En tiempos de revuelta histórica quienes profesan el futuro son esos pocos que se llenaron el espíritu de sueños, los que no se vendían a nadie y por nada, los que no tienen nada más que perder sino su destino decidido de cambiar la humanidad.

En tiempos de revuelta la claridad se preserva en la pureza de las almas de hombres y mujeres que ya saben que no hay otro destino que no sea darlo todo por la revolución y que saben a tientas que esta bien y que está mal. Como profetas marcan la ruta y son seguidos por todos los humildes que sienten en sus órdenes el sentido común hacia el destino añorado.

Ernesto Guevara, nuestro Che eterno, en su aporte humilde a la revolución cubana, fue sumamente claro y crítico al enfrentar el cambio en aquella Cuba liberada: no había triunfo de la revolución sin una mujer y un hombre nuevo. Por encima de los cambios estructurales y económicos había que generar un cambio moral, humano, interno, personal, individual de cada combatiente: había que luchar y derrotar al capitalista que vive dentro de nosotros mismos. Sin la mujer y el hombre nuevo no hay revolución.

Al emprender esta nueva fase de nuestro proceso revolucionario, que durante largos catorce años y parece que por algunos más, por su condición de revolución pacífica y democrática, hemos de convivir con el enemigo y hasta negociar con él, uno se pregunta tantas veces ¿coño y que pasa con la revolución? No es fácil, como lo fue para las revoluciones que tomaron el poder por la lucha armada, este cambio revolucionario tantas veces se desdibuja, se extravía, se pierde, se manipula.. que uno termina gritando: ¿Cómo carajo es que se hace la revolución?

La revolución se lleva por dentro, para empezar. La conciencia revolucionaria es ese enamoramiento por la nueva sociedad y la claridad estricta del fatal destino que depara nuestra especie de no detener el capitalismo al mando de los poderes políticos y económicos, hay que engendrar conciencia y amor revolucionario en nuestras filas, sobre todo en nuestros niños y jóvenes. Hay que hablar del terrible y dantesco futuro al que llegará una humanidad regida por las leyes del consumismo y la apetencia de bienes materiales. Hay que crear mujeres y hombres nuevos.. ¿Dónde? En las mujeres y hombres viejos aun así sean nuestros adolescentes, que no por jóvenes dejan de ser el hombres y la mujeres viejos.

Hay que asumir la tarea de caracterizar ese nuevo ser humanista y trasformador de si mismo y su sociedad que debe ser y es el fin fundamental de todo este enorme esfuerzo revolucionario al que nos llama nuestro comandante presidente, sin esto, no tendremos una revolución jamás. Cambiar cosas dentro de las limitaciones de una revolución no armada, es nuestra mayor empresa, pues el enemigo persiste y su deseo de permanencia contagia aun hasta a una parte importante de aquellos a quienes la revolución libera de la pobreza. El capitalismo es altamente contagioso. Mayor aun debe ser entonces de contagiosa la conciencia revolucionaria, mayor aun el amor al planeta que nos plantea el presidente comandante en el plan de gobierno 2.013 – 2.019. Conciencia planetaria de mujeres y hombres nuevos en cada ciudadano dignificado, conciencia y acción revolucionaria, compromiso de lucha y participación en cada familia a la que se de su vivienda. No basta darle casa, hay que darle un sueño y una esperanza de vida que lo aleje de la clase media existente que pareciera colarse en el combo socialista: ya salí del barrio, de la pobreza, tengo un apartamento y trabajo, ahora debo ser de la oposición: que contradicción!!!

En estos tiempos de nuevas erres y críticas, es un deber preguntarse cada día esta pregunta: ¿Cómo carajo es que se hace la revolución???

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