Emilio Marín
La Arena

Cristina Fernández está impulsando a sus candidatos en todo el país. Sus discursos son armónicos con su gestión. La oposición es apenas opo. Lástima algunas piedras de más en la mochila presidencial, caso Milani.

El discurso de la presidenta el sábado en la Universidad de la Matanza ilustra las posibilidades de sus candidatos para ganar en las PASO y octubre. Ella habló de las realidades que se encontró Néstor Kirchner y luego ella al llegar al gobierno, y las transformaciones positivas de estos diez años.

Ese contraste no es un “relato” sino un balance aproximado a la realidad. Naturalmente que el político, y Cristina lo es, agrandará el costado favorable y encogerá el negativo, pero en términos generales lo suyo tiene asidero. El público lo entendió así y la aplaudió con entusiasmo en La Matanza; vía televisión esa misma impresión provoca en el grueso de quienes se asoman a la pantalla.

Ayer la jefa de Estado se movió como pez en el agua en La Matanza, pasada ya la equívoca situación vivida por una referencia suya en la interpelación del alumnado de Harvard. La oradora puso de resalto la recuperación de los fondos previsionales y la Asignación Universal por Hijo, contrastándolas con la estafa de gobiernos neoliberales, las AFJP y Clarín. ¿Quién puede negar que las cosas fueron así Nadie, o mejor dicho, pocos, entre ellos el multimedios.

Otro tanto con su mención a la receta que el FMI dio a España, de recortar 10 por ciento los salarios para salir supuestamente de la crisis. Cristina reivindicó que hoy en Argentina ese organismo internacional no puede bajar línea, y recordó los tiempos en que sí podía hacerlo, con las rebajas de 13 por ciento de los haberes de jubilados y empleados.

La oposición, que esperaba un resultado negativo de la economía, está lamentándose de una efectiva reactivación. Encogió: de oposición luce como opo. Carente de argumentos políticos para enfrentar los discursos presidenciales, apenas pudo acudir a la justicia para denunciar que la presidenta violaría la ley electoral al hacer inauguraciones fuera de término.

El fiscal Jorge Di Lello analiza esas denuncias, pero aún si promoviera acción no haría más que subrayar que CFK corta cintas en acueductos, viviendas, gasoductos, etc, mientras la oposición se limita a denunciar. Es obvio con quién simpatizará la mayoría…

Aníbal, no es contra tus ahorros

Con todo lo bueno que la presidenta expone, eso no significa que lo suyo y de sus ministros sea cercano a la perfección. Ella abrió y extendió sus brazos ayer, al admitir que es mucho lo que falta hacer, aunque pasó el aviso de que esa parte pendiente sólo se podría realizar con su proyecto “nacional y popular”.

Se entiende que hasta el 27 de octubre los candidatos del Frente para la Victoria, y sobre todo su principal expositora, que se ya sabe quién es, pongan el acento en el Haber, en los logros contantes y sonantes de la década.

Sin embargo, sobre todo luego de esa fecha (para lo que el comienzo del debate interno debería ser ahora), sería bueno que el gobierno se detenga mucho más en el rubro de lo no hecho, no realizado suficientemente o que salió mal. Mientras la oposición le reprocha estar pensando en la re-reelección de 2015, sería bueno que el círculo presidencial se ponga a pensar más en resolver problemas y obtener nuevos logros.

Por ejemplo, algo que la mandataria mencionó como al pasar en algunas de sus intervenciones: el 32 por ciento de trabajo informal. Otras asignaturas pendientes: el impacto negativo de la inflación en los salarios de los registrados y no registrados y en los consumidores en general; una reforma impositiva integral, comenzando por gravar la renta financiera y en modificar el impuesto al salario, etc. Estos tópicos tendrían que concitar la atención y el debate en la dirección del gobierno.

Para ello habría que hacer a un lado los razonamientos simplistas y erróneos como los del senador Aníbal Fernández, para quien no se puede gravar la renta financiera porque castigaría a los “pequeños ahorristas”. Se le podría decir: “Aníbal, ya sabemos que por orden presidencial debiste cambiar tus ahorros de dólares a pesos, pero la proyectada reforma no apunta a depósitos como esos sino a los grandes jugadores….”.

Piedras en la mochila

Aquellas opiniones del quilmeño son como piedras de más en la mochila cristinista. También el desafortunado afiche con que Pepe Albistur empapeló la Capital, con la foto de aquella con el Papa y Martín Insaurralde, en Brasil, inserta en la campaña. Esto mereció la acertada crítica del vicegobernador Gabriel Mariotto, de que ese manejo de la foto “no ayuda para nada”.

Y así fue, porque la oposición y los conglomerados mediáticos que la orientan aprovecharon para cuestionar a la presidenta, como que metía a Francisco en un baile impropio.

Así como el kirchnerismo trata de rescatar para sí ese costado “social” del Pontífice, la oposición conservadora se apoya en algunos de sus consejos, para volverlos en contra del Ejecutivo. Por ejemplo, de su llamado a los jóvenes “a hacer líos” (que el autor de la frase preconizó adentro de las diócesis), esos opositores están trabajando para un nuevo cacerolazo el 8 de agosto, con intenciones electoralistas. En principio no parece que esa movida vaya a tener igual convocatoria que las anteriores.

Otras circunstancias complican la marcha del gobierno, como el intento de ascender al general César Milani a teniente general, manteniéndolo hasta hoy al frente del Ejército.

Agustín Rossi lo volvió a ratificar desde Mar del Plata. Y son varios los funcionarios que no han tomado nota del cambio producido el 22 de julio, cuando llegó a la Comisión de Acuerdos del Senado la nota del CELS, firmada por Horacio Verbitsky, aportando malos antecedentes del general en derechos humanos. Fue durísima la novedad de que Milani había firmado en 1976 el sumario contra el soldado Alberto A. Ledo por supuesta “deserción”. Así estaba encubriendo la desaparición del joven riojano.

En una nota en Página/12, Verbitsky recomendaba a Milani ser “fusible” y no buscar el “paraguas” de la presidenta. A esta altura del debate, habría que decirle al ministro de Defensa que deje de ser el paraguas del general si no quiere que en algún momento él mismo salte como fusible, si al final la situación se vuelve insostenible. En ese momento habrá una rendición de cuentas entre quienes velaron por los derechos humanos y los que sostuvieron hasta el final al cuestionado general.

Si la mochila de CFK se viera librada de estas piedras -que en parte ella misma aceptó colocar allí-, su andar sería más rápido y suelto, porque no cargaría con estorbos. 

Lilita versus todos

El gobierno sobrelleva esos conflictos, pero tiene un rumbo político definido, un programa con varios aspectos progresistas y un liderazgo claro. Se puede estar de acuerdo o no con este bloque, pero nadie podrá alegar desconocimiento ni sorpresa por barquinazos como patrón de conducta, salvo en casos como el acuerdo con Chevron.

En cambio la oposición conservadora viene mostrando una carencia casi total de ideas y propuestas, apagados los fuegos bastante mediáticos del “modelo de San Luis”, el “ejemplo socialista de Santa Fe” y sobre todo el macrista-PRO de la Ciudad Autónoma.

Si no han sido capaces de levantar una alternativa superadora en esos distritos más reducidos, y ya fracasaron en el Congreso cuando alcanzaron una mayoría circunstancial en 2009, ¿por qué creerles y votarlos en las PASO y octubre? Pero sobre todo, ¿por qué pensar que pueden formar un gobierno mejor en 2015?

Uno de esos dirigentes, Pino Solanas, declaró a “La Nación”: “estamos condenados a construir un gran espacio. La necesidad de una mayor calidad republicana e institucional, la defensa de la Constitución Nacional, decirle no a una nueva reelección presidencial son los hitos de unidad de este espacio. Y así debe construirse, con debate y fervor unitario. Unidad ante todo, pero sin aplacar el debate. No debemos asustarnos si hay discusión”.

¿Condenados a construir un gran espacio? Si hasta suena en sintonía con el hit duhaldista de “condenados al éxito”, pulverizado por la crisis de 2001.

Ese plan de amontonamiento a todo trapo existe y la embajada norteamericana y Clarín están detrás del mismo. Esto tiene sintonía con el proyecto del Departamento de Estado para las últimas elecciones que perdieron por el canto de una uña en Venezuela. El problema de los norteamericanos es que en Argentina no tienen un Capriles sino muchos que quieren serlo. Y una de ellas, recuperada en parte de su catástrofe de 2011 (1.8 por ciento de los votos), Elisa Carrió, viene por todo. Su virulencia es tan grande que pega y denuncia al gobierno pero también a sus propios aliados como los radicales y Prat Gay; ni siquiera Solanas se salvó de los tiroteos mediáticos de la fallida pronosticadora de catástrofes.

Lo preocupante no es tanto el estado de salud físico y mental de Carrió, pues ella es mujer grande y tiene recursos como para internarse en buenas clínicas, no sólo por sobrepeso. Lo preocupante es el estado de ánimo y confusión de una parte de los porteños, porque según algunas encuestas la voluminosa platinada encabezaría la intención de voto para diputados. Un médico, muchos médicos, allá, a la derecha…