Nil Nikandrov
Strategic Culture Foundation
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El escándalo en torno al “equipo científico proveniente de Estados Unidos” estalló a pesar de los esfuerzos de la embajada norteamericana por echarle tierra. En el mes de junio del 2012 un equipo de especialistas de alrededor de 50 personas ingresó al país, ostensiblemente para estudiar los efectos adversos de las grandes altitudes en el ser humano y su aptitud para la rápida recuperación de su capacidad de combate. Con el objeto de no llamar mucho la atención, los norteamericanos emplearon visas de turistas y cruzaron los controles fronterizos en pequeños grupos. Un grupo de estos especialistas entró por Yungas y el otro grupo por las laderas del Monte Chacaltaya. Por otra parte, senderos “turísticos” han sido trazados en las áreas fronterizas con Perú y Chile.
Las actividades de la expedición al país se prolongaron por varios meses. Solo después de una serie de artículos en medios norteamericanos fue que las autoridades bolivianas iniciaron una investigación. El Vicepresidente Álvaro García señaló que las actividades de los “especialistas” en el país estaban en serio cuestionamiento.
En un comienzo ellos aseguraron que se encontraban explorando los problemas de la adaptación de los seres humanos a grandes altitudes. Luego anunciaron que los experimentos se llevaban a cabo según los intereses de las tropas de la OTAN y de Estados Unidos en Afganistán. ¡Sorprendente¡ Luego de más de 10 años de guerra contra el Talibán y con plazos para el retiro de las tropas norteamericanas acercándose, el Pentágono repentinamente recordó el “problema de las grandes altitudes”. Por supuesto que luego que aparecieron estas confusas explicaciones, se supuso que no todos en el grupo norteamericano eran científicos.
Oficialmente la expedición fue encabezada por Robert Roach de la Universidad de Colorado, pero en realidad el “equipo investigativo” estaba subordinado a los agentes de inteligencia militar de Estados Unidos – Agencia de Inteligencia para la Defensa, DIA (sigla en inglés)… En Bolivia, su trabajo era coordinado por el Agregado para la Defensa, Coronel Patrick Mathes y su personal, quienes brindaban la cobertura operativa. Se destinó la cantidad de cuatro millones de dólares por parte de la DIA del Pentágono para las labores científicas y de inteligencia de la expedición.
Llevar a cabo semejantes operaciones sin la formal autorización del país anfitrión constituye un abierto desafío que demuestra el irrespeto por las leyes de Bolivia y su gobierno. De acuerdo con el Vicepresidente García, se trata de una “ataque contra la soberanía del país y de preparativos para un ataque militar contra Bolivia.
Existen bases para tal declaración. A los primeros síntomas de escándalo Mathes abandonó el país y el Coronel Dennis Fiemeyer tomó el cargo de Jefe de la Agregaduría de Defensa. En el Pentágono está considerado como un experto destacado en América del Sur. Anteriormente trabajó en el Perú y Paraguay y está al corriente del equilibrio de poder en la región, conoce la estrategia de Bolivia para alcanzar acceso al Océano Pacífico, el actual estado de sus fuerzas armadas y de su capacidad defensiva. Los agregados militares norteamericanos constantemente están monitoreando el estado de ánimo en el ejército, reclutan agentes y utilizan a los “disidentes” con el objeto de desestabilizar y derrocar al “régimen de Morales.”
“El gobierno norteamericano ha abusado de nuestra confianza y generosidad,” señaló el Vicepresidente de Bolivia.
“Se trata de una actitud sumamente negativa que se da en momentos que se intenta restablecer las relaciones diplomáticas normales entre los dos países. No podemos permanecer indiferentes ante esta agresión. Tenemos el derecho de tomar medidas para impedir que semejantes actos ocurran de nuevo. El poder ejecutivo intenta mantener todas las actividades de los enviados norteamericanos en Bolivia bajo estricta y constante vigilancia.”
Desde un comienzo la embajada norteamericana se mostró hostil hacia el presidente indígena de Bolivia, Evo Morales, y trató de impedir su acceso al poder el año 2006 y su reelección a la presidencia el 2010. Los servicios de inteligencia de Estados Unidos han aprovechado todas las oportunidades para llevar a cabo una “guerra secreta sin limitaciones” con el propósito de deshacerse de Morales y devolver a Bolivia al control de Washington, incluso han empleado grupos terroristas. Los terroristas sobrevivientes y sus cómplices huyeron de Bolivia hacia Estados Unidos.
En el área fronteriza de Bolivia, el Comando Sur de Estados Unidos ha establecido bases militares en Iquitos, Perú y Concón, Chile y en Mariscal Estigarribia en Paraguay. El actual presidente paraguayo, Federico Franco, que llegó al poder vía conspiración apoyada por Estados Unidos, trabaja con el Pentágono y actúa como un consecuente enemigo del proceso de integración en el continente, el cual es promovido por los países del ALBA, Alianza Bolivariana de los Pueblos de América Latina. El Pentágono considera a Paraguay una base importante desde donde desestabilizar Bolivia. Debido a esto, ha lanzado una campaña desinformativa y propagandística en Paraguay para “denunciar la exportación de la revolución bolivariana” hacia el Paraguay. Analistas políticos no descartan que una “respuesta apropiada” de parte del régimen marioneta de Paraguay hacia “los actos hostiles de Morales” podrían significar la implementación del “escenario sirio.” Bolivia está considerada como el punto débil dentro del bloque integracionista del ALBA.
Continúan las tendencias separatistas en las regiones bajas de Bolivia. La insatisfacción de las elites tradicionales se está tornando más radical debido al hecho que una mayoría indígena en el país sea gobernada por “marxistas” que copian las experiencias de Cuba y de Venezuela. Episodios de corrupción con funcionarios oficiales involucrados han sido inflados por los medios, comprometiendo las obras positivas que Evo Morales y su equipo han realizado durante la presidencia.
Las relaciones conflictivas entre los indígenas y las poblaciones blancas, siguen siendo utilizadas por los servicios secretos norteamericanos para fortalecer las posiciones operativas de los campos antagónicos. Washington plantea siempre las mismas quejas acerca de Morales: su insistencia en mantener relaciones amistosas con Irán; el fortalecimiento de sus vínculos incluso militares con China y no hacer lo suficiente en la lucha contra el narcotráfico.
Después de cuatro años de ausencia de un embajador norteamericano en La Paz, finalmente asomó un rayo de esperanza para la normalización de las relaciones bilaterales. Washington anunció que consideraba enviar al diplomático, James Nealon, a Bolivia, quien tiene treinta años de experiencia trabajando en el Departamento de Estado. El último embajador de Estados Unidos, Philip Goldberg, quien fue declarado persona non grata por el Ministerio de Relaciones Exteriores debido a sus contactos con los separatistas y financiar las actividades subversivas de organizaciones no gubernamentales. Goldberg conspiró casi abiertamente, confiando en el hecho que el gobierno boliviano no se atrevería a tocarlo. Pero, rápidamente tuvo que hacer sus maletas. Además, Goldberg hablando con algunos de sus colegas occidentales del cuerpo diplomático, se permitió ataques racistas contra Evo Morales.
A partir de esta historia, los bolivianos han aprendido mucho. Antes de llegar a Bolivia, Goldberg tenía una reputación como especialista en “derrocamiento de regímenes inamistosos”, cosa que él no negaba. La Paz piensa ahora realizar un estudio minucioso de la trayectoria de Nealon en términos de cualquier “contradicción” y ver si existen evidencias de haber estado involucrado en operaciones subversivas en América Latina. Se tomará una decisión dependiendo de los resultados de la investigación.
Por el momento, el único material que ha surgido que compromete al norteamericano ha sido una publicación en Wikileaks: un documento de análisis enviado al Departamento de Estado desde la ciudad de Lima por Nealon, se refiere a Morales como un presidente anti-sistema y pronostica un impacto negativo de sus políticas radicales en el crecimiento económico del Perú y de la población indígena de ese país. Nealon también señala que Morales está “tomando medidas” para desestabilizar el gobierno pro norteamericano del presidente Alan García convocando el apoyo de los “regímenes radicales” de Venezuela y Ecuador. De manera que desde el punto de vista de los intereses nacionales de Estados Unidos, la interpretación de Morales es que Nealon es un personaje extremadamente peligroso.
¿Qué clase de objetividad se puede esperar de este norteamericano en caso que se instale en La Paz? Y a propósito, Nealon aparece poco en los materiales de Wikileaks. Se trata de un diplomático experimentado, que ha estado destacado en Chile, Uruguay, Perú y Canadá, pero no es mencionado en la correspondencia regular con el Departamento de Estado. Esto sugiere una conclusión: Nealon trabaja para otra oficina, la CIA.
La impresión que prevalece es que el gobierno boliviano no está muy interesado en la presencia de un embajador norteamericano en La Paz. Los temores de Morales y su equipo son comprensibles. Bolivia es objeto de complejos ataques desestabilizadores en los frentes tanto internos como externos. Dentro del país la “quinta columna” está nuevamente consolidándose. El gobierno ha anunciado que someterá a verificación la legalidad de las actividades de 22 organizaciones no gubernamentales, el origen de su financiamiento y el cumplimiento de sus actividades reales con relación a sus estatutos. La oposición abiertamente ostenta sus relaciones con la embajada norteamericana. El reciente congreso del partido Movimiento Sin Miedo, MSM tuvo como invitado a Geoffrey Schadrack, jefe de la estación de la CIA en Bolivia y consejero político de la embajada norteamericana. El MSM se ubica como un partido de derecha conservadora y opuesto al partido Movimiento al Socialismo, MAS del gobierno.
Bolivia tiene dificultades en sus relaciones con sus vecinos, Paraguay, Perú y Chile. Reclamaciones, situaciones conflictivas y acusaciones de “juego sucio” están presentes. Washington consecuentemente y de manera competente se inmiscuye en los conflictos de la región. Especial atención le presta al problema indígena y a la “incitación” de Bolivia en sus intentos por “revolucionarizar” a los movimientos indígenas en estos países. Todo esto crea las condiciones para futuros conflictos. Sabemos de antemano quien es el principal acusado.
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