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El pasado viernes 29 de Junio de 2012, se realizó en Mendoza, Argentina la reunión de mandatarios y mandatarias del Mercosur y Estados Asociados. Durante la reunión, Argentina, Brasil y Uruguay ratificaron la decisión política de suspender a Paraguay temporalmente del Mercosur hasta que se realicen de forma democrática las elecciones presidenciales en 2013 en dicho país, y anunciaron que Venezuela se incorporará en esa misma condición el 31 de julio del presente año cuestión que estaba trabado desde 2006 debido a la negativa del Senado paraguayo a ratificar la adhesión, aquí se manifiesta los dos hitos sin precedencia en la historia del bloque suramericano fundado el 26 de marzo de 1991 con la firma del Tratado de Asunción, acta fundacional del Mercosur estableciendo:

“La libre circulación de bienes, servicios y factores productivos entre países, el establecimiento de un arancel externo común y la adopción de una política comercial común, la coordinación de políticas macroeconómicas y sectoriales entre los Estados partes y la armonización de las legislaciones para lograr el fortalecimiento del proceso de integración.”Anuqué actualmente el Mercosur también permite la libre circulación de los ciudadanos del bloque como ocurre igualmente en la Unión Europea.

Análisis histórico-lógico de la Integración latinoamericana

Históricamente la integración en América Latina y el Caribe no es un tema nuevo de discusión para la región, y ha transitado por diversas etapas. Desde el siglo XIX, conocida como la era de la independencia, se hablaba ya de la necesidad de integrar a Nuestra América ante el peligro que representaba la dominación imperialista para la región, pero no fue hasta los años sesenta del siglo XX donde verdaderamente se puede situar lo que se conoce la primera etapa de la integración en Latinoamérica. Comúnmente conocido como el modelo de desarrollo de la CEPAL dirigido en ese momento por el Economista Argentino Raúl Prebisch, quien fue el que incorpora el regionalismo como modelo económico de sustitución de importaciones. Así Prebisch estableció su tesis juntamente con Singer, que en la medida en que crece el ingreso, la proporción de la demanda de bienes primarios tiende a declinar, mientras que las importaciones industriales muestran un comportamiento inelástico. De esta manera, la CEPAL con Prebisch consideraba que lo mejor para América Latina en lo que respecta a la solución a sus problemas económicos era la industrialización porque con el tiempo se observaba un deterioro de los términos de intercambio. Véase intercambio desigual entre países centro-periferia.

Sin embargo, debido a las características de los países de la periferia (países en desarrollo) el proceso se debía hacer mediante un cierto proteccionismo en el comercio exterior y a través de la sustitución de importaciones, en la cual el Estado debía alentar y proteger las nuevas industrias de la competencia foránea. A pesar de ello, se notaba también la necesidad de intervención del capital extranjero (participación de las empresas transnacionales) bajo la dirección del Estado protector quien garantizaría además el desarrollo de la economía nacional. Lo que pretendía Prebisch era que los países latinoamericanos dejaran de ser sólo productores de materias primas, y por tanto, pasaran a una etapa superior en la cual se ampliara los mercados nacionales. Es aquí donde surge de esta manera el concepto de regionalismo cerrado o endógeno. Es durante este periodo, cuando surgen con mucha fuerza los principales esquemas de integración de la región que aparecen bajo la forma de la Asociación Latinoamérica de Libre Comercio (ALALC), el Tratado de libre comercio del Caribe (CARICOM), el Pacto Andino, y el Mercado Común Centroamericano (MCCA). Sin embargo, la crisis de la deuda externa de los años ochenta, trunca muchas de las expectativas integracionistas de la región, y crea una situación de estancamiento económico y vacío en las agendas integradoras de los esquemas de la región.

La crisis de la estrategia de “Industrialización por Sustitución de Importaciones”, dio el argumento perfecto para la aplicación de reformas neoliberales, que marcaron el rumbo de la integración. A partir de ese momento de crisis generalizada que vivían nuestras economías, es donde comienza una segunda etapa de la integración en la región, conocida como regionalismo abierto o exógeno, ese viraje se enfocó, principalmente, en el desarrollo hacia los mercados externos (véase economías externas). Este nuevo contenido que le dio el modelo neoliberal a la integración en la región, implicó una readaptación de los esquemas tradicionales a las nuevas exigencias de la integración. En ese contexto, hubo un relanzamiento de viejos esquemas de integración como (ALALC), convertida en la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), el Pacto Andino convertida en la Comunidad Andina de Naciones (CAN) 1996, el Mercado Común Centroamericano (MCCA) y la Comunidad del Caribe (CARICOM), que se mantuvieron y ampliaron sus metas de integración. También surgen nuevos esquemas de integración y de concertación política, como es el caso de MERCOSUR en 1991, el G-3 (Venezuela, Colombia, y México) en 1994 y Venezuela sale del grupo en 2006, y el Tratado de Libre Comercio para América del Norte TLCAN (Canadá, México y EE.UU) en 1994, que se mantiene en la actualidad, entre otros acuerdos. En este marco de la integración ha sido lo que pudiéramos denominar, una integración clásica basada fundamentalmente en tratados de libre comercio, desregulaciones financieras y la minimización del papel del Estado en la economía al responder a modelos de integración de corte neoliberal, que no han hecho más que contribuir al dominio y control de las empresas transnacionales (ETN) en la industria regional y en gran medida en su comercio exterior. Estos mecanismos lejos de aportar a los procesos de desarrollo de América Latina y el Caribe, han acentuado aún más la situación de subdesarrollo y dependencia entre el centro-periferia.

En pocas palabras, el regionalismo abierto fue la teorización de un proceso que se venía dando al interior del pensamiento cepalino en entorno a la realidad de las relaciones económicas externas de América Latina, a partir de una liberalización gradual y progresiva de las economías, bajo la predominancia del pensamiento neoliberal. Visión totalmente recomendada por la CEPAL como intento de solución eclética entre la ya abandonada sustitución de importaciones y la triunfante apertura neoliberal, que resulto ser muy abierto en términos de permitir la entrada de capital transnacional y competir entre nuestros países por acceder a los mismos mercados de los Estados Unidos y de Europa, y muy poco regional en cuanto a propiciar una integración autónoma que sirviera para solucionar los enormes problemas de subdesarrollo, pobreza e injustica social.

A partir del fracaso experimental de los esquemas de integración que estuvieron planificados desde Washington como bien dice nuestro amigo, el economista Osvaldo Martínez; se intento utilizar la integración subordinada a Washington como muro de contención de la Revolución cubana (Alianza para el Progreso), la concepción mutilada de una integración comercialista, encerrada en ejercicios irrelevantes de rebaja de aranceles para beneficio sustantivo de filiales de empresas transnacionales, carente de estrategia social, energética, infraestructura y de defensa del medio ambiente. Es por ello, que desde la posición internacional de América Latina y el Caribe, surge la necesidad de replantear el tema integración y de crear un sistema de nuevas relaciones políticas, económicas, y sociales de integración diferente a los ya creadas y que contribuya verdaderamente al desarrollo de la región. Y me refiero a un amanecer de los pueblos convertida en propuesta del presidente Hugo Chávez, surgido en el 2004 como la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), hoy llamado Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, que no termina siendo una integración clásica, sino una nueva concepción, una nueva lógica, es una integración de nuevo tipo.

Como dice Osvaldo Martínez; El ALBA no encaja en ninguna de esas definiciones al menos por dos razones: introduce la solidaridad y la cooperación en un escenario donde hasta entonces solo existían los intercambios mercantiles y la ventajas comparativas de mercado, y entiende la integración, ante todo, como unión de acciones para resolver en lo más inmediato graves déficits sociales acumulados en salud, vivienda y educación, sin olvidar el comercio, las empresas conjuntas, la estrategia energética y la complementación productiva.

Venezuela: entre el ALBA y el Mercosur, integración socialista o capitalista.

Muchos se preguntaran por qué Venezuela plantea la iniciativa de crear el ALBA en 2004, que es una estrategia política de integración de nuevo tipo, cuando después decide salirse de la CAN de manera precipitada en 2006, para luego plantear de inmediato su ingreso al MERCOSUR de forma deliberada. Para algunos son interrogantes no aclaradas, y para otros son respuestas reformuladas a las exigencias de la actual coyuntura internacional.

Por ello cabe destacar, que la creación del MERCOSUR fue un paso importante aunque insuficiente hacia la integración latinoamericana. Concebido y desarrollado en un período en que la modernización capitalista todavía tenía legitimidad popular y no presentaba todas sus contradicciones, logró ocultar sus límites. Es decir, el MERCOSUR nace en un contexto donde se hacían más que evidentes la ejecución de políticas neoliberales que perjudicaron tajantemente a la gran masa de la población latinoamericana. Por tal razón, con la entrada plena de Venezuela al MERCOSUR atrae para algunos analistas ciertas especulaciones, hay quienes especulan que Venezuela por ser un país emergente hablando en términos medio debido a la capacidad exportadora de petróleo que cuenta dicho país, además con un mercado abierto y poco diversificado, que absorberá todos los productos de Argentina y Brasil, dado a liberación comercial que se efectuaría una vez que entre Venezuela al bloque y esto acentuaría aún más las asimetrías ya existentes en la región.

Por otro lado, hay quienes alegan que la entrada de Venezuela al bloque sureño, que si bien aportaría económicamente de forma positiva, pero a su vez alertan de la influencia negativa que representa la posición ideológica socialista del gobierno de Hugo Chávez a los intereses del capital, es decir, por la incidencia que éste país viene causando en la reconfiguración de los procesos de integración de carácter popular en la región, véase los esquema ALBA., UNASUR, CELAC, etc.

No obstante, en mi humilde opinión la realidad es otra, Venezuela tiene la doble cualidad de 1) ser miembro del ALBA 2) pertenecer a otros bloques en futuras ratificación que con sus políticas públicas autónomas y de inclusión social, trata de transitar hacia un nuevo modelo económico de desarrollo integral y diversificado, que permita la industrialización, renovar la base productiva e impulsar mediante incentivos fiscales a la industria nacional con miras estratégicas de fortalecer nuestro mercado interno para luego tener en otros rublos que no sea el petróleo y sus derivados capacidad exportadora en la región. Por ello, es de vital importancia la inserción de Venezuela al MERCOSUR para lograr incidir en la planificación y dinamismo del desarrollo regional.

La cuestión es la siguiente aunque Venezuela como país tiene su mirada puesta en el esquema ALBA como modelo de integración de nuevo tipo donde prima la solidaridad, la complementariedad y la cooperación, donde se coloca el tema del socialismo en la agenda geopolítica internacional, cosa que no ocurre en el caso del MERCOSUR dado al patrón de acumulación existente entre Argentina y Brasil expresados en una convergencia competitiva de sus mercados a la exigencias del capital transnacional y por tanto no permite adherirse al esquema ALBA de integración. En esta coyuntura, es obvio pensar que Venezuela como miembro del ALBA busque integrarse al MERCOSUR para moldear políticamente el desarrollo de una estrategia gradual que permita transformar el bloque de un esquema neoliberal de tipo de integración abierta a los intereses del gran capital, en un potente esquema de desarrollo económico subregional con una capacidad de articulación productiva y que vele por la autodeterminación política de la región, es por ello, que se viene observando desde hace un tiempo la búsqueda de alternativas explorarías de nuevos mercados con el fin de redirigir nuestras exportaciones hacia (Asia, África y Europa) nuevos inversores y aliados políticos-estratégicos como lo son; China, Rusia e Irán, y disminuir así la dependencia tecnológica, económica-financiera y política con los Estados Unidos que tanto han subordinado el desarrollo económico de Latinoamérica a sus intereses.

“El camino de Latinoamérica es su propio camino”

Andrés Bello

 

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Bibliografía

-Martínez Osvaldo; La integración en América Latina: de la retórica a la realidad, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2008.

-Martínez Fleites, Ismaray; Características y Perspectivas de la Relaciones Económicas entre Venezuela y Argentina en el marco de la integración tipo ALBA. Tesis de grado, UCLV, Santa Clara, Junio 2010.

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