Máximo Relti – Canarias-semanal.org

 

Con toda la razón del mundo, el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, declaró que Evo Morales había sido secuestrado en Europa. Y es que, en efecto, lo sucedido con el avión presidencial en el que viajaba el primer mandatario boliviano carece de precedentes conocidos. Que a todo un presidente se le impida volar sobre el espacio aéreo de un país con el que mantiene relaciones diplomáticas normales porque «se tienen sospechas» de que su avión porta a un prófugo de la justicia estadounidense no sólo es un hecho insólito, sino que pone de relieve hasta qué punto la política europea está firmemente dirigida, con mano de hierro, desde la capital de los EE.UU.  La actitud miserable del presidente  francés Hollande revela la incapacidad de la  socialdemocracia europea para resistir una orden emanada desde el  Imperio, incluso en un asunto tan trivial como puede ser la histérica persecución de Obama al antiguo técnico de la CIA Edward  Snowden.

 
NECESIDAD DE UNA RESPUESTA COLECTIVA

       «Queremos decir al mundo -manifestó el vicepresidente boliviano García Linera –  que el presidente Morales ha sido secuestrado por el imperialismo y está retenido en Europa». El ‘número dos’ explicó que Evo Morales estaba secuestrado porque los gobiernos de Francia y Portugal, así como el de Italia, «no le permiten atravesar el espacio aéreo europeo para regresar a nuestra patria». García Linera subrayó que se trataba de «una violación absoluta de la Convención de Viena, que establece que los vuelos de los presidentes del mundo no pueden ser obstruidos». «Tienen inmunidad» -precisó.

      Acertadamente, García Linera convocó a los gobiernos de América Latina a una reunión de emergencia para tomar una decisión colectiva en relación con este incalificable atropello. El virtual secuestro de Evo Morales es una expresiva manifestación de la prepotencia colonial que impregna la política tanto de los gobiernos de la desvencijada Europa como del ejecutivo estadounidense. Flaco favor le harían los gobiernos latinoamericanos a los procesos de independencia política y económica en curso en la región si no supieran responder con la energía que las circunstancias exigen frente a este atropello de arrogancia neocolonial.

FRANCIA: FANFARRONES CON LOS DÉBILES, SUMISOS CON LOS FUERTES

      Pero si miserable ha sido la actitud mantenida por los gobiernos portugués e italiano, resulta difícil encontrar un calificativo apropiado  para  la decisión del Ejecutivo socialdemócrata francés. Y es que apenas unas horas antes de producirse la ignominiosa expresión de mansedumbre gala ante los requerimientos de Obama, el presidente François Hollande había demandado con gesto exigente a los Estados Unidos el «cese inmediato del espionaje en contra de la Unión Europea», adjetivando como «inaceptable» este espionaje masivo de los yanquis. Claro que la fanfarronada del «socialista» Hollande no pudo mantenerse durante demasiado tiempo. Bastó que Washington emitiera una orden directa para que a Hollande le empezaran a temblar violentamente sus entretelas.

      «Hay suficientes elementos reunidos -se había atrevido a decir  el mandatario bocazas-  para exigir explicaciones a Estados Unidos. No se puede aceptar ese tipo de comportamiento entre socios y aliados».  Apenas unas horas después de estas grandilocuentes  declaraciones,  Hollande prohibía atravesar el espacio aéreo francés al avión presidencial boliviano porque, supuestamente, en él viajaba la persona que había revelado la información de que la CIA espiaba a la propia cúpula de la Unión Europea. Todo un ejemplo de integridad y valentía frente el poder del imperio.

¿PATROTISMO ULTRACONSERVADOR ESPAÑOL?

     Posiblemente haya quienes traten de interpretar la decisión del gobierno de Mariano Rajoy de autorizar el vuelo presidencial boliviano como una expresión de inusual independencia y patriotismo de los conservadores españoles. Nada más lejos de la realidad. El gabinete ultraconservador, en efecto, autorizó el sobrevuelo sobre territorio español y la escala técnica en el Aeropuerto de Gran Canaria del avión del presidente boliviano Evo Morales. Pero la verdadera causa de esta determinación  ha sido más prosaica y menos patriótica. El Sr. Margallo era plenamente consciente de los serios riesgos que podían correr las inversiones españolas en Bolivia -que son muchas – si osaba impedir de forma ilegal el paso sobre el espacio aéreo de la península al avión presidencial boliviano. Cabe imaginar que las luces de alarma se encendieron en el Ministerio de Exteriores español, y las llamadas de las empresas del Ibex 35 advirtieron al Ministro ultraconservador de las graves consecuencias que una decisión de esas características podía tener para la maltrecha economía española.

      Sin embargo, no deja de ser significativa la anécdota ocurrida en el aeropuerto de Viena cuando, en el curso de la madrugada,  el embajador español en Austria, Alberto Carnero, acudió al aeropuerto y le pidió a Evo Morales que lo «invitara a tomar un café» en el avión. La intención del diplomático cateto consistía, sin duda, en poder constatar que Snowden no se encontraba dentro del avión. El Presidente Morales respondió al obtuso personaje con la dignidad que correspondía: «No se lo puedo permitir. Primero, no soy ningún delincuente. Y, segundo, ustedes saben, por normas internacionales, que un avión oficial, el presidente, tienen inmunidad y es inviolable». Toda una lección de dignidad.