Julia Prummer
presseurop.eu

Un estudiante de Derecho austriaco acusa a Facebook de incumplir las normas de protección de datos. Pero tanto la empresa, que quiere salir pronto a bolsa, como Irlanda, que acoge su sede europea, han decidido contraatacar.

Quiso una vez Max Schrems enterarse de todo. Solicitó a Facebook que le informase de qué datos suyos tenía almacenados. La respuesta que la red social le dio sobrepasó sus peores miedos: cada uno de los datos que había borrado seguía allí. Modificaciones de estatus, solicitudes de amistad y mensajes privados: Facebook había conservado todas las informaciones personales del austriaco, en contra de su voluntad y de las normas de protección de datos europeas, que prohíben la conservación permanente de los datos de los usuarios.

Ha pasado un año, y en ese tiempo este joven de 24 años se ha empeñado, simplemente, en no ejercer más que sus derechos. Todos los europeos pueden solicitar información sobre sus datos personales, como bien sabía el estudiante de derecho. Que con ello iba a poner en marcha el mayor proceso judicial por la protección de datos en la historia empresarial de Facebook, eso no lo sabía entonces. Ni tampoco que no solo iba a enfrentarse con uñas y dientes a Facebook, sino a un organismo europeo, la Agencia de Protección de Datos irlandesa, que bloquea todo procedimiento contra Facebook.

Más de 1.000 páginas de datos personales

Al principio fue para él solo una diversión. Sin embargo, Facebook necesitó seis semanas y veintitrés correos electrónicos para remitir al estudiante austriaco sus datos. Ocupaban 1222 páginas de PDF, solo sobre Max Schrems, solo sobre uno de los 854 millones de usuarios de Facebook. De primeras, Schrems no se lo podía creer. Se lo tomó como deporte, un reto jurídico, y el material le sirvió de prueba.

La red social debió por entonces de subvalorar al estudiante, que enseguida presentó veintidós denuncias: por los datos borrados, que todavía seguían allí, por las equívocas cláusulas contractuales, por el reconocimiento automático de rostros. Quienes se ocupan de la protección de datos vienen criticando desde hace mucho a la red social por su «Private Policy». Max Schrems es el primero que ha llevado la queja «adonde corresponde», es decir, a la agencia irlandesa de protección de datos. Facebook tiene su sede europea en Irlanda, donde rigen las normas de la Unión Europea. Tras las denuncias de Schrems, el organismo emprendió dos investigaciones de la filial irlandesa de Facebook.

De la noche a la mañana, el estudiante austriaco se convirtió en el héroe de la protección de datos en Europa. CNN, Al Jazeera y el New York Times entrevistaron al elocuente Schrems. Los medios lo trataron como a un nuevo David, que con su honda sacaba de quicio al Goliat Facebook. Y cuando la prensa llamaba a la puerta, él se prestaba no sin coquetería.Con poco gasto ha atraído mucha atención sobre su asunto. Sin abogado, sin abandonar sus estudios. Cuando no estudia derecho constitucional en la biblioteca, concede entrevistas, atiende su plataforma Europe versus Facebook o se cartea con el organismo de protección de datos irlandés. Todo eso le cuesta 9,90 euros al mes: para el servidor de su página Web. En cambio, Facebook perdería millones si se viera privado de recoger datos de forma indiscriminada en Europa.

La empresa, a la que le falta poco para salir a bolsa, se estaba poniendo nerviosa. Schrems recibió una visita en Viena: el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, le mandó a Richard Allan, jefe de su grupo de presión en Europa, y a una colaboradora de los Global Policy Teams. Además, la empresa creó un equipo para reclamaciones sobre los datos, y es que Schrems ya no es el único: 44000 personas han seguido el llamamiento de Europe versus Facebook. Pero Facebook se ha vuelto más cauto; cada vez remite menos datos. Los indignados usuarios se quejan.

En Irlanda, las autoridades retrasan la decisión

Parece que todo el mundo se pusiera del lado del estudiante. Todo el mundo, menos el organismo de protección de datos irlandés, que evita tomar una decisión formal sobre si la manera de proceder de la firma con los datos es legal o no. Tras las investigaciones a que sometió a la empresa, se ha limitado cautamente a formular recomendaciones, a las que Facebook no se ha adherido.

Los irlandeses no quieren, presume Schrems, que de la isla se marchen la red social y otras empresas, como Google o IBM, precisamente ahora que Irlanda necesita más que nunca puestos de trabajo y dinero. Desde finales de 2010 Irlanda se administra con los fondos de ayuda de otros países europeos.

Sin una decisión formal del organismo irlandés Schems no podrá dar nuevos pasos legales. Por ello quiere ahora solicitar una resolución; las leyes irlandeses se lo permiten, dice. Sin embargo, los protectores de datos irlandeses son de otra opinión: hasta finales de mes esperará a ver si Facebook sigue sin atender las recomendaciones; si no lo hace, se lo harán saber. Por no cumplir el plazo no hay sanción alguna.