El 85º Premio de la Academia es «el Oscar más político de todos los tiempos», dijo la televisión estatal iraní cuando informó la noticia de que «Argo» había ganado el codiciado Oscar a mejor película. Las autoridades iraníes no reaccionaron inmediatamente.
«Argo», narra la trama largamente clasificada de la CIA para sacar a seis rehenes estadounidenses del Irán revolucionario, que lograron evadir a los estudiantes islamistas que irrumpieron en la embajada de EE.UU. en Teherán el 4 de noviembre de 1979.
Los otros 52 rehenes fueron retenidos durante 444 días en una acción que provocó la ruptura de relaciones diplomáticas entre Washington y Teherán.
Aunque «Argo» se toma libertades con la historia, lo que sus creadores admiten, la película ha acumulado una racha de honores en el circuito de premios.
La victoria de la película fue anunciada por la primera dama de EE.UU. Michelle Obama, en una comparecencia sin precedentes vía satélite desde la Casa Blanca.
La televisión estatal iraní dijo que su participación «aumenta la especulación de que la concesión del Oscar a esta película fue motivado políticamente».
La agencia de noticias Fars, afiliado a la Guardia Revolucionaria, etiquetó a «Argo», como un «película anti Irán», financiada por una «empresa sionista» -en referencia a Warner Bro, con sede en California- que la produjo.
Fars también críticó a Michelle Obama y el descote de su vestido, lo que está prohibido en la república islámica bajo su estricto código de vestimenta para las mujeres.
Una foto de Michelle Obama anunciando «Argo» como película ganadora fue alterada -el vestido se muestra cubriéndole los hombros, a diferencia de la original, que muestra sus hombros desnudos.
Los ex rehenes cuentan su historia:
Para John Holland, hijo del coronel retirado del Ejérctio, Leland Holland, La famosa película de Ben Affleck, Argo, ha puesto de relieve un desesperado plan de la CIA que permitió a seis empleados de la Embajada de Estados Unidos escapar del Irán post-revolucionario disfrazados como un equipo de cine canadiense. Holland fue parte de un grupo mucho menos afortunado, los 52 estadounidenses que no lograron salir de la embajada cuando los militantes la tomaron por asalto el 4 de noviembre de 1979, y que fueron tomados como rehenes y retenidos durante 444 días.
«Argo ha sido cubierta de honores, coronada con un Oscar a la mejor película en los premios de la Academia. No hay duda de que es históricamente inexacta e ignora la tragedia más grande para centrarse en una pequeña franja de éxito, asociado a un humillante capítulo en la historia de la nación. Pero la película está sirviendo para recordar al país de un tiempo, un lugar y una debacle en lo que podría ser un momento crucial en la historia de la crisis de los rehenes en Irán», dijo.
Los ex rehenes y sus defensores se estarán movilizando hacia Capitol Hill que esperan sea el capítulo final de una búsqueda de 33 años de socorro y justicia. En pocas semanas, los miembros del Congreso recibirán un paquete de información que incluye declaraciones y videos de los ex rehenes y sus supervivientes. Algunos estarán contando sus historias en público por primera vez. Uno de ellos es Steven Lauterbach, cuyo escrito empieza con esta frase: «Me corté las muñecas durante mi cautiverio en Irán».
Rodney «Rocky» Sickmann, un marine de 22 años de edad, encargado de cuidar la puerta de la embajada, fue uno de los rehenes. Durante el primer mes en cautiverio, él dice que durmió con las muñecas atadas a los tobillos, que lo sentaban durante el día con las manos y los pies atados a una silla, con una escopeta apuntándole la cabeza y le vendaban los ojos cada vez que salía de la habitación. «Uno piensa en su pasado. Eso era todo lo que tenía», recuerda. Oía el ruido de los carros, los pájaros cantaban, «la vida pasa sin ti», y me preguntaba si a alguien aparte de mis padres le importaba. «Estaba tan solo» dice.
Y a menudo tan aterrador. Sickmann dice que a él y a otros secuestrados les mostraron videos de personas que eran echadas en alquitrán hirviendo, de personas muertas a tiros en la cabeza luego de recibir la orden de desnudarse y ponerse frente a una pared del patio. Le vendaban los ojos y le ordenaban desnudarse y ponerse de espaldas, y oía tres fusiles martillando detrás de su cabeza. «Era un simulacro de ejecución, pero yo no lo sabía», dice. «Usted soñaba, gritaba, rezaba por una segunda oportunidad».
Sickmann tuvo esa oportunidad. Cuando volvió a casa, se encontró con que sus padres habían mantenido el árbol de Navidad 1979 decorado durante los 444 días. Se casó con su novia y se fue a trabajar a Anheuser-Busch, en St. Louis. Tuvo tres hijos y surgió en la empresa, donde ahora tiene lo que él llama «un trabajo maravilloso», como director de ventas militares. A través de un encuentro casual en una boda familiar, Sickmann incluso terminó en el set de la película Argo, y su hijo tuvo un pequeño papel.
A pesar de los recuerdos, los sueños y problemas con los ruidos y con estar solo, Sickmann estaba convencido de que estaba bien. Pero su esposa pensó lo contrario y después de muchos años lo convenció de obtener ayuda. «Nunca lo olvidaré», dice ahora de su cautiverio. En repetidas ocasiones dice que en Irán «nos violaron nuestra libertad» y nunca han pagado por eso de ninguna manera. A menudo se pregunta, incluso ahora, si él debería haber desobedecido las órdenes y disparado contra los militantes y las mujeres que les servían de escudos humanos.
Luego de 444 días como víctimas, los rehenes regresaron a una nación que estaba más que dispuesta a pasar la página de las dosis nocturnas de la crisis de los rehenes. Fueron recibidos como héroes con un desfile en toda regla en Nueva York, del tipo generalmente reservado para los astronautas, veteranos militares y equipos deportivos campeones. Ronald Reagan acababa de tomar posesión de su cargo. Había gente desesperada que quería un nuevo mañana en Estados Unidos, como la campaña de reelección de Reagan lo pondría en un anuncio de televisión cuatro años después.
«Habíamos estado tan avergonzado por el poder que los iraníes tenían sobre nosotros», dijo Lankford. «No quiero oír hablar de cómo los rehenes fueron mantenidos en congeladores sin ropa, mantenidos en celdas con sus propios excrementos. Estados Unidos en 1981 necesitaba héroes, y estas personas, como grupo, se presentaron como héroes. Fue realmente en muchos aspectos una forma de lavar la mala sensación de Vietnam. Héroes a quienes darle medallas. Usted no los compensa».