El diario neoyorquino señala el deterioro popular que ha sufrido la Casa Real. «Con una multitud de casos de corrupción socavando la confianza de los españoles en casi cualquier institución del Gobierno, la investigación dirigida al señor Urdangarin también ha puesto a la familia real en estado de sitio», asegura.
El diario recuerda que Urdangarin debe testificar mañana ante el juez por aprovecharse de su «sangre azul» para malversar millones de euros a través del Instituto Nóos. Y desvela que en los últimos diez días, el rey, sus ayudantes y los servicios de inteligencia españoles «han estado presionando a las fuentes sospechosas de filtraciones así como se han acercado a altos ejecutivos de periódicos para bajar el tono de la cobertura de la investigación».
El diario dice que las últimas revelaciones demuestran que Urdangarin «no hizo ningún movimiento sin la aprobación de palacio»
El rotativo asegura que «la familia real ha intentado distanciarse de la investigación. Oficialmente, el palacio ha insistido en que el rey no sabía nada acerca de las actividades de la fundación del señor Urdangarin. Se mantiene públicamente que Juan Carlos ordenó a su yerno que abandonase su problemática fundación en 2006, un año antes de que afloraran los dudosos movimientos financieros del instituto».
Sin embargo, el diario informa de los correos electrónicos que presentó el pasado sábado su exsocio Diego Torres ante el juez y en los que se señala que «el duque no hizo ningún movimiento sin la aprobación de palacio». El diario hace mención a los correos electrónicos que se han filtrado a medios de comunicación españoles pero también desvela otros a los que ha tenido acceso a través de «una persona cercana al proceso legal que no quiso ser identificada por temor a represalias».
Los correos a Corinna
The New York Times ofrece detalles como que en esos «correos electrónicos el palacio estaba preocupado por lo que estaba pasando en la fundación antes de que se reconociera y comenzó a presionar a Urdangarin para que dejara sus mediaciones». Y señala que «pese a la insistencia del palacio sobre que el rey tenía poco que ver con su yerno, los correos electrónicos muestran que el rey estuvo supervisando sus negocios».
Además, los correos a los que ha tenido accedo el rotativo estadounidense muestran que la familia real estuvo «buscando incansablemente la manera de alejar a Urdangarin lejos de la fundación, buscándole un nuevo trabajo a través de sus redes de contactos en 2004, dos años antes de que fuera reconocido públicamente». Y ahí es donde vuelve a aparecer la figura y la mediación de la princesa Corinna Sayn-Wittgenstein, amiga íntima del rey. Según el periódico, el propio rey «dio a Corinna la tarea de encontrar un nuevo puesto de trabajo para su yerno preferentemente en relación al mundo del deporte o en una multinacional o una fundación».
El rey pidió a su amiga Corinna Sayn-Wittgenstein que le buscara trabajo en el mundo del deporte
Ante la insistencia para que se alejara de Nóos, Urdangarin muestra sus quejas en un correo a Corinna asegurando que «hemos estado sufriendo un aumento permanente de comunicados de prensa, no siempre precisos sobre nuestra vida privada y profesional». En dichos correos también se apunta a que el jefe de gabinete del rey, Alberto Aza, participó junto al monarca en la búsqueda de trabajo para el duque. Esa forma de buscar trabajo «revela cómo la familia real funciona en su mundo enrarecido», se sorprende el rotativo.
Y a punto estuvieron de conseguirlo ya que, según los correos entregados por Torres, todos los esfuerzos estuvieron dirigidos a hacerle presidente de la rama española de los premios Laureus, considerados los Oscar del deporte.
La búsqueda de trabajo comenzó en junio de 2004, cuando «un secretario de Nóos remitió un currículum del duque junto a una nota personal, para la Sra. Sayn-Wittgenstein». En él, se decía: «Te envío el CV que su Majestad, Juan Carlos I, Rey de España, pidió», y se despide diciendo que espera «buenas noticias» pronto. Sin embargo, en 2005 Urdagarin rechazaba relacionar su nombre y el de la familia real a la fundación Laureus porque «causaría reacciones mal interpretadas que provoquen un impacto negativo para nuestra familia y para la familia real» y así se lo hizo constar a Corinna en dos correos.
«Más allá de si Urdangarin violó alguna ley, el escándalo ha puesto de manifiesto cómo la familia real usa sus conexiones privilegiadas para conseguir que altos cargos firmen acuerdos comerciales que permitan un estilo de vida que supere las asignaciones que los contribuyentes españoles pagan a la familia real», concluye la información.