Bernardo Coronel

Los dos hechos: la matanza de Curuguaty y la muerte de Lino Oviedo cambiaron radicalmente el panorama político del país. El montaje de Curuguaty sirvió para el juicio político de Lugo y su posterior destitución. Con el golpe parlamentario, el partido Liberal se quedó con el poder, pero perdió a su mejor aliada: la izquierda. Se rompía así la Alianza Patriótica para el Cambio (APC), que derrotó al partido colorado en el 2008, y amenazaba reeditar la experiencia este año. El liberalismo está en el poder, pero sin chances de mantenerlo tras las elecciones.

Con la muerte de Lino Oviedo, el UNACE camina hacía su extinción como partido, y lo más probable es que sus adherentes retornen a su antigua casa a engrosar los votos colorados de abril. La unidad PLRA-UNACE en el gobierno, que se perfilaba como una alianza estratégica luego de abril, se desvanece.

Cartes tenía dos escollos: la alianza PLRA-Izquierda y Lino Oviedo. Oviedo mantenía el 10% de fieles seguidores, suficientes como para volcar las elecciones hacía uno u otro sector. Este era el peligro real que representaba Oviedo.
Hoy el rompecabezas está resuelto. Con Curuguaty se armó una parte del rompecabezas, pero faltaba la otra mitad. Con la desaparición de Oviedo, el rompecabezas está completo. En este escenario, Horacio Cartes tiene la mesa servida y parece que ningún latoso comensal podrá arrebatarle el banquete de abril.

En menos de 8 meses ocurrieron dos acontecimientos que cambiaron vertiginosamente las cosas en el país. Dos hechos que posicionan a Cartes hacia el poder. ¿Los astros se alinearon a favor? ¿Los dos acontecimientos fueron pura coincidencia?, ¿O fueron parte de un plan, tal como desconfían algunos oviedistas? Nunca se sabrá.

El camino está allanado, y Cartes camina triunfal hacia el palacio de López, excepto que se descubra que la muerte de Oviedo no fue producto de un accidente, sino de un atentado, sutilmente urdido por los poderes fácticos que anhelan volver al poder.