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Mientras se acusa al gobierno venezolano por expropiar tierras improductivas a terratenientes y entregarlas a sus dueños originarios: campesinos e indígenas, Estados Unidos roba las tierras a pueblos indígenas, que al parecer no son considerados ciudadanos estadounidenses ni sujetos con derechos humanos.
Los medios de comunicación al servicio de los intereses capitalistas se han encargado de satanizar a estas minorías étnicas, discriminadas socialmente por el gobierno estadounidense, sobre todo en el acceso a la educación y trabajo. Cerca de un millón de personas viven en las 310 reservas y sus ingresos per cápita son de unos 7.000 dólares al año, seis veces menos que el promedio del país. La esperanza de vida es de 50 años y en esas zonas condenadas injustamente a la miseria se registra uno de los más altos porcentajes de suicidio.