Autor: Agencias

 

 

17 de agosto de 2012.- Investigadores del CSIC han logrado cuantificar la acumulación de insecticidas piretroides en ejemplares de delfín hallados muertos en la costa. La investigación ha descubierto también que estos contaminantes, lejos de disolverse del todo, se transmiten también a las crías de estos cetáceos.

El trabajo, que publica la revista ‘Environment International’, ha sido desarrollado por la investigadora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (Idaea) Ethel Eljarrat, del grupo de Damià Barceló, y se ha centrado en los datos de 23 delfines encontrados en playas de Brasil.

 

En la recopilación de las muestras han participado tres universidades del país sudamericano y la ONG Proyecto BioPesca, y con ella los investigadores han encontrado el “sorprendente” hecho de que, más allá de acumular contaminantes que proceden del uso de insecticidas comunes en hogares y campos agrícolas, éstos no llegan a degradarse del todo y se acumulan en el organismo de los delfines.

En concreto, los resultados muestran concentraciones de piretroides en los delfines de 7,04 nanogramos por gramo de graso en adulto y 68,4 nanogramos por gramo de graso en crías, un hecho que atribuyen a la transmisión materna –se han corroborado entre 2 y 4,7 nanogramos en leche materna y entre 331 y 1,812 de nanogramos en grasa de placenta–.

Eljarrat ha constatado que los piretroides se metabolizan y se degradan, como ya se pensaba, pero “una parte se acumula en el organismo”, y su dispersión en el entorno hace que acaben en el mar y con ello en peces y en delfines.

La hipótesis del trabajo, adicionalmente, es que las crías de delfín no están preparadas para metabolizar los contaminantes y no es hasta que son adultos que su organismo empieza a degradarlos y expulsarlos, por lo que el delfín acumula durante su etapa infantil y juvenil “cantidades no menospreciables de estos contaminantes”.

El mismo grupo del CSIC ha publicado recientemente en la misma revista estudios sobre la presencia de piretroides en la leche materna de mujeres de Brasil, Colombia y España –siempre a niveles no preocupantes– y, en un estudio previo, describió la presencia de estos compuestos en el Delta del Ebro, que se multiplica por 25 durante el mes posterior a la fumigación de los campos de arroz.

“Creemos que hay que hacer más estudios sobre estos compuestos. Se sabe que pueden ser disruptores endocrinos, cancerígenos y neurotóxicos, pero no está demasiado claro. Como hasta ahora se asumía que estos compuestos se degradaban, nunca había preocupado en exceso su toxicidad en mamíferos ni tampoco se habían hecho estudios suficientes”, ha señalado Eljarrat.