Wendy Corrales T.


 

En los últimos días he leído dos artículos relacionados con las maniobras que realiza la peligrosa transnacional de las semillas transgénicas Monsanto para ingresar en un país de Latinoamérica.

En el primer artículo revelador de las operaciones de inteligencia que realiza el monopolio global (http://www.aporrea.org/tecno/a161641.html) se relata como son cooptados y «plantados» científicos en la estructura del Estado para llevar adelante los planes desarrollados por esta empresa que no duda en recurrir a engaños y acercamientos de personeros a presidentes para amasar formidables ganancias y ofrecer limosnas a los gobiernos.

La estrategia desplegada que en apariencia resulta razonable para las políticas nacionales pero que observando el fenómeno con mayor profundidad resulta un fraude científico y tecnológico de dimensiones impensadas para un país que aspira a la seguridad y/o soberanía alimentaria, dejando en manos de transnacionales como Monsanto la producción mundial de alimentos pero utilizando los suelos, los presupuestos y el conocimiento nacionales.

La fórmula engañosa de Monsanto incluye lograr el patentamiento de genes y semillas para luego transferir la propiedad intelectual al monopolio que financió la línea de investigación de la Universidad nacional con la que realizo el contrato de «Joint Venture Académico» equivalente a la privatización del conocimiento producido en las universidades públicas a cambio de muy poca tecnología aplicada a bienes de uso para el pueblo argentino.

El relato del artículo publicado en Aporrea.org menciona como el plan de la transnacional cooptó a científicos para la investigación de nuevos «eventos tecnológicos» (genes transgénicos) que serán patentados en favor de Monsanto con una nueva ley de semillas a ser enviada al congreso nacional para su aprobación. A pesar de tener éxito en Argentina necesitan modificar la ley de semillas para impedir que los agricultores utilicen granos propios para las siembras y obligarlos a comprar a Monsanto la totalidad de las semillas año tras años junto a sus pesticidas de Glifosato y demás herbicidas.

Con relación a Venezuela, leí en un segundo artículo que el Presidente Chávez sabiamente rechazó en el año 2004 (ver http://www.aporrea.org/tecno/a160283.html) el intento del monopolio para introducir semillas transgénicas de soja. Aunque si el presidente quiso producir alimentos no transgénicos y asegurar producción soberana de alimentos.

En 2007 hubo otro intento de Monsanto en la Asamblea Nacional por incluir una modificación en la ley de semillas venezolana lo que significaba para el reconocido grupo de investigación GRAIN que claramente Monsanto quiere lograr por esta vía abrir una puerta para modificar la legislación vigente y lograr así la autorización para cultivar transgénicos en Venezuela, cosa hasta ahora prohibida.

Según los especialistas  la estrategia de Monsanto repite su esquema histórico buscar aliados dentro de los gobiernos, con organizaciones de agricultores o empresas semilleras para  doblegar las resistencias de otros sectores e imponer normas que viabilicen sus pretensiones y asegurarse la ausencia de debate público y democrático, dejando a sus serviles contrapartes dar la voz pública sobre los acuerdos y propuestas encaminadas.

El diputado José Alfredo Ureña logró reunirse el 28 de febrero de 2013 en Subcomisión de Desarrollo Agroalimentario (que él coordina)  con representantes de la Gobernación del Estado Aragua, la Universidad Bolivariana de Venezuela y la Defensoría del Pueblo, con el fin de avanzar en la redacción de un primer papel trabajo para la construcción de un anteproyecto de ley de reforma parcial de la Ley de Semillas, Material para la Reproducción Animal e Insumos (aprobada en octubre de 2002, Gaceta Oficial 37.552).

Esperemos que nuestro presidente Nicolás Maduro impida que los transgénicos ingresen en la República Bolivariana de Venezuela