión marque la pauta del poder en la Argentina del 2013, es una evidencia más que elocuente de un debilitamiento de las políticas de toma de decisiones y comunicación dentro del gobierno kirchnerista, propias de un estado de confusión post-derrota en las filas del gobierno.

La falta de comunicadores oficialistas probos es una de las deficiencias causadas por el propio hiperliderazgo de Cristina, quien ha perdido la conexión desde el Poder Ejecutivo hacia la sociedad, realizando actos desde la Casa Rosada o algunos pocos eventos políticos, sin impacto mediático sobre los potenciales votantes,  orientando los mensajes hacia la propia tropa ya convencida luego de años de militancia.

 

En el aspecto económico, los rumores sobre devaluaciones, lainflación, el desabastecimiento, el incremento del cepo y la cotización del dolar, la caída de reservas y demás casusales de cataclismos, serán utilizados para atemorizar a los ciudadanos de intentar votar en favor del gobierno el próximo 27 de octubre.

 

Los reacomodamientos internos en el bloque de gobierno por compra de voluntades es también un mecanismo frecuente de debilitamiento y desmovilización de las fuerzas propias en el frente aliado kirchnerista, que ha mostrado poca efectividad desde los grupos La Cámpora y «Unidos y Organizados» como agentes contenedores del voto propio, llevando a Cristina a pactar con gobernadores e intendentes que, en el caso de Buenos Aires, perdieron por escándalo en los principales distritos, con honrosas excepciones.

La nueva etapa cuesta arriba, para intentar recuperar los votos drenados hacia las variantes opositoras, junto al intento de socavar la autoridad presidencial, debe ser liderada por nuevos actores políticos dentro de un gobierno que reacciona erradamente, y que debe prepararse para una fuerte arremetida de operaciones psicológicas contra la población por parte de los grupos mediáticos (por orden sus patrones) intentando enterrar definitivamente el proyecto más exitoso de los últimos 50 años en esta Argentina capitalista de comienzos de siglo XXI.

 

 

 

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