Tras la victoria perfecta, la autocrítica y el proyecto para la etapa naciente. En materia de Comunicación, un clamor nacional recorre cada rincón. Quedó claro que todos los avances, logrados por el Gobierno Bolivariano, son aun insuficientes para acompañar la dinámica de una Revolución que abre horizontes permanentemente. El desarrollo es desigual y combinado.
La etapa actual exige estrategias y medios de comunicación emancipadores, con agendas propias, capaces de enfrentar las debilidades políticas que restan visibilidad a los logros y que impiden fortalecer la organización y la movilización social. Necesitamos una gran Revolución Comunicacional. Salir de los estereotipos y de los acartonamientos; necesitamos revolucionar las metodologías del relato comunicacional y necesitamos ganar terreno a una estética revolucionaria capaz de orientarse a partir de la ética.
Está claro que el modelo que se ha seguido, hasta ahora, no ha sido capaz de ofrecer respuestas. Está claro que es necesario reconocer nuestras zonas ciegas y nuestras debilidades teóricas y prácticas; está claro que hay que iniciar una etapa nueva que salde lo que está pendiente y que avance hacia instancias superiores. No hay alternativa. No es tan imposible liberarse de los formatos inútiles.
Contamos con recursos, expertos, necesidades y tecnología suficientes para trazar un plan de corto plazo que de resultados inmediatos y movilizadores. Está claro que lo que debe ser dicho y debe ser escuchado no pude quedar atrapado por la inoperancia ni por el descuido. La Revolución enfrenta una etapa exigente en sus retos ideológicos y las herramientas de comunicación deberán ser factor clave de las nuevas victorias perfectas. No su freno. ¿Nos quedaremos callados?
(Correo del Orinoco 14 de octubre de 2012)
México, D.F.