La escalada del conflicto desatada por el camionero, desbordo claramente los límites de la acción reivindicativa gremial para constituirse en una acción política contra el gobierno nacional. En el contexto de esa disputa, es evidente la capacidad de daño de que dispone el líder camionero, acompañado de un discurso, inusitadamente agresivo, tanto por su parte, como la de su hijo mayor, Pablo.
No fue sólo la virulencia de las expresiones de Moyano padre, tales como que, «esto se parece a una dictadura militar», lo que generó un alto rechazo social, sino la desmesura y desproporción, entre la reivindicación concreta que disparó el paro -disputa salarial-, y el abuso de la acción directa, máxime teniendo en cuenta que, el peso específico del sindicato de camioneros, le proporcionaba a su líder, un abanico de opciones que no comprometían el abastecimiento nacional de combustibles.
Otro hecho que generó un amplio rechazó, una vez que las cosas comenzaron a quedar más claras, fue la percepción de que se utilizó una reivindicación genuina de los trabajadores, como es el reclamo para subir el tope para el pago del impuesto a las ganancias y el reclamo vinculado a las asignaciones familiares, para obtener réditos políticos personales, a sabiendas del potencial desestabilizador de las acciones realizadas.
Hugo Moyano y el sindicato de camioneros, indudablemente, se inscribe en la dinámica de la lucha sindical, y simultáneamente, en la disputa política partidaria. Ambos hechos, son indisolubles, no pueden ser disociados. Pero el actual secretario general de la CGT, también ostenta otra contradicción irreconciliable; su simultánea calidad de líder sindical y su calidad de empresario -propietario de flotas de camiones para transporte y recolección de residuos, titular de diversas explotaciones económicas, entre otras, accionista del ramal cargas del ferrocarril Belgrano-, lo fuerzan a defender intereses contrapuestos.
Las multifacéticas actividades de Hugo Moyano, dificultan la posibilidad de diagnosticar correctamente, que lo condujo a romper marras con un gobierno que favoreció en todos los ámbitos a los trabajadores camioneros, que él representa. El enfrentamiento con el gobierno nacional comenzó por el armado de listas en la última elección -donde la CGT pedía un tercio en la lista de diputados-; la tensión se profundizó con la aspiración del sindicalista para disputar una candidatura presidencial. La falta de apoyo presidencial a la reelección al frente de la CGT, y su nuevo rol de operador para el armado de Scioli 2015, para lo cual, según informa el “independiente” diario Perfil, el líder camionero se reunión recientemente en casa de Franco Macri con Mauricio Macri, invitándolo a sumarse al armado de Scioli, profundizaron la situación. El silencio de radio del gobernador bonaerense a su vuelta de Europa, frente a los graves hechos protagonizados por el camionero, puede ser leído como parte de la protección que le confiere a su nuevo socio.
La convocatoria de Moyano a la histórica Plaza de Mayo, recaudó una serie de apoyos insospechados. El “Momo” Venegas, el gastronómico Barrionuevo, el Episcopado, la Pando, algunos partidos de la izquierda trotskista, las entidades nucleadas en la Mesa de Enlace, caceroleros de clase alta y media alta, y la CTA conducida por Micelli. Una heterogeneidad con un solo hilo conductor, el enfrentamiento con el gobierno nacional.
Semejante agolpamiento de actores políticos, respaldados con el poder de fuego del otrora kirchnerista, Hugo Moyano, permiten inferir una jugada con fuerte condimento desestabilizador. Frente a ello, solo recordamos que el calendario electoral les brinda a todos estos sectores, la posibilidad de presentarse a elecciones en 2013. Quizá el grave problema sea que, Magnetto y el Grupo Clarín no pueden presentarse a elecciones, y la fecha para comenzar la desinversión del Grupo caduca en diciembre.