España e Italia consideran que la supervivencia del euro empieza por acciones urgentes para proteger a ambos países del hostigamiento al que están sometidas en los mercados financieros. Por ahí comenzaron los líderes europeos a negociar en la primera de las dos jornadas de una cumbre de Bruselas considerada decisiva para el porvenir de la región monetaria. Y en ese punto quedó en evidencia la grave fractura entre el bloque del Norte, liderado por la Alemania de Ángela Merkel, y los del Sur.
Rajoy y Monti intentaban anoche doblegar, con el respaldo estratégico del francés François Hollande, la férrea resistencia que la canciller alemana, Ángela Merkel, y sus aliados del Norte (Holanda, Suecia y Finlandia) han opuesto frente a las peticiones de intervención en el mercado, ya fuera a través del Banco Central Europeo (BCE) o de los mecanismos de rescate de la eurozona. Monti es el inspirador de la salida que, según algunos comentaristas, anoche provocó el órdago conjunto de España e Italia: que el fondo de rescate de la UE compre masivamente deuda de ambos países, y que lo haga sin que se impongan nuevas condiciones macroeconómicas (ajustes y reformas) a los estados.
Los países llegaban separados en dos bandos a la cumbre de Bruselas: uno liderado por Alemania, partidario de la austeridad y las reformas como receta, y otro encabezado por Francia, que desea medidas contundentes para acabar con la presión de los mercados sobre España e Italia, epicentro del seísmo que, sostienen analistas y otros observadores, ha puesto al euro más cerca que nunca de la desintegración. Según algunas informaciones, la rocosa Merkel habría mostrado ayer cierta flexibilidad en sus posiciones. De acuerdo con esta tesis, Alemania, Finlandia y Países Bajos habrían admitido los problemas de españoles e italianos y se habrían mostrado dispuestos a explorar la activación del mecanismo, aunque bajo duras condiciones. Esa exigencia de «condicionalidad» (más ajustes y reformas) fue la que habría decidido a Rajoy y a Monti a amenazar con un bloqueo. Los acuerdos del Consejo de Europa tienen que tomarse por unanimidad.
Las distintas alternativas para apoyar a Madrid y Roma fueron estudiadas previamente por los viceministros de Economía y responsables del Tesoro de la eurozona Allí se discutieron varias opciones:
l Que el actual fondo europeo de rescate compre deuda soberana de los países en dificultades que estén cumpliendo con sus compromisos de reforma, opción defendida por el italiano Monti.
l Que el nuevo fondo de rescate, que comenzará a operar en julio (denominado por el acrónimo MEDE), intervenga comprando deuda ya en el mercado primario. Esta opción ya existe, pero tiene como condición que obliga a los países a solicitarla formalmente y, en contrapartida, a abordar estrictos planes de ajuste.
l Que sea el BCE el que compre la deuda, aunque respaldado por la garantía de los fondos de rescate.
l Al debate se sumó una propuesta de Finlandia para que los países bajo presión emitan bonos de deuda garantizada, respaldados por bienes del Gobierno o por determinados ingresos fiscales. Una especie de hipoteca sobre las recaudaciones fiscales. Para Italia, la idea finlandesa «no es útil»
También se debatió, según fuentes de la Moncloa, la posibilidad de recapitalizar de forma directa los bancos españoles, es decir, sin pasar por el Estado y, por tanto, limitando el impacto del préstamo en las cuentas públicas y la deuda soberana. Alemania se ha venido oponiendo sistemáticamente a ello.
El Consejo Europeo negoció ayer los primeros detalles del plan de crecimiento previamente concertado por Alemania, Francia, Italia y España, un programa por valor de 120.000 millones que primará «a los países más vulnerables», según Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo. La aprobación de este plan a largo plazo estaba anoche condicionada por la exigencia de España e Italia de otras medidas a corto plazo para frenar la crisis de deuda soberana.
Por lo avanzado ayer, el plan no incluye prácticamente dinero nuevo, sino que se basa en el reciclaje de fondos ya presupuestados pero que todavía no se han gastado. Será a través del Banco Europeo de Inversión (BEI), los llamados bonos-proyecto y el Fondo Europeo de Inversión. Parte del dinero vendrá de reasignar fondos regionales europeos ya presupuestados pero que todavía no se han gastado.
Los líderes europeos han propuesto que la emisión de «bonos se utilice para inversiones en infraestructuras (de comunicaciones, energéticas y de banda ancha). El programa «fomentará el empleo y la actividad empresarial sostenible», añadió Van Rompuy dando a entender que habrá estímulos directos para las inversiones de las empresas. Presumiblemente, España será uno de los destinos principales del dinero, si se confirma que la condición de «país vulnerable» dará prioridad en los repartos. El presidente Rajoy también pidió anoche que los futuros repartos de fondos estructurales (a partir de 2014) tengan en cuenta los impactos de la crisis económica en los países, de modo que también España salga favorecida en este capítulo.
Es posible que el país reciba más dinero por esas vías, pero perderá presencia en las cúpulas directivas europeas. No conseguirá ninguno de los altos cargos económicos a los que optaba en la Unión Europea, ya que se quedará fuera del directorio del Banco Central Europeo (BCE), y no obtendrá como compensación estar al frente del fondo de rescate para países endeudados, según publica la prensa alemana.
Los líderes europeos renovarán muy probablemente hoy al luxemburgués Jean-Claude Juncker como presidente del Eurogrupo. La candidatura del ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, ha acabado naufragando por la resistencia del nuevo presidente francés, François Hollande.