Francisco Capellano fue hasta el 11 de junio el gerente general y jefe de seguridad del club, y hombre de confianza del presidente Bugallo; durante la última dictadura integró el personal de Inteligencia del Batallón 601.
Gustavo Veiga
La llamada telefónica pretendía dar con Francisco Capellano, un ex integrante del personal civil de inteligencia durante la última dictadura. Pero otra voz atendió el celular. Un dirigente respondió que el número no le pertenecía más al ex jefe de seguridad y gerente general de All Boys. El 11 de junio pasado había dejado de pertenecer a la institución del barrio de Floresta. “Nos decía siempre que nunca había estado en una fuerza de seguridad”, comentó la fuente que pidió reserva de su nombre porque el ex empleado jerárquico acaba de iniciarle juicio al club y no quiere complicar la cuestión litigiosa. La anécdota describe cómo terminó la relación laboral entre la institución de Primera División y el ex colaborador del régimen que dio el golpe de Estado en el ’76. Pero, además, demuestra otra situación delicada: los servicios con ese pasado están entre nosotros, contratados en empresas públicas o privadas, y hasta llegaron al fútbol.
A fojas 16 del listado del personal de la Dirección General de Inteligencia entre 1976 y 1983, y con el número de orden 834, aparece Francisco Capellano. Fue uno de los efectivos que revistaban en el Batallón 601 y cumplía funciones de “seguridad”. Otros realizaban tareas como agentes de recolección de datos, analistas y auxiliares de inteligencia, asesores militares, agentes de censura y quienes cubrían todo tipo de tareas administrativas o frecuentaban de uniforme el edificio de Callao y Viamonte, desde dactilógrafos a oficiales del Ejército.
En All Boys dicen que se enteraron por Página/12 de la trayectoria como servicio de la dictadura de su ex empleado. “No sabíamos del tema. El dijo que nunca había estado en una fuerza de seguridad. En el club llegó a jefe del área y fue adquiriendo tanto poder que se lo nombró gerente.” La misma fuente agregó: “Si hizo inteligencia en All Boys me tiene sin cuidado. Acá la mayoría es gente del barrio, nos conocemos todos. Yo vengo a este club desde que tenía doce años”.
¿Por qué adquirió tanto poder el hombre que comenzó en All Boys contratado como personal de seguridad en los accesos al estadio? ¿Por qué se había convertido en el vocero del club, casi un alter ego de la Comisión Directiva, para ventilar temas como los operativos en la cancha de Floresta? Se dirá lo obvio: porque era el jefe de seguridad. Pero Capellano llegó a la institución en septiembre de 2002 como empleado de Prosegur y el sitio web http://www.elhinchadeallboys.
com.ar lo define como el “hombre fuerte de Bugallo”.
Bugallo es Roberto, el presidente del club que asumió en el 2000. El mismo que una vez admitió que “todos los dirigentes del fútbol argentino conocemos a los barrabravas y hablamos con ellos. Lo que pasa es que en algunos clubes se vuelven incontrolables, terminan manejando las instituciones y tienen más peso que los propios directivos”. Es cierto, y para eso estaba Capellano. Supuestamente, para controlarlos. Y a juzgar por su verborragia y cierto reconocimiento que había recibido por su labor, se mostraba satisfecho. Bugallo lo elogiaba en Olé cuando el equipo lograba el Ascenso a la B Nacional en 2008: “Ni hablar de Francisco Capellano, Diego De-sanzo o Catapano, que me acompañan desde el comienzo de mi gestión. Les debo mucho”. Palabras del presidente.
Pasaron apenas dos años y el club ya jugaba en Primera. Su carrera ascendente era simétrica al protagonismo que iba ganando su empleado jerárquico. “All Boys ha quedado en la historia por un recambio histórico. Que la Policía Federal haya sido reemplazada por seguridad privada dentro de un estadio no es broma y es algo realmente importantísimo.” El testimonio de Capellano se puede ver en http://www.youtu be.com/watch?v=ZvffJxap1X8 y es de agosto de 2011. Los medios deportivos llegaron a titular: “All Boys: el estadio más seguro del fútbol argentino”.
Aquella noche en que hacía esas declaraciones, la empresa de seguridad privada MSM había reemplazado a la Policía Federal. El objetivo acordado entre el gobierno nacional y el club era posibilitar una mayor presencia de efectivos en las calles. All Boys, quizás para sorpresa de muchos, había sido elegido por el Ministerio de Seguridad y su por entonces ministra Nilda Garré como modelo para llevar a cabo esta política.
Capellano había sido distinguido en 2010 por los árbitros de la AFA. En una votación anual que realizan, lo eligieron como el mejor jefe de seguridad. En el apogeo de su popularidad en All Boys declaraba: “En la Capital Federal el fútbol está ocupando entre 4000 y 5000 policías por fin de semana, por lo que se busca que se aboquen a la seguridad del barrio y no de una cancha. A partir de esto se fueron chequeando los estadios y decidieron que All Boys era el más propicio para esta prueba piloto. Se pusieron en contacto con nosotros y se hizo una reunión con Bugallo y el secretario de Seguridad, el doctor (Juan Carlos) Blanco, donde nos contaron de qué se trataba y nos preguntaron si íbamos a acompañar el proyecto. Nos pareció que había que acompañar el proyecto ya que no se puede predicar con lo que no se hace”.
A Capellano se le fue apagando la estrella. El despido del ex personal de inteligencia en junio pasado no habría sido por un solo hecho. Hubo una actitud suya –según la fuente de All Boys– que no le cayó bien al presidente durante un acto en que se entregaron plaquetas a personalidades destacadas en la historia del club. Habría sido un desplante, o algo parecido. Pero el desencadenante, a juzgar por la proximidad de las fechas, serían los incidentes que ocurrieron el sábado 8 de junio, en el estadio de Vélez. Por ellos se suspendió el partido que jugaban el local y All Boys a los 26 minutos del primer tiempo. Los dirigentes de ambos clubes dejaron trascender en los medios que hubo una mano negra, sin mencionarla, pero lo concreto es que tres días después, el club de Floresta prescindió de su gerente general y jefe de seguridad.
Capellano, además de revistar entre el personal de Inteligencia desde 1976 a 1983, aún figura en registros comerciales como empleado del club de Floresta y con actividad en la enseñanza de nivel inicial y general básica en instituciones de formación superior, colegios universitarios y universidades por correspondencia.
Fuente: Pagina12.com.ar