Ángel V. Rivas

Los infelices siempre se molestan contra los felices. Así ha sucedido desde que el presidente Chávez llegó a la presidencia de Venezuela. Una década donde quienes intentan llegar a la presidencia de tal o cual país, lo primero que hace es arremeter contra Chávez: Es muy visible el venezolano siempre ha tenido temple para provocar cambios en la escena política y de valentía ante el imperio, por eso ha sido atacado sin piedad por los pusilánimes; por esos sujetos que en realidad no tienen nada que demostrar desde el interior de sus cacos cerebrales. Son alumnos de la derecha recalcitrante latinoamericana. Defienden lo que consideran suyo, porque en sus mundos de egoísmos y traiciones de eunucos, nunca han visto a los pueblos como grupos humanos, sino como bestias que pastan las débiles praderas del insomnio

El recientemente autoproclamado PRE-candidato a la presidencia de Argentina, Eduardo Duhalde criticó las relaciones del Gobierno de Cristina Fernández con Venezuela.

Durante declaraciones realizadas a medios televisivos calificó al presidente Chávez como «militar del estilo de los años 40, que anda soñando con guerras» Pero los venezolanos podemos contestarle a este infeliz pendejo de los tangos y la milonga, que la mayoría nos sentimos orgullosos de él, de Chávez. Estamos seguros que de producirse una guerra, que no deseamos, no va a dar la cómica como la dieron los militares argentinos ante la Gran Bretaña, llevando a la muerte a jóvenes soldados en una guerra donde no tenían ni un peso a su favor.

«Este señor (Hugo Chávez), sueña con guerras” dice este pebete subdesarrollado. Mas ignora, por descerebrado, que en Venezuela desde hace muchos años no ha habido guerra, ni guerras. Nuestro país no ha enviado a ningún soldado hijo de Bolívar a morir en un pedazo de tierra que emerge del mar; eso si lo hicieron sus paisanos, sus enclenques militares, de los cuales él es uno de ellos, porque simplemente pertenece a esa cofradía de cobardes, de pantalones cortos, de necios, que nacieron para juzgar a quien no debe ni puede. Modestia a parte, tenemos a un hombre que guía al país con tino, amor, vergüenza e inteligencia.

El gobierno venezolano ayudó a la Argentina en aquellas tristes horas por las cuales la llevó uno de esos irresponsables presidentes que creyeron que estaban a la par de los países desarrollados y lo que lograron fue hacer caer la economía, los puestos de trabajo, los bancos, cayeron estrepitosamente al vacío. Venezuela fue su aliado. Venezuela importa diversos rubros desde esa patria de Maradona, desde tractores, animales, hasta productos medicinales pero el infeliz cobarde, perdón, Duhalde, parece que o es ciego o es tarado. No está a la altura de Chávez. No lo estarás jamás, porque es un mentecato, un enanito de circo buscando votos desprestigiando a quien ha ayudado a su patria. El pueblo argentino, esos argentinos que saben como se bate el cobre, le dirán no a este energúmeno.

Esta ofensa a la virilidad fue el primero que apostó a los golpistas de Fedecámaras, a favor de esa unión de vende patria y fariseos, apuntalada por los medios que atentaron contra un gobierno legítimo y democrático, en 2002 ¿qué dicen esos infelices de Zelaya? El mundo es una porquería donde las fecas se llaman fascistas, mantuanos y oligarcas. La realidad del mundo hoy, es decirle adiós a estos esqueletos cobardes, a estas marionetas, a estos buitres con garras de anime, sin valentía ni proyectos. Hombres grises, OMBRES sin h de humanos, cobarde, perdón, Duhalde, que se van quedando en el tiempo, que se los va tragando el olvido, que son como aquel farolito del tango, a media luz, sin fuerza, bailando la última milonga antes de perder por veinte cabezas de nobles potrillos.

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Fuente original: http://www.aporrea.org/venezuelaexterior/a92627.html