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Reza el escrito que «si Chávez o un candidato sustituto terminan derrotados, EEUU debería ofrecer apoyo para promover una transición ordenada y pacífica».
Duddy escribe que «los escenarios más plausibles para la inestabilidad y los conflictos en Venezuela se derivan de la premisa de que los chavistas no entregarán por voluntad propia el poder y estarían dispuestos a provocar la violencia, desobediencia civil, o dedicarse a varias formas de resistencia armada. Este es el peligro verdadero que rodea la campaña actual y se extiende más allá de la elección misma dado las cuestiones en cuanto a la salud de Chávez».
Por si fuera poco, añade con desparpajo que «Estados Unidos podría llevar el tema de la democracia en Venezuela al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas e instar a la ONU a que apruebe una misión de investigación o a que explícitamente apoye los esfuerzos regionales para restaurar la democracia (…) Si resulta difícil conseguir que la OEA o la ONU se involucren en los esfuerzos de mitigación, Estados Unidos podría proponer una delegación de ministros de relaciones exteriores para que viaje a Caracas a dialogar con las autoridades venezolanas».
Cual vocero de la derecha venezolana, se hace eco de una muy común y falsa matriz de opinión, cuyo objetivo es crear temor en la población: «Chávez ha anunciado un plan económico para su próximo mandato que acelerará el desmantelamiento de la economía del sector privado». Las reiteradas invitaciones que ha hecho el Presidente a los empresarios venezolanos, por ejemplo, a sumarse al proceso socioproductivo del país con vocación exportadora, a propósito del ingreso de Venezuela como miembro pleno del Mercado Común del Sur (Mercosur), desmienten por sí solas al embajador con afán injerencista e intervencionista.