Abrazamos el Marxismo, compuesto por sus tres pilares esenciales: El materialismo dialéctico, pues la realidad es una materia en movimiento permanente e independiente al pensamiento y todo cuanto existe en la naturaleza enfrenta una fuerza opuesta. El materialismo histórico, visto que la historia de la humanidad está regida por una perenne lucha de clases. Y la teoría del valor, que muestra nítidamente la plusvalía y el robo del régimen capitalista contra los trabajadores.
Asimismo, nos apoyamos en el Leninismo porque contiene los principios filosóficos y orgánicos de la construcción del partido clasista de los trabajadores, el centralismo democrático, la disciplina y la moral revolucionaria.
En el extenso proceso formativo del cuadro dirigente revolucionario, comprendemos que ningún conocimiento se consolida sin integrar teoría y praxis, pues la primera es la luz de la racionalidad del sujeto y la segunda la comprobación de lo aprendido mediante el ejercicio en convivencia con la sociedad.
Ahora bien, cuando se tiene clara la base de la teoría revolucionaria, es posible identificar con suficiente precisión las desviaciones que indefectiblemente conducen a la conciliación con los intereses de las clases sociales enemigas del socialismo. La lista de quienes se han extraviado del ML es interminable: reformistas, revisionistas, anarquistas, economicistas, burocratistas, empiricistas, dogmáticos, metafísicos, egomaniacos, entre otros.
Inspeccionaremos a los últimos para desenmascarar a quienes dentro del campo teórico, mayor daño le han hecho al Socialismo.
Con la reputación de ser los revolucionarios químicamente puros, los dogmáticos son los grandes enemigos del análisis científico dialéctico, pues lejos de aplicar correctamente el ML como método investigativo de las realidades cambiantes, suelen aferrarse a ciertos postulados teóricos o alucinaciones como si se tratasen de verdades absolutas que no admiten el debate de ideas.
Ante lo reaccionario de tal postura, conducen a sus seguidores hacia errores históricos, como la aplicación de fórmulas incorrectas para el escenario de lucha, ceguera frente a las condiciones de tiempo y lugar o necedad ante la adversa correlación de fuerzas.
Estos pensadores toman como fetiche algunos contenidos del ML y comúnmente se les reconoce por pretender adecuar la geometría de la realidad a la línea de su pensamiento, son portadores de “ideas fijas” y de un análisis mecanicista que no estudia debidamente las condiciones subjetivas y objetivas que hacen viable la ejecución de su política.
En todos los ámbitos de la vida, el individuo está obligado a superar el dogmatismo para poder trascender como un hombre libre y digno que no sea vulnerable a adoptar vías o recetas utópicas que lo sustraigan de su conciencia y circunstancias. Debemos orientar nuestra actuación basados en la interpretación racional del ML para no sucumbir al idealismo, ni aceptar rendición en la lucha social ni terminar en el estrepitoso fracaso.
Constitucionalista. Profesor de estudios políticos e internacionales (UCV).
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