Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R. |
La encuesta, realizada por Dialog en la víspera de Rosh Hashaná, expone puntos de vista antiárabes y ultranacionalistas defendidos por la mayoría de los judíos de Israel. La encuesta fue encargada por el New Israel Fund’s Yisraela Goldblum Fund y se basa en una muestra de 503 entrevistados.
Las preguntas fueron escritas por un grupo de académicos por la paz y activistas de los derechos civiles. Dialog está encabezado por el profesor de la Universidad de Tel Aviv Camil Fuchs.
La mayoría de la población judía, el 59%, quiere preferencia para los judíos sobre los árabes en la admisión a puestos de trabajo en los ministerios del gobierno. Casi la mitad de los judíos, el 49%, quiere que el estado trate a los ciudadanos judíos mejor que a los árabes, el 42% no quiere vivir en los mismos edificios que los árabes y el 42% acudan a las mismas escuelas que los niños árabes.
Un tercio de la población judía quiere una ley que prohíba los árabes israelíes votar para la Knesset y una amplia mayoría del 69% pone objeciones a dar a los 2,5 millones de palestinos el derecho de voto si Israel se anexiona Cisjordania.
Un barrido de mayoría del 74% está a favor de carreteras separadas para los israelíes y los palestinos en la Ribera Occidental. Una cuarta parte, el 24%, cree que los caminos separados son «una buena situación» y un 50% cree que es «una situación necesaria».
Casi la mitad -47%- quiere que parte de la población árabe de Israel se transfiera a la Autoridad Palestina y el 36% apoya la transferencia de algunas ciudades árabes de Israel a la Autoridad Palestina a cambio de mantener algunos de los asentamientos en Cisjordania.
Aunque los territorios no se han anexado, la mayoría de la población judía (58%) cree Israel practica el apartheid con los árabes. Sólo el 31% piensa que tal sistema no está en vigor aquí. Más de un tercio (38%) de la población judía de Israel quiere anexar los territorios con asentamientos en ellos, mientras que el 48% pone objeciones a esa propuesta.
El estudio distingue entre las diversas comunidades de la sociedad israelí, laicos, religiosos practicantes, inmigrantes de la antigua Unión Soviética y ultraortodoxos, los cuales, a diferencia de los que se declaran religiosos o practicantes, mantienen las posiciones más extremas contra los palestinos. Una mayoría abrumadora (83%) de los haredim están a favor de las vías segregadas y el 71% está a favor de la transferencia.
Los ultraortodoxos también forman el grupo más antiárabe, el 70% de ellos apoyan prohibir legalmente a los árabes israelíes la votación, el 82% apoya el trato preferencial por parte del Estado a los judíos y el 95% está a favor de la discriminación de los árabes en la admisión en los centros de trabajo.
El grupo que se declara religioso es el segundo más antiárabe. Los nuevos inmigrantes de la antigua Unión Soviética están más cerca de los israelíes seculares en sus puntos de vista sobre los palestinos y son mucho menos radicales que los grupos religiosos y haredim. Sin embargo, el número de personas que respondieron «no sé» en la comunidad “rusa” fue mayor que en cualquier otro grupo.
Los rusos registran el mayor índice de satisfacción con la vida en Israel (77%) y los israelíes seculares el más bajo, sólo el 63%. En promedio, el 69% de los israelíes está satisfecho con la vida en Israel.
Los israelíes laicos parece que son los menos racistas, al 68% no le importa tener vecinos árabes en su edificio, al 73% no le importa que sus hijos compartan las aulas con estudiantes árabes y el 50% cree que los árabes no deben ser objeto de discriminación en los centros de trabajo.
La encuesta indica que entre un tercio y la mitad de los israelíes quiere vivir en un Estado que practica la discriminación formal y abierta contra sus ciudadanos árabes. Una mayoría todavía más amplia quiere vivir en un Estado de apartheid si Israel se anexiona los territorios.
Los conductores de la encuesta dicen que tal vez el término «apartheid» no estaba suficientemente claro para algunos de los entrevistados. Sin embargo, los entrevistados no se opusieron fuertemente a la descripción del carácter de Israel como «apartheid» en la actualidad, sin anexar los territorios. Sólo el 31% se opuso a calificar a Israel como un «Estado de apartheid» y dijo que «no hay apartheid en absoluto”.
En contraste, el 39% cree que se practica el apartheid «en algunos campos», y el 19% cree que «no hay apartheid en muchos campos» y el 11% no sabe.
Los «rusos», como los llama la encuesta, son quienes muestran más objeciones a la clasificación de su nuevo país como un Estado de apartheid. Un tercio de ellos, el 35%, creen que Israel no practica el apartheid en absoluto, comparado con el 28% de las comunidades seculares y ultraortodoxas, el 27% de los religiosos y el 30% de los judíos practicantes que sostienen esa opinión. En total, el 58%de todos los grupos cree que Israel practica el apartheid «en algunos campos» o «en muchos campos», mientras que el 11% no sabe.
Por último, a los entrevistados se les preguntó si «un famoso autor estadounidense [que] está boicoteando a Israel, afirmando que practica el apartheid» debería ser boicoteado o invitado a Israel. Cerca de la mitad (48%) dijo que se le debería invitar a Israel, el 28% no contesta y solo el 15% llama a boicotearlo.
Comentario de Omar Barghouti respecto al artículo precedente:
El hecho de que la mitad de la población judía israelí apoye la limpieza étnica de los ciudadanos palestinos de Israel no es noticia. Que el 59% de los judíos israelíes apoyen la legalización e institucionalización de la discriminación racial de los ciudadanos palestinos originarios de Israel no es ninguna sorpresa. Encuestas anteriores han mostrado cifras consistentes. Sigue siendo importante que Gideon Levy amplíe este asunto.
Lo que no deja de sorprender, sin embargo, es que tanto la mayoría de los israelíes (incluidos los periodistas y profesionales liberales) como los partidarios del apartheid israelí, los académicos más «radicales» y anarquistas de los EE.UU. que supuestamente apoyan los «derechos de los palestinos» -sólo del 38% de los palestinos-, y los sionistas más ardientes siguen propagando una definición propia de apartheid absolutamente falsa.
Aquí y en otros artículos Levy reitera la suposición absurda de que sólo cuando los judíos israelíes se convirtieron en una minoría en la Palestina histórica (48 + 67 áreas) se calificó a Israel de Estado de apartheid. No se puede culpar a Levy; como muchos académicos israelíes, políticos y partidarios del apartheid israelí en Occidente, ha repetido esta falacia en muchas ocasiones. Esta premisa minoría-mayoría que se considera una condición para calificar un régimen de apartheid, sin embargo, se basa en la falta de conciencia acerca de la definición de la ONU del crimen de apartheid y su reiteración, ya que a menudo Israel redefine el término. De cualquier manera, la afirmación subyacente aquí es que Israel sólo podría calificarse de Estado de apartheid en el caso de que ocurriera lo mismo que en Sudáfrica en la época, donde un grupo racial minoritario ejercía una opresión sistemática sobre la mayoría de la población. Esta es una suposición falsa, sin más.
Según la Convención Internacional sobre la Represión y el Castigo del Crimen del Apartheid (aprobada por la ONU en 1973), y más concretamente según el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional , del año 2022, la definición del crimen del apartheid es la siguiente:
“Actos inhumanos… cometidos en el contexto de un régimen institucionalizado de opresión y dominación sistemáticas de un grupo racial sobre cualquier otro grupo o grupos raciales y cometidos con la intención de mantener ese régimen”.
Aquí el término «racial» sigue la definición amplia adoptado por la ONU y se aplica a los judíos israelíes y los árabes palestinos como dos grupos «raciales».
¡No hay absolutamente ninguna mención en esta definición internacional del apartheid de las mayorías y de las minorías! Según esta definición, y en retrospectiva, los EE.UU., con una mayoría blanca claramente abrumadora, practican el apartheid respecto a los negros y otros «no blancos» en los estados del sur, por tener leyes que permiten a los blancos discriminar sistemáticamente a los demás.
El hecho es que Israel tiene decenas de leyes que discriminan persistentemente a los ciudadanos «no judíos», los palestinos originarios (cristianos, musulmanes u otros). Niega sistemáticamente a los ciudadanos «no judíos» la igualdad de derechos en ámbitos fundamentales de la vida, en especial la propiedad de la tierra, la educación, la salud y en muchos puestos de trabajo.
Según las últimas estadísticas , los judíos israelíes no son más del 49% de la población total bajo el control de Israel (Palestina histórica), una minoría. Por supuesto, se hace caso omiso de los millones de palestinos originarios que están en el exilio a quienes Israel niega su derecho fundamental a regresar a sus hogares simplemente porque son del tipo incorrecto. No obstante, esta estadística es completamente irrelevante para decidir si el sistema israelí de discriminación racial cumple con la definición de la ONU de apartheid.
Desde 1948 Israel nació como un Estado de apartheid y siempre ha sido un Estado de apartheid porque siempre ha tenido leyes racistas que discriminan a sus ciudadanos no judíos, dejando de lado a los palestinos, que no son ciudadanos, sin importar el porcentaje de judíos israelíes en la población israelí.
Omar Barghouti es un activista palestino por los derechos humanos, miembro fundador del movimiento del BDS y autor de: Boycott, Divestment, Sanctions: The Global Struggle for Palestinian Rights (Haymarket, 2011).