¿Es posible hacer frente a los medios de comunicación de masas en la lucha por la hegemonía de las ideas? Este artículo analiza cual es el origen de las ideas dominantes, la importancia de la batalla por desmontarlas y su relación con la lucha en la calles. |
“¿Por qué no nos mataron a todos?”, se preguntaba el amo de la plantación donde trabajaba Django, el protagonista de la última película de Tarantino. También hoy nos preguntamos a menudo por qué las clases populares no se rebelan contra el sistema capitalista que, claramente, les oprime. Pero esta nitidez se cubre de nebulosa en el momento en que no es solo la fuerza de la violencia la que “obliga” a aceptar este tipo de situaciones desiguales, sino que ésta va acompañada de todo un discurso ideológico de la clase dominante que se arraiga en la población oprimida. Resultado: en muchas ocasiones, la clase trabajadora acaba justificando su propia situación de sumisión, y acaba interiorizando la idea de que no se puede hacer nada para cambiar las cosas.
Los medios como creadores de opinión pública
“Quien controla el pasado, controla el futuro; quien controla el presente, controla el pasado”, decía el escritor George Orwell. De esto se deduce que quien controla el presente, controla el futuro; o al menos un futuro próximo. Según Marx, “las relaciones que hacen de una determinada clase, la clase dominante, son también las que confieren el papel dominante a sus ideas”. Partiendo de este principio, sería absurdo que las clases con una situación privilegiada en el presente no se sirvieran de las herramientas que tienen a su disposición para perpetuar esta condición en el futuro. Y, a día de hoy, “controlar el presente” significa poderlo definir para que sea socialmente aceptable, con toda la manipulación que requiere algo así, teniendo en cuenta la cantidad de realidades inaceptables que alberga. Pero, ¿quiénes son los contadores de la realidad actualmente? Entre otros, los medios de comunicación de masas.
Cuando vemos un reportaje elaborado por el NODO, nos reímos porque la manipulación se hace exageradamente manifiesta. Hay consenso social en el hecho de que el régimen de Franco poseía de forma descarada el monopolio de la información. Es evidente que las cosas han cambiado. Si no, no nos haría reír. Ahora hay libertad de expresión, no hay censura, estamos en una democracia. Sin embargo, ¿cómo se entiende que en un estado democrático la propiedad de los medios de información esté en manos de unos pocos? La información es un derecho y, como tal, no puede ser vulnerado en pro de los intereses económicos de las empresas privadas que los poseen.
No podemos obviar que el único objetivo de las empresas es la obtención de beneficios. Y que buena parte de sus ingresos provienen de la publicidad de otras empresas o corporaciones. Esto obstaculiza el garante del derecho a la información, puesto que las empresas venden la audiencia y sus compradores son los anunciantes. Consecuentemente, la visión del mundo que presentarán los medios no colisionará con los intereses de las corporaciones anunciantes. El año pasado, por ejemplo, La Caixa amenazó con retirar la publicidad a los medios que iban a difundir la cacerolada delante del edificio central de la entidad en Barcelona. Según informó el semanario Directa, “fueron llamadas informativas, sin amenazas explícitas, pero en el caso de Televisió de Catalunya, fueron más allá y les recordaron que la entidad financiera insiere una gran cantidad de publicidad en TV3”. De hecho, la revista Café amb llet anunció la cacerolada delante del apodado «Mordor” y “recibió una notificación en la cual se le informaba de la cancelación de una página de publicidad”1.
Además, hay que tener en cuenta que los medios de comunicación no solo protegen a los intereses privados, sino también al estado. La farsa informativa después de los atentados del 11M es un ejemplo paradigmático de ello. No obstante, algún consumidor y consumidora de información ya recurrió, en aquella época, a la prensa extranjera. Y es que los tiempos han cambiado, primero, porque ahora las clases populares somos consumidoras expertas de cultura audiovisual y, por lo tanto, menos vulnerables ante sus productos. Y segundo, podemos también ser creadoras de relatos. Y, como hemos señalado, estamos en una democracia. Es por esto que también los medios han tenido que buscar mecanismos para legitimar su discurso, escondiendo sus posiciones detrás de la apariencia de objetividad y de pluralidad de las emisiones.
La falsa objetividad de los mass media
Frases cortas, sin adjetivos calificativos, claras y concisas. Y sobre todo, enunciadas con cara de póquer delante de una cámara que muestra la cara plana, frontal, sin matices, sin sombras, de la realidad. Con esta estética, nuestras conciencias son inducidas a creer que la prensa es el altavoz de una realidad que se muestra de forma transparente, sin sufrir ningún tipo de deformación. Es verdad, no “califican”, pero sí que “nombran”, explican y omiten.
Son ejemplos del uso del lenguaje para tergiversar sutilmente la realidad, los adjetivos sustantivados como “antisistema”, o los substantivos como “perroflauta”, utilizados de forma camuflada. El día después de la muerte de Hugo Chávez, no eran pocos los artículos que utilizaban “caudillo” como sinónimo del presidente de Venezuela. En el Estado español, cualquier figura que pueda significar un peligro para el estatus quo o que lo ponga en duda, acaba siendo descalificada, o incluso criminalizada, por los medios de comunicación. Recientemente se ha dado voz a quienes relacionaban a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) con ETA.
La degradación del periodismo como profesión se hace evidente en el momento en que éste solo sirve para proteger al sistema o al gobierno. En el relato de los medios de comunicación, las instituciones salen casi siempre indemnes de cualquier responsabilidad. Por ejemplo, estos pueden perfectamente afirmar que “ha habido una agresión racista en el barrio del Raval”, pero nunca dirán: “El gobierno aprobará el decreto racista que impide la atención sanitaria a los migrantes sin papeles”.
La violencia que ejerce el estado sobre las clases populares es siempre legitimada con su invisibilización, mientras que la violencia que resulta del malestar que esta situación provoca sobre las clases populares es siempre criminalizada. La entrevista que le hicieron a Angela Davis cuando estaba en la cárcel, incluida en la recientemente publicada película documental Black Power Mixtape 1967-19752, muestra el choque entre estos dos tipos de violencia. Davis se escandaliza, y con razón, cuando le preguntan si justifica la violencia ejercida por la gente en las calles.
Es así como nombres como democracia, soberanía, libertad, racismo, terrorismo, derechos sociales o populismo, entre muchísimos otros, han sido deformados por los medios de comunicación de forma que ahora se entienden de forma muy sesgada. De alguna manera, los hemos asumido e interiorizado tal y como los medios los han descrito. Según dice Pablo Iglesias en una entrevista3, “la clave es entrar en el campo de batalla y pelear nosotros también” para revisar estos términos y “disputar el significado de las nociones que son normales para todo el mundo”. Cuando dice que son “normales”, se refiere a que hay un consenso respecto a su significado, y esta forma de entenderlos es “de sentido común” o “hegemónica”, en términos del revolucionario Antonio Gramsci. Pero, realmente, ¿se pueden crear relatos diferentes e independientes a éste con capacidad de penetrar en la sociedad civil? ¿Hasta qué punto influyen los medios de comunicación en la conciencia de las masas?
¿De dónde surgen las ideas?
Cuando hablamos de los medios de comunicación y de la formación de las ideas de la clase trabajadora, a menudo nos imaginamos a una persona trabajadora que llega a casa agotada del trabajo, se sienta en el sofá y se deja hipnotizar por las emisiones de luz del televisor. Y deducimos que el mensaje que el nervio óptico envía al cerebro a estas horas de la noche es el único que conforma su visión del mundo.
No obstante, olvidamos que, antes de estar dos horas delante del televisor, ha estado ocho horas en su trabajo. Ocho horas que le serán “recompensadas” con un salario. Las relaciones de producción dentro del sistema capitalista se presentan como una realidad “lógica” y única posible; la vida funciona así: unas personas tienen ideas y hacen un gran esfuerzo por crear empresas y, así, empleo, y otras trabajan a cambio de un salario. Pero al fin y al cabo formamos parte de una gran familia4 con unos mismos intereses. Así se suele expresar la clase dirigente. Pero cuando el salario de trabajadores y trabajadoras “no es competitivo” y se tiene que “adaptar a las necesidades del mercado”, es decir, bajar los salarios o hacer despidos masivos, ¿dónde quedan los armónicos lazos “familiares”?
Este lenguaje que confunde “competitividad” con “explotación”, como explicaba Xabier Gracia5, miembro del Seminario de Economía Crítica Taifa, es pura ideología. Ideología de la clase dominante. Pero es una ideología finalmente aceptada porque se corresponde con la experiencia de la mayoría de la gente durante la mayoría del tiempo. La ideología no es solo cuestión de discurso; de hecho, los discursos no se producen en el vacío social. Tampoco se adquiere exclusivamente a base de las relaciones materiales entre las personas. Y es que la naturaleza de las ideas es extremamente compleja, a veces contradictoria, pero nunca, para nada, fija. Gramsci hablaba de la existencia de una doble conciencia o de dos conciencias contradictorias en la mente de las personas trabajadoras. Por un lado, una conciencia implícita en su hacer, que establece vínculos con las personas colaboradoras en la transformación práctica de la realidad. Por el otro, una conciencia explícita o verbal, con ideas heredadas del pasado, absorbidas sin el filtro de una visión crítica.
Medios de comunicación y creación de significados
Entonces, ¿por qué los oprimidos y oprimidas no se sublevan contra un sistema que está configurado en contra de sus propios intereses? Tal y como explica Xabier Gracia, “el poder se articula, fundamentalmente, en su control sobre las instituciones que insieren en el individuo un conjunto de valores y de estructuras mentales concordes con las necesidades de la sumisión ideológica y la aceptación consensuada de la cosmovisión de la clase dominante”.
Y la posesión de los dispositivos de producción ideológica significa la posesión del lenguaje. Según el psicólogo ruso Lev Vygotsky, el lenguaje, “además de estar implicado en la organización de la propia actividad, participa en la formación de significados que son construidos socialmente”. Es por esto que es importante replantear estos conceptos y superar las nociones que nos transmiten a través de estos mecanismos. Pero, ¿cómo hacerlo? Según el equipo de La Tuerka, se tiene que militar en los medios de comunicación para construir esta contra hegemonía. Crear un discurso, edificar un relato propio, independiente (en la medida en que se puede). Además, como cualquier forma de contra hegemonía, tiene que tener la ambición de hacerse hegemónico. Y ahora parece que es el momento propicio para hacerlo. Primero, porque la sociedad está viviendo una crisis de consensos. Segundo, porque la evolución tecnológica ha permitido la democratización del proceso de producción audiovisual y de difusión de las ideas a través de las redes. Una especie de Nouvelle Vague6que está haciendo brotar muchísimos programas y medios que dan voz a los intereses de la clase trabajadora.
Todo esto tiene sentido si seguimos el análisis que hemos hecho hasta ahora por lo que hace referencia a la formación y el cambio de las ideas. Sin embargo, partíamos de dos principios erróneos. En primer lugar, porque estamos tratando a la clase trabajadora como mera espectadora de la realidad, cuando ella también forma parte de esta realidad y, por tanto, puede modificarla. No se trata sólo de que la entienda. En segundo lugar, porque en el momento en que, como personas militantes, nos consideramos constructoras de relatos, estamos delimitando una frontera categórica entre quienes construyen el relato teórico y quienes lo reciben, es decir, una clase trabajadora que tiene que cambiar el mundo materialmente. En realidad, todos y todas necesitamos ser educadas, y todos y todas somos responsables de cambiar el mundo materialmente. Y una de las experiencias que más educa es la lucha, que viene provocada por las relaciones de producción. Los medios de comunicación “ideológicamente más libres” (por no condenarlos al carácter subalterno que les confiere los adjetivos “alternativos” o “no convencionales”) pueden dar argumentos a los y las militantes para enriquecer y difundir su lucha. Pero no provocarán esta lucha, ni les harán cambiar el mundo. De hecho, cuando Gramsci define el perfil del “nuevo intelectual” especifica que su modo de ser “no puede consistir en la elocuencia, expresión exterior y momentánea de los afectos y las pasiones, sino en la participación activa en la vida práctica, como constructor, organizador, ‘permanentemente persuasivo’ porque no es un puro orador”7.
Además, los programas o medios que cuestionan el estatus quo tienen muchas dificultades para salir de una difusión de tipo marginal. Esto limita su penetración en aquellos sectores de la población que ya están movilizados o que ya tienen una visión crítica del sistema capitalista. De todas formas, aunque el programa Fort Apache8 o Debat999 sobre la vivienda consiguieran emitirse en una televisión estatal de amplio abasto, con un abanico de voces con argumentos sólidos a favor del “sí, se puede”, la gente no se lanzaría a parar desahucios o a ocupar pisos para alojar a personas desahuciadas. Porque este convencimiento no viene dado por los argumentos racionales que justifican un acto de desobediencia civil, sino por la experiencia de haberlo vivido. Si nunca has participado colectivamente en un evento de estas características, que corresponde a la mayoría de casos, es bastante difícil estar convencido de que “sí, se puede”.
Es por esto que no se puede militar de forma exclusiva en la construcción de ideología o de hegemonía. La caída de Mubarak no fue precedida de un proceso de concienciación ideológica previa. Sin las huelgas masivas de trabajadores y trabajadoras que la precedieron10, no hubiera sido posible. Es importante que, como militantes, seamos capaces de extraer los elementos de teoría implícitos en las luchas colectivas de la clase obrera, y contraponer esta teoría a todas las otras teorías atrasadas que viven en esta conciencia contradictoria de las personas trabajadoras. Tenemos que construir la hegemonía desde la teoría y desde la práctica, desde los medios y desde las calles.
De la contra hegemonía a la hegemonía
Y, en este sentido, la PAH ha hecho una labor ejemplar11, porque ha sabido encontrar la manera de ir ganando el apoyo popular batallando en ambos espacios. Empezó parando desahucios con gente que no estaba politizada. Poco a poco, fue ganando fuerza. Y cuando hizo llegar la ILP (Iniciativa Legislativa Popular) al Congreso, mostró su hegemonía en la manifestación del 16F. Pero la lucha no se ha limitado a ganar las calles, sino que también ha logrado filtrarse en los medios de comunicación ideológicamente menos libres: programas como El Gran Debate de Telecinco12, espacios de la revista Pronto, o en medios públicos como TV3 o Catalunya Radio, entre otros. Y es que las acciones de la PAH se visibilizan cada día en los medios de comunicación porque es una lucha que ha ganado tantos partidarios y ha generado tantas simpatías y, además, responde a unas consecuencias de la crisis, del sistema, que son tan dramáticas, que los medios se ven obligados a hablar de ella. Hay que reconocer que en algunos casos los medios han aprovechado las dosis de sensacionalismo del seguimiento de un desahucio como si fuera un reality show, como es el caso del programa de Ana Rosa Quintana. Pero también esto ha contribuido a hacer visible la problemática.
Sin embargo, surgieron diversas voces que asociaban al movimiento con ETA, criminalizando a la PAH a causa de sus acciones de “escrache”. Pero la batalla hegemónica está tan ganada que la sociedad ha recibido los comentarios que difundían los medios con escepticismo. Es por esto que Ada Colau tuvo la confianza para convocar, a través de una tertulia a la cual la invitaron el pasado 30 de marzo en La Sexta13, una campaña de apoyo al movimiento en contra de los desahucios llamado #PrimaveraVerde14, que está tiñendo los balcones de las ciudades y los avatares en las redes de color verde, haciendo evidente así su hegemonía de forma visual.
Mireia Chavarria es militante de En lluita / En lucha
Artículo publicado en la revista anticapitalista La hiedra
Notas
- Rodríguez, Jesús, 17/05/2012, semanario Directa (edición digital), “La Caixa executa l’amenaça de retirar la publicitat a mitjans que difonen la cassolada indignada”, http://
setmanaridirecta.cat/noticia/ caixa-executa-lamenaca- retirar-publi…. - Vídeo: Entrevista entera de Angela Davis en Black Power Mitxtape 1967-1975. http://www.
youtube.com/watch?v= uVxWodQTH3w&playnext=1&list= PL2A08CC0B76A…. - Vídeo: Entrevista a Pablo Iglesias: Militar en los medios de comunicación http://www.
youtube.com/watch?v= ddxvO6kVMwQ - Karvala, David. Marzo del 2002, folleto publicado por En lucha, Marxismo para anticapitalistas, http://www.
enlucha.org/site/?q=node/266 - Gracia, Xabier, 15/03/2012, semanario Directa (edición digital), “Ciència econòmica o ideologia del poder”, http://www.
setmanaridirecta.info/noticia/ ciencia-economica-ideologia- del… - La Nouvelle Vague (Nueva Ola) es un movimiento cinematográfico que rompió con los esquemas del cine que se había hecho hasta el momento porque la evolución de la tecnología de la producción audiovisual permitió disponer de equipos ligeros de grabación y huir así de los platós y las dificultades de la aparatosa maquinaria de la industria audiovisual.
- Gramsci, Antonio, 1981, Cuadernos desde la Cárcel, México D.F., Ediciones Era.
- Vídeo España desahuciada, Fort Apache, 31/03/2013. http://www.
youtube.com/watch?v= 1zSlRecJoAo - Vídeo: Habitatge, ¿dret o condemna?, (Vivienda: ¿derecho o condena?) Debat99, 07/03/2013. http://www.
youtube.com/watch?v= ZRUWm0bGMbE - Ros, Manel, Octubre de 2011, periódico En lucha (edición digital), “Patrones de protesta: la experiencia de la Revolución rusa de 1905”, en http://www.enlucha.org/
site/?q=node/16571 - Cazorla, Bertran, 04/03/2012, blog d’en Bertran Cazorla, “Marta Sánchez, Isabel Pantoja, Ada Colau”, en http://bertrancr.wordpress.
com/2013/03/04/ada-colau- isabel-pantoja-pah-c…. - Vídeo: El Gran Debate, Telecinco, recibe a Ada Colau. http://www.youtube.
com/watch?v=ZKNjA2YvfWg. - Vídeo: Entrevista a Ada Colau en LaSextaNoche. http://www.
youtube.com/watch?v= tPtrMpCA22A. - Campaña #PrimaveraVerde de apoyo a la PAH, para más información: http://
primaveraverde. afectadosporlahipoteca.com/ como-participar