Debido a esta mezcla ideológica con la especulación un proceso revolucionario adquiere, una vez que se tiene experiencia de él calidad de ideal, provoca el deseo de tener una ideología y el esfuerzo necesario para conseguirlo. Un ideal determinado puede ser una ilusión pero tener ideales no es ninguna ilusión porque encarna rasgos del proceso; un verdadero proceso de cambio no admite ilusiones más allá de las normales porque estas limitan la existencia, pero, si la sociedad está cambiando culturalmente el proceso está revestido de ideales.
Para una ideología veraz en un proceso como este es necesario la discordia, la oposición y el PSUV porque así anhelamos un sistema perfecto. Los problemas energéticos, especulativos, la falta de productos, la inseguridad social, la industrialización del país, la inseguridad alimentaria, resolverlos, es, a la larga, una indispensable condición de lo ideal.
En un proceso revolucionario como este la ideología no exige unidad de interpretación, las ideas pueden ser correctas y tal vez complementarias unas con otras, se debe a que hacen referencia a un sistema político de izquierda que abarca la totalidad del pasado revolucionario basado en la teoría de Marx, eso hoy, es una especulación ideológica para el futuro porque el proceso está abocado a descubrir y describir lo que en estos momentos existe, en base a esta existencia la revolución está destinada a existir o no para el pueblo.
Podemos conocer por separado las ideas de las izquierdas pero no podemos separarla en la realidad porque nacen de la misma raíz la cual tiene defectos por las condiciones necesarias de la excelencia económica, industrial, alimentaria, cultural, instrumentos de la verdad y causas para el error ideológico.
El ideal socialista a pesar de estar lejos de una realización efectiva deslumbra a los hombres y a las mujeres de tal manera que su filosofía se expresa como si fuera ya algo actual. Esta anticipación termina en una confusión de intenciones con los hechos y con las causas que es importante evitar, sin embargo, sirven porque nos ayudan a ver cuánto está arraigado ese ideal además de suministrarnos un patrón para medir su acercamiento con el ideal que se sueña, pero, no deja de ser una imitación ideológica porque la ideología no es un proceso sino un resultado.
La interpretación general de una ideología para el socialismo del siglo XXI no tiene valor en este proceso si el procedimiento para interpretarlo es verdadero o falso, así, las ideas son estériles porque no están acompañadas de una revolución cultural; solo hay hechos en bruto encerrados en sí mismos, comprensibles al margen de una interpretación como elemento de un proceso de experiencias y soluciones inmediatas.
Una idea tras otra se ponen a prueba a lo largo del proceso, la gente nunca acaba de saber lo que será después porque la definen las limitaciones del gobierno y porque la ideología del hombre y la mujer se encuentra perdida entre millones de semejantes presa de los engaños epidémicos del género humano como los errores, la vanidad, la indisciplina, la comodidad, la ignorancia, los juicios precipitados, el individualismo, incluso, el humor participan en la construcción de una ideología incompatible con el proceso porque excluye toda situación, interés o fecha de investigación que el proceso vive.
La ideología no puede transformar permanentemente el mundo moral que forma parte de la cultura de un país con ideas precipitadas y ciegas, ideas esparcidas y extravagantes que se ahogan unas a otras llamadas especulaciones que hacen todo su esfuerzo para impedir que las ideas verdaderas y revolucionarias prevalezcan.
Una ideología socialista no puede ser ilusión o habito eso nos permite vivir sin responsabilidad e ignorantes conduciendo una revolución como una aventura fortuita; esa es una ideología incompleta nada solida porque la agricultura, el comercio, las artes, la economía, la política social y la moralidad, son elementos necesarios para el desarrollo, la paz y la integración de los pueblos y esa competencia y participación requiere de una ideología sólida.
La filosofía capitalista es torpe, vaga, arrastra miseria, enfermedades, conflictos, contaminación, desigualdad, guerras, crisis económicas y políticas porque lleva arrastrando una enorme cadena de mañas inútiles para sobrevivir entre costumbres y religiones rivales, es una vida traducida en demagogias políticas por un vivir emocional y retorico que solo conservan las perpetuas diferencias entre la gente por el vano lujo.
Por eso, la manipulación ideológica en un proceso revolucionario es la cuna de la ignorancia, del error y de la recepción de ideas contrarias a los pensamientos socialistas. Desviaciones y resistencias producen una mentalidad contraria a la conexión con el deseo de cambio y el crecimiento del país.
Los ideales son libres pero no son ni más numerosos ni más variables que el sistema que los engendra. La ideología es legítima, ingenua e inocente cuando no está arraigada en el mundo como sistema social y político.
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