Manuel José Montañez (*)


Bajo el disfraz de contratos civiles realizados por el gobierno de Estados Unidos, empresas privadas dedicadas al «arte de la guerra» (por Ej.: Sycoleman Corporation), se aprestan a operar las denominadas Bases o Centros de Operaciones Avanzadas «FOL». La referida empresa con sede en Arlinton, Virginia, contrata mercenarios de nacionalidad estadounidense para operar este tipo de centro de espionaje; cuya razón aparente sería la lucha contra la droga pero la verdad se han convertido en bases de operaciones contrainsurgentes, entendiendo como insurgente todo Estado, ONG´s, Grupo Social, Económico o Político que sea considerado por USA como adversario o enemigo respecto de sus proyectos geopolíticos y estratégicos.

Sus actuaciones (Las de las «FOL»), por lo general son desplegadas en países aliados de USA para que actúen fundamentalmente en las fronteras de estos respecto de otras naciones consideradas como hostiles. Con base a este tipo de acciones el Pentágono estarían «tercerizando» o mejor dicho, «mercenarizando» la guerra por una vía que les permite desprenderse de responsabilidades (desde la visión neoliberal), por parte del Estado y su respectivo Gobierno.

Dichas acciones estarían llevándose a cabo en países como México (Plan México); Colombia (Plan Colombia); Honduras o a través de países adscritos a los planes de la OTAN como sería el caso de Aruba, Curazao y Bonaire, bajo la tutela del Reino de los Países Bajos. ..

 

En años recientes ha sido una práctica habitual del Pentágono «subcontratar» para sus guerras, mercenarios que se hacen llamar contratistas militares privados. Los contratistas, también conocidos como perros de guerra o soldados «free lancer», van a donde el Pentágono prefiere no ser visto.

Esos ejércitos privados se dicen legales, pero no rinden cuentas a nadie y son un medio efectivo de extender el alcance militar cuando el Congreso y la opinión pública estadunidenses se niegan a pagar más soldados. En años recientes han ido a Bosnia, Nigeria, Macedonia, Colombia, Ecuador y otros lugares conflictivos del mundo.

En tiempos de paz o en tiempos de guerras no declaradas, los soldados disfrazados de civiles pueden actuar como un ejército secreto fuera del escrutinio público. En tiempos de guerra, mientras desempeñan funciones cruciales para el combate, no son propiamente soldados y no están obligados a cumplir órdenes o a seguir los códigos militares de conducta. Su obligación legal depende solamente de un convenio laboral, no de su país.

Según Adam Isackson, miembro del Centro de Política Internacional de Washington, refiriéndose a los mercenarios que operan desde las «FOL»: «Si ellos cruzan la línea entre la guerra a las drogas y la contrainsurgencia, la responsabilidad del gobierno de Estados Unidos sería menos directa, pues es una empresa privada. Y si alguno llega a morir, habrá menos presión para la Casa Blanca que si se trata de un soldado estadunidense».

En el caso que nos ocupa, de acuerdo con los antecedentes del Plan Colombia, incluida la instalación de Centros de Operaciones Avanzadas (FOL, por sus siglas en inglés) dado que la base aeronaval de Manta, sobre el Pacífico ecuatoriano ya no está operativa –todas bajo control del Pentágono–, el programa centra sus acciones y operaciones de espionaje aéreo desde el mismo suelo colombiano; lo que le lleva a convertirse en un eslabón más, ahora en territorio neogranadino, del nuevo andamiaje de seguridad estadounidense post Panamá en el hemisferio.

Las bases «FOL», fueron elegidas en función de un esquema de «infraestructura de apoyo en ruta» a la Fuerza Aérea Expedicionaria de combate estadounidense y cubren una área geográfica mayor que la que abarcaba por ejemplo, la antigua base aérea Howard en la zona del Canal de Panamá y permiten el aterrizaje de aviones de grandes dimensiones para el transporte de armamento y tropa, así como la instalación de sofisticados equipos para la recolección de datos de inteligencia, radares y antenas satelitales que garantizan movilidad aeroespacial estratégica al Pentágono y la posibilidad de conducir varias misiones de manera casi simultánea.

Todo indica que, al igual que en Colombia, la fuente de financiamiento será el gobierno estadunidense en el contexto de la «asistencia» militar contemplada en el Plan México y Colombia. Sólo que hablar de «ayuda» militar es una falacia, porque de ahí saldrán los recursos para pagar los helicópteros y aviones producidos por Estados Unidos, la contratación de las compañías privadas, las asesorías y los entrenamientos.

En el caso del Plan Colombia, el presupuesto no fue ninguna donación directa de Washington al gobierno colombiano por lo que éste mantiene la autonomía en el manejo de esos recursos.

En el marco de lo anterior, USA vende o facilita a sus aliados aeronaves no tripuladas (la más popular denominada Predator MQ-1), para el ejercicio del espionaje aéreo en zonas (preferiblemente fronterizas), de los países aliados con otras naciones consideradas hostiles. La justificación de toda esta situación está asociada a tres situaciones, una tecnológica, otra política y la tercera económica; donde el ritmo vertiginoso de las ciencias aplicadas a la guerra; la necesidad de reducir al mínimo posible las bajas de soldados norteamericanos a fin de atender las presiones de la opinión pública en cuanto a guerras que la ciudadanía no apoyaría y por último, la imperiosa necesidad de mantener la productividad de la industria bélico-militar como fuente principal de crecimiento y desarrollo económico de la sociedad norteamericana.

Estados Unidos, vehículos aéreos no tripulados

(67 tipos o modelos aproximadamente)

Un

B

C

E

F

M

M cont.

N

O

P

Q

R

CONT R.

S

T

U

W

X

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Israel, vehículos aéreos no tripulados

(16 modelos aproximadamente)

E

I

I cont.

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R

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(*) Politólogo e Internacionalista Venezolano

Magister en Seguridad y Defensa

monlan2001@yahoo.com