Eduardo Montes de Oca
Sí, quizás ya sea hora de que el Tío Sam se acoja a la jubilación, tras una larga vida como símbolo de los Estados Unidos, porque cada vez más las élites de ese país proyectan la imagen de miura, el toro por antonomasia, que no osaría nunca hacerse a un lado frente al matador, sino que “huye” hacia adelante, enceguecido por su propia sangre.
Sin sacudirse todavía el polvo de los desiertos iraquí y libio, aprontándose para las reverberantes arenas sirias, pulseando con el norte de la península coreana, la Unión no ceja en amenazar a potencias regionales (Irán) y de formidable alzada (Rusia, China), y en instalar bases militares en los cuatro recodos de la Tierra, mientras –vox populi–el dólar se halla a punto de desplomarse, y tras él, el “diluvio”… para el Sistema. Y claro que esto último no representa mero desiderátum de izquierdista descolocado. De no ser así, no habría esa búsqueda de sustitución del llamado billete verde en la que están inmersas naciones como las de la Organización de Shanghái, las cuales incluso se han atrevido al desplante de no aceptar el ingreso de Washington, siquiera como observador.
Pero la relación de “levantiscos” no termina ahí. Recordemos que los miembros de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) trabajan a paso redoblado en la instauración de su propia moneda, el sucre (Sistema Único de Compensación Regional), en pos de una desdolarización constatable lo mismo en el comercio interasiático que entre China y Brasil, Brasil y Argentina… por doquier. Y que si cristaliza en la universalización de un nuevo medio de pago, o en varios alternativos, hará que el costo de las importaciones norteamericanas, principalmente el petróleo, se vayan a la comba celeste, mientras las tasas de interés aumentan sin sosiego, sin remedio, insosteniblemente para la aún señera economía.
Señera a duras penas, a pesar de sus 15.3 billones de PIB, pues, como reseña Vladislav Zhukovski en Nakanune.ru, el déficit anual del comercio exterior desde 1970 hasta 2008 se elevó de 15 mil millones a 551 mil millones, o sea 36.7 veces. Además, entre 2000 y 2011 la importación de mercancías y servicios sobrepasó el volumen de la exportación en un rango que varió desde 250 mil millones hasta 600 mil millones.
En otras palabras, de 2000 a 2011, el miura, perdón, Estados Unidos, recibió cada 12 meses crédito de todos los demás países “por el valor de varios puntos de su producto interno bruto, lo cual junto al crecimiento del peso de su deuda permitía alimentar la ilusión del crecimiento de bienestar de la población. Según los resultados de 2000-2011, el déficit conjunto del comercio exterior ha superado la marca de 7.37 billones, lo que constituye ni más ni menos prácticamente la mitad del PIB”.
Zhukovski y otros insisten en que EE.UU., que absorbe los jugos de la economía mundial en beneficio del gran capital transnacional financiero e industrial, empieza a ahogarse paulatinamente bajo la lápida de los desbalances y contradicciones que él mismo ha creado. “A diferencia de 2008, cuando se logró evitar el derrumbe del sistema de divisas-financiero existente, basado en la hegemonía del dólar y la pirámide de la deuda del dólar del Gobierno estadounidense, exclusivamente gracias a la puesta en marcha de la máquina impresora y el rellenado de los mercados financieros sin precedentes por sus proporciones con el dinero líquido barato (13 billones), hoy será prácticamente imposibles evitar el crash del ‘imperialismo del dólar’ con los métodos monetaristas”.
La cota de la deuda estatal ha ascendido de 65 a 105 por ciento del PIB y la mitad de los países de la zona euro se encuentran en situación de default técnico. “La economía mundial y el sistema internacional financiero de divisas, basados en la incontrolada emisión del dólar (y otras divisas de reserva) junto con la construcción de la pirámide de las impagables deudas estatales han llegado a un callejón sin salida y están al borde del derrumbe. Cuanto más los mayores bancos centrales llenan los mercados financieros con la liquidez barata en beneficio del capital financiero internacional, tanto más se inflan las burbujas en los mercados financieros y tanto más sufre el sector real de la economía debido al aumento de los gastos y tanto más rápido cae el nivel de vida real de la población”.
¿Y los mandamases gringos? Impecables en su papel de hipoacúsicos y débiles visuales. Siguen sin conseguir reducir el excesivo consumo de mercancías y servicios finales, que agrava la economía planetaria y jamás podrán pagar, en tanto destinan miles de millones al intento de sostener por la fuerza un poder otrora proveniente mayormente del dinero, aunque las armas siempre han constituido una variable significativa. Un dinero que hoy se torna ingrávido, y levita y se marcha, se está marchando, caramba, ante los ojos como alunados del ¿jubilado Sam? ante el miura. Un miura que, por supuesto, huye hacia adelante, como anegado en su propia sangre.